La ciudad acabó capitulando. Se cuenta que al día siguiente de entrar los conquistadores la gente volvió a su vida normal, como si nada hubiera sucedido, aunque lo más probable es que se trate de una fabulación para exaltar a sus habitantes.
La ciudad pagó las consecuencias de sus actos. Cerca de un tercio de las casas fueron demolidas sin contemplaciones para levantar una ciudadela militar, no para protegerla, sino para vigilarla. Pasó el tiempo, y la ciudad se lamió sus heridas y se engrandeció. Se alzaron nuevos edificios que sustituyeron a los antiguos, la vieja ciudadela fue derribada para convertirse en un gran parque público, y con el tiempo, los horrores de aquél asedio fueron sólo un recuerdo en manos de los historiadores.
Pero he aquí que, mucho tiempo después, restaurando uno de aquellos nuevos edificios, aparecieron unas ruinas de la antigua ciudad que se consideraron lo suficientemente bien conservadas e importantes como para mantenerlas. Y el viejo mercado municipal donde se habían hallado los restos acabó convertido en un lugar para conservar el recuerdo de aquellos tiempos y aquellas gentes.
Un hombre, vestido a la usanza de los uniformes de la Coronela, montaba una simbólica guardia en una de las puertas de aquel espacio-museo. Cercano a él, asomado en una pasarela que delimitaba el acceso a las ruinas, un hombre observaba unos restos que le resultaban familiares, al tiempo que leía uno de los múltiples carteles que adornaban aquella exposición de la memoria histórica con distintas informaciones de los lugares y costumbres de aquella época.
Los restos de la casa Boixadors se mostraban frente al Doctor. La puerta por la que había entrado con Jack Harkness, la sala donde había usado el papel psíquico para engañar a los criados, la habitación donde habían esperado una reunión que nunca se produjo allí, y donde poco después habían sido sorprendidos por Margarida Mateu y sus hombres... Todo aquello se dibujaba perfectamente ante la visión de aquellos restos.
Absorto en la contemplación y el recuerdo, no se percató de la presencia de Jack Harkness. Éste tampoco hizo mucho hincapié en hacerse notar, sino que permaneció en silencio a su lado, quizás compartiendo los mismos recuerdos que su compañero.
– ¿Todo bien, Jack? – dijo al fin el Doctor.
– Solucionado; ya no tendremos que preocuparnos más de ese Cyberman.
– Te veo bastante moreno – comentó el Doctor al ver el tono de piel de Jack Harnees –. No te queda mal.
– Demos gracias a que me veas moreno en vez de carbonizado, Doctor; un poco más y no lo cuento.
– No exageres...
– ¿Exagerar? ¿Sabes el maldito lugar al que me mandaste?
– La cascada de zafiros en el planeta Medianoche. Nada puede sobrevivir a sus niveles de radiación solar...
– ¿Y lo dices tan tranquilo? ¡Tendrías que haber visto las ampollas que se me formaron nada más llegar!
– Jack... ¿De verdad crees que te hubiera mandado allí si no tuvieras tu gran capacidad de regeneración?
– Supongo, pero... ¿No había otro sitio donde dejarlo abandonado?
– Había infinitos lugares, pero no quería soltarlo y olvidarme de él; necesitaba que fuera destruido.
– Bueno, no me quedé allí para verlo, pero...
– Nada puede sobrevivir a esa radiación solar, Jack. El Cyberman ya debe estar fundido o cristalizado.
– Entonces, tema zanjado... Me debes una cerveza, Doctor. ¿Nos vamos? – dijo, dirigiéndose hacia la salida.
– Enseguida estoy contigo, Jack – contestó el Doctor, dirigiendo una última mirada a aquellas ruinas –. No os he olvidado...
Dio media vuelta y abandonó aquel lugar. Poco después, se escuchaba el habitual sonido ronco de los motores de una TARDIS; al instante siguiente, ya no estaba allí.
–– FIN ––
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Puntos Fijos (Doctor Who)
FanfictionTratando de olvidar a Donna Noble, el Doctor se reúne con Jack Harkness para divertirse. Por desgracia, la fiesta se verá interrumpida bruscamente y deberán escapar, para acabar aterrizando en una ciudad en guerra en la que se encontrarán en una sit...