Capítulo 2

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Ya habían pasado dos semanas desde que no veía a aquella preciosa chica de ojos esmeralda, todo por mi testarudez. Sabía que ella era buena para mí, pero el recuerdo de Amelie todavía estaba presente. Aunque cuando sentía cerca a Charlotte no había rastro de su nombre. 

Pero antes de poder imaginar una historia con la preciosa Charlotte mi subsconciente me atacó: 'No sabes nada sobre ella'

Y era verdad. Venga Ed, invítale a un café o simplemente a dar un paseo. Y lo hice.

- ¿Hola? - su pequeña voz sonó a través del teléfono.

- Hmm, sí hola. Soy Ed. - pude escuchar su sonrisa acompañada de un suspiro.

- Hace tiempo que no escuchaba tu voz. - añadió riendo. Y vaya risa, mi sonido favorito. 

No sé el tiempo que estuvimos en silencio hasta que mi boca empezó a pronunciar palabras que no creía poder decir.

- ¿Te gustaría venir conmigo a dar un paseo o tomar un café? - recé porque tuviera tiempo, o simplemente quisiera venir.

- Oh, me encantaría. - podía sentir el entusiasmo correr por sus venas.

- ¿Qué tal mañana? A las 17:30, en Starbucks. 

- Sería perfecto - unas voces acompañaron su risa, aunque no para bien, entonces supe que era de un hombre, mierda -. Ed, tengo que colgar, nos vemos mañana. 

Y su voz temblaba, no pude responder ya que me colgó rápidamente. Me quedé pensando sobre si podría ser su padre o simplemente su novio. Y ahí mi corazón, se volcó. ¿Tendría novio? 

- Es preciosa, no dudaría si lo tuviera. - pensé. Necesitaba tranquilizarme, mis puños agarrados con fuerza al marco con la foto de Amelie que posteriormente fue tirado al suelo. Rompiéndose en mil pedazos, como la vez que me dejó. Esa foto había pasado de marco en marco, pero ya no. 

Coloqué la foto encima de una fuente de acero, literalmente corriendo busqué la caja de cerillas que guardaba en el viejo armario. 

- Hasta nunca, querida Amelie. - y tiré la cerilla encendida hacia su foto. Quemándose y volviéndose cenizas.

***

La tarde del día siguiente llegó por fin. Metí mis piernas en unos pantalones negros y en mis pies unas converse blancas. Acompañé la camisa holgada con una sudadera negra con capucha.

- Listo.- susurré cuando me vi en el espejo y saliendo de mi apartamento, no antes de arreglar mi cabello despeinado y desplazarlo hacia la derecha.

El camino no fue lento, ya que caminé con prisas acompañado de nervios y sonrisas.

Narra Charlotte

Hice cuanto pude para que los moretones en mi piel del antebrazo desaparecieran. Los actos de Ethan no fueron muy agradables y acabaron haciéndome daño. Su agobiante control hacia mí me hacía anormalmente débil y no es así.

Ethan siempre será un ex novio más, aunque trate de escabullirse por mi ventana para mirarme y acabar besándome a la fuerza, siempre será un ex novio. 

Mis pies acompañaban al compás a la música de mi reproductor, balanceando mi vestido blanco y jugando con mi chaqueta rosa. 

Alcé mi vista para encontrarme al pelirrojo de espaldas, extrañamente jugando con sus dedos. Mis manos pasaron por su pelo hacia sus ojos, tapándolos.

- Adivina quién soy. - dije con voz rara delantando a mi propia risa. Ed reía conmigo.

- Charlotte. - destapé sus lindos ojos azules y planté un beso en su mejilla lijeramente teñida de rosa.

Pedimos nuestros cafés y acabamos hablando como dos cotorras y eso me gustaba. Ed era increíble, era honesto, su voz me ponía la piel de gallina, y qué ojos, y qué pelo, lo hacían increíblemente guapo. Me atrevería a decir que con esa sonrisa, podría ser un ángel.

- Charlotte...- su voz me hizo volver a tierra, sonrojándome. Hice una mueca de no entender y él rió-. Dije qué cuántos años tienes.

- Veinte. Hmm, y ¿tú? - mi voz temblaba por los nervios y le hizo sonreír de la manera que dije anteriormente.

- Veintidós. - habló con voz ronca.

Pasamos la tarde entre abrazos amistosos incluso empujones divertidos y cariñosos. Ed me llenaba de alegría, al contrario de Ethan. Ethan era oscuro y peligroso, aunque pudiera sacar su parte buena, no duraba ni dos minutos. Las discusiones se volvían más frecuentes, hasta hubo veces en las que sus portazos me asustaban tanto, que lloraba. Ed era totalmente diferente.

Ed era único, estaba segura de ello.

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