Despierto en una habitación desconocida, pienso que quizá esté en la calle por la cantidad de luz que entra ahí, pero recuerdos del día anterior recorren mi mente.
Froto la palma de mi mano contra mis ojos intentando ver claramente. Me levanto y veo que Ed ya no está aquí. Puede que fuera al trabajo o a dar un paseo.
Mierda, trabajo.
08:36am
En menos de diez minutos estoy vestida. He decidido coger mis pantalones y una camisa de Ed. Espero que no le importe, realmente huele bien. A café y a Ed, una mezcla deliciosa. Remuevo mis pensamientos y me centro en que no tengo zapatillas. Busco en el armario del pelirrojo y encuentro un par de converse que raramente se me ajustan a los pies.
Mi pelo es recogido rápidamente en una cola alta y entro al baño para eliminar el resto de maquillaje de ayer. Odio no tener aquí mi neceser porque se me nota el pequeño inchazón en el labio todavía. Aplaudo mentalmente por no encontrar restos de moretones en mis mejillas.
El pánico acude a mí cuando me quedán cinco minutos para llegar a tiempo. Encuentro una pequeña nota encima de la mesita al lado de la cama antes de coger mi móvil.
Querida Charlotte:
He salido, puedes desayunar lo que quieras. Vuelvo dentro de un rato.
Ed.
Demasiado tarde para que algún alimento pase por mi estómago, no tengo ni apetito ni tiempo. Bajo las escaleras del piso corriendo y sigo igual con tres manzanas. A la cuarta llego a la cafetería.
09:00am
A tiempo.
Le doy los buenos días a Kendra y a Jason, mis compañeros de trabajos. Mi jefa no ha llegado todavía y suspiro de alivio al no verla.
- ¡Deja de suspirar y ponte a trabajar, Charlotte! - la voz exasperante de Lindsay se escucha en todo el establecimiento dejándome por quincuagésima vez en ridículo, y sólo ha pasado un mes. Amargada. A veces no la aguanto.
Me pongo rápidamente el delantal negro que cubre desde mi cintura hasta por encima de mis rodillas. No tardo en atender a la gente. No es por presumir, pero me va demasiado bien en este trabajo y creo que por eso mi jefa me odia. En un abrir y cerrar de ojos es la hora de acabar mi turno.
18:00pm
No he comido en todo el día y mi estómago ruge, no sé por qué rechacé a Jason sobre ir a comer juntos. Muero de hambre. Caigo en la cuenta de que llevo las llaves del apartamento en el bolsillo delantero del pantalón. Sólo me hace falta la suficiente valentía de ir y enfrentarme a Ethan. Seguramente no esté, suele salir a menudo.
Me decido por ir y cuando quiero huir de ahí, estoy abriendo la puerta del apartamento.
Silencio, mucho silencio.
Tenía pensado preguntar si él se encontraba ahí pero no quiero enfrentarme a alguien que me intimida con sólo mirarme.
Avanzo cuidadosamente para encontrarme con un Ethan totalmente dormido en el sofá, botellas esparcidas por el suelo, rotas y el líquido fuerte llegando a mis fosas nasales. Si algo sé sobre Ethan es que cuando bebe, no se levanta muy temprano.
Sonrío victoriosa y me dispongo a darme una ducha. Saco unos jeans oscuros que llegan a la altura de mi ombligo y una camisa de manga larga amarilla y ajustada que deja ver una pequeña parte de mi vientre.
Mis músculos se relajan por el contacto caliente del agua con el jabón y cierro mis ojos disfrutando de la calma. Seco mi cuerpo y mi cabello. Coloco la ropa interior y la ropa situada encima de la cama. Dejo mi cabello suelto y para terminar pongo unas vans en mis pies.
Dejo salir un largo suspiro de mi boca y siento tranquilidad. Tranquilidad que dura muy poco ya que escucho esa voz tan grave.
- Jodida resaca - maldice. Sus pasos se van adentrando a la habitación y no sé que hacer, o correr o que me vea y hablar. Elijo la segunda porque para elegir la primera va siendo demasiado tarde.
- Charlotte...- cuando me ve, imagino una luz en sus ojos, pero solo lo imagino porque más tarde sus ojos siguen oscuros como el carbón.
- Ethan, necesitamos hablar. - intento que mi voz suene firme, intento fallido. Tiemblo y me siento incómoda. Sin dudarlo, él se acerca a mí a grandes zancadas abriendo sus brazos y mete su cabeza en mi cuello. Aspira mi aroma y me quedo quieta. Mis brazos siguen en jarras y debería de estar enfadada.
- Lo siento, lo siento nena... Yo no debería... lo siento, de verdad - su voz suena calmada y triste, tristeza usualmente finjida-. Tú sabes que todavía te amo y nuestra ruptura no... no me sentó bien... sólo te quiero para mí. Tú eres mía, Charlotte. Seguirás siendo mía a pesar de que no me quieras cerca.
Y por esto, por estas mentiras que me creo siempre, acabo metida en el mismo juego de mierda con el mismo cabrón.
- Quiero ser una buena persona por ti, nena. Quiero cambiar para ti. - susurra engreído en mi oído. Quiero golpearle, quiero gritarle que no le amo. Quiero salir corriendo de la jaula que son sus brazos alrededor de mí.
- Perdóname, por favor - su súplica me deja sin aliento, él me deja sin aliento. Se separa de mí y lo veo arrepentido. O simplemente quiero imaginarlo.
- Está bien. - una voz rasposa sale de mi boca, no puedo permitirme hacerle daño. No puedo hacerle ni la mitad del daño que él me hizo a mí.
- Eres tan buena conmigo, Charlotte... Realmente no te merezco, perdóname por todo. Por todo el daño que te he hecho.- yo sé que está jugando, pero a diferencia de otras veces, él me dijo que lo siente por todo. Nunca se disculpa por el daño que hizo en mí. Estoy rota por su culpa pero se ha disculpado. Ethan no fue mi primer amor, pero estuve enamorada de él un buen tiempo. Después de que él comenzara a golpearme por su protección y celos hacia mi persona, el amor se esfumó y se reemplazó por puro miedo. Miedo a querer encontrármelo en la calle o en el trabajo.
Yo tenía miedo de Ethan y él lo sabía, utilizándolo en mi contra.