Capítulo 4.

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El fuerte ruido de la puerta consigue que aparte la vista de mi libro lleno de fantasía, amor y bla bla bla. Me levanto de la cómoda cama dónde me tenía pensado tirar toda mi tarde no productiva y salgo hacia el salón.

Mis ojos caen al torso de Ethan, recientemente manchado de sangre. Corro hacia él y me abraza, le dejo que lo haga, está apunto de caerse, va borracho.

- ¿Qué coño? - formula mi voz ganandose el suspiro de Ethan.

Tardo unos minutos en darme cuenta de que no es él el que está herido, y que esa sangre no es suya sino de algún pobre idiota que decidió meterse con Ethan.

Mi voz rápidamente se quiebra y no sé si correr o pararme a preguntar lo que pasó. Sin darme cuenta, me voy alejando de él, sostiene una mirada ladína y su sonrisa es blanca pero miserable. Quien fuera a quién golpeó debe de estar literalmente hundido.

- Oh, vamos nena. No me tengas miedo, no te voy a hacer daño. Sólo quiero diversión, y sé que tú también la quieres.

Sus palabras marean mi mente, de repente lo veo todo negro. Pero no tardo en volver a estacionarme firme, no me va a tocar. Salgo corriendo hacia la cocina, más rápida que una liebre escondo un cuchillo de cocina en la parte trasera de mis pantalones.

- Charlotte, no me hagas enfadar.

Su voz ruge en todo el apartamento y estoy segura que en el edificio también. Tengo miedo, estoy asustada y lágrimas no tardan en llegar nublando mis ojos y empapando mis pestañas. Ethan se encuentra justo en frente de mí, con esa sonrisa sarcástica en sus labios. Agarra mis muñecas y me acorrala en la pared.

- Nena, vamos a tener diversión. Ahora.

Su orden me deja seca, me quema la garganta y no puedo gritar. Deseo gritar pero no puedo. La boca de Ethan se posa urgente contra la mía, su lengua derrota a la mía y me siento sin aire. Se separa de mí y deja un casto beso en mi frente.

- Vamos a la cama.

Me quedo donde estoy, quieta y malhumorada. Todo esto parece una pesadilla, pellizco mi mejilla en un intento de escape pero no pasa nada.

- ¡Muévete, estúpida!

Está enfadado, le estoy haciendo esperar y no le gusta. A mí tampoco me gusta que por eso acabe con más de un moratón en el labio y en el brazo. Temblorosa, me acerco a mi habitación, donde él se está desvistiendo. Ethan es músculoso y atractivo, el problema es que le tengo miedo y eso no es conveniente.

-Desnúdate.

El tono amenazante de su voz me enfada, pero sé que estoy bajo su dominio. Estoy presa y es por un maldito controlador y abusivo hombre.

- ¡Ya basta!

Mi voz alta y dura consigue despertarme del trance en el que estaba. Demonios, llevo un cuchillo en la parte trasera de mis jeans, puedo defenderme, sólo tengo que tener la suficiente autoestima. Él se acerca sonriendo maliciosamente, y me agarra de la barbilla para que le mire a sus ojos. Totalmente oscuros, sin luz, sin vida.

- Te vas a desnudar, ahora.

Demanda esta vez más calmado, piensa que le voy a hacer caso pero hago lo que me viene a la mente. Cojo el móvil de mis jeans y corro, corro como el demonio, bajo la escalera del piso corriendo porque sé que si cojo el ascensor estaré bien jodida.

- ¡Charlotte! ¡Charlotte, vuelve aquí!

Me estremezco pero sigo corriendo. Llego a la puerta del establecimiento y miro hacia atrás. Viene caminando despacio, sin prisas. Frunzo el ceño y decido volver a correr. Cruzo la esquina, vuelvo a cruzar unas cuantas más y nadie me sigue. Corro dos manzanas más y sí me paro. Respiro pesadamente, me agarro a la pared con mis dos manos y lloro. Lloro de impotencia y de rabia, lloro por no poder echar de mi vida a ese maldito hombre que está destruyéndome. Nadie me da órdenes, por eso decidí vivir sola.

Más calmada, limpio con el dorso de mi mano las lágrimas restantes en mis ojos y camino. Debo de tener una pinta horrible. Estamos a principios de invierno y hace un terrible frío. Nada más que llevo una camisa y mis pantalones. Mis pies helados de frío por el contacto húmedo del suelo. Siento mis párpados pesados y también me duele el pecho. Tiro del cuchillo que guardaba en mis pantalones y lo arrojo en un contendor cerca de la acera.

Miro la hora en mi móvil. Son las tres de la madrugada, mierda. ¿Dónde duermo? No puedo volver al apartamento, y mañana trabajo a las nueve en punto.

- Mierda, mierda, mierda.

Maldigo en voz baja y miro en mis contactos. Ed. Su nombre me llama la atención, pero es el único amigo que tengo en este lugar de la ciudad y estoy segura que me ayudará. Mis dedos temblorosos marcan su número de teléfono y le doy al botón verde esperando la voz del pelirrojo.

- ¿Charlotte?

Su voz me indican que le acabo de despertar de un pesado sueño y está molesto, pero preocupado.

- Ed, necesito que me ayudes. Por favor.

- ¿Dónde estás?

Su voz está más calmada pero ronca, sonrío aunque sé que no puede verme. Le digo el nombre de la calle en que estoy y cuelga.

Unas sombras se divisan a lo lejos y pienso que es Ed. Recuerdo que él estaba soñoliento, no creo que se haya traido amigos.

- Esa perra se escapó, no sé cómo lo hizo. Pero se escapó, la muy...

Esa voz... me escondo detrás de un coche con mi respiración pesada.

- Está bien, déjala Ethan. Ella no sabe lo que es aprovechar a un tipo como tú, cielo.

La empalagosa de Rose se cuelga del brazo de Ethan y lo mira risueña. Aunque no me moleste en absoluto que esté con Ethan, nunca me cayó bien. Es tan perra que me dan ganas de agarrar esa melena rubia y quitársela a golpes.

Las dos sombras desaparecen y veo como un auto se estaciona justo en frente de mí. Me asusto pero veo que es Ed quien está dentro. Sonrío y corro como loca dentro del coche.

- Gracias, gracias, gracias y gracias.

Es lo primero que formulo cuando entro y le abrazo. Su aroma a café me invade y él me mira hasta mis mejillas ponerse color carmín.

- ¿Qué es lo que pasó?

Le cuento todo, quitándo la parte de que me mandó a desnudarme. Sería extraño hablar eso con un chico.

- Ese maldito cabrón.

Su voz murmura todo el trayecto cosas indecentes y llegamos a su casa. Es una casa bastante bonita, es como un loft, se ve todo desde la puerta quitándo el baño. Está decorada con muebles negros o blancos. La casa es bonita pero pienso que debería alternar los colores. Él está poniedo ropa encima de la cama.

- Puedes darte un baño, te he dejado ropa en la cama, yo dormiré en el sofá.

- Oh no, no seas molesto. Duerme tú en la cama, yo debería dormir ahí.

Chasqueo, pero él parece no importarle porque se tumba en el sofá y al cabo de minutos su respiración es lenta y sosegada.

Me doy una ducha y me sonrojo al ponerme unos boxers negros que sacó para mí. Estoy vestida y calmada por fin. La ropa de Ed me queda grande, pero gracias a la cuerda de los pantalones de sport puedo sujetarlos bien a la cintura. Abro la cama y me meto dentro. Pero no antes de susurrarle un "gracias" a mi salvavidas.

Drunk.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora