AU: Donde Guillermo recibe mensajes atrevidos de un desconocido.
Número desconocido: Necesito follarte ya
Guillermo: Qué
Advertencia❗: Historia escrita hace 5 años, con poco nivel de profundidad. Puede tener faltas de ortografía, incoherencias y def...
Amor: Estoy tan feliz de que no te haya pasado nada
Amor: Te juro que me mato si te ocurre algo bebé
Chiqui: No digas eso, tendrías que seguir con tu vida
Amor: Sin ti no.
Chiqui: Sí
Amor: n o
Chiqui: S í
Amor: N O
Chiqui: S Í
Amor: NOOOOOOOO.
Chiqui: Bueno basta
Amor: :c estaba divertido
Chiqui: Sabes que sí está divertido? 7u7
Amor: Que 7u7
Chiqui: Mi culo en tu pepino 7U7
Amor:
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Chiqui: (╭☞ ͡ ͡° ͜ ʖ ͡ ͡°)╭☞
Amor: Recién sales del hospital y ya andas con tus cochinadas
Amor: Esto me pasa por tener de novio a un pervertido pf
Chiqui: Qué
Chiqui: A ver, a ver, repítelo
Amor: Esto me pasa por tener de novio a un pervertido
Chiqui: >:O
Chiqui: CÓMO TE ATREVES HIJO DE SATÁN!!11!!1!
Amor: DDD:
Chiqui: TÚ ERES MILLONES DE VECES MÁS PERVERTIDO QUE YO
Amor: Calmate
Chiqui: NO ME CALMO NI UNA MIERDA
Amor: Si no te callas, te meteré el pene en la boca
Chiqui: ...
Amor: Así me gusta
Amor: Igual quería una mamada, pero bue
Amor: Comienzas a notar quien domina en esta relación? Bl
Chiqui: Tu puta madre domina esta relación
Amor: peNSÉ QUE REGRESARÍAS MÁS TIERNO DEL HOSPITAL
Chiqui: Pensaste mal
Amor: Gruñón amargado
Chiqui: Endulzame
Amor: ¿Cómo?
Chiqui: Traeme chucherías :>
Amor: Que pereza, estoy cómodo aquí
Chiqui: Vaaaamooooos
Amor: Neee
Chiqui: Por favooooor :(
Amor: ¿Qué te parece si mejor salimos un rato?
Chiqui: :D ¿A comprar chuches?
Amor: Claro bebé
Chiqui: Wooooooooh!
Ambos chicos van tomados de la mano caminando hacia una tienda de chucherías como el menor quería. Sus dedos están entrelazados y sus bocas tienen sonrisas amplias.
Samuel ha agradecido al cielo trillones de veces por no haber permitido que algo le sucediera a Guillermo. Se siente en deuda con el destino por permitirle vivir más momentos felices junto a ese chico tan hermoso que poseía como novio. No busca nada más, porque todo lo que tiene es lo único que necesita.
Entran a la pequeña tienda, el pelinegro se entusiasma y tira de Samuel para buscar las golosinas que él desea.
—¿Cuáles te gustan amor? —pregunta el castaño viendo con ternura a su acompañante.
—Ya sabes, las gomitas que saben a frutitas.
El mayor ríe.
—Entendido.
Entonces están buscando las benditas gomitas por toda la tienda. Samuel no recuerda haberse sentido tan alegre en toda su vida, tal cual se siente ahora mirando su novio buscar con un brillo en sus ojos los comestibles. Se dan todo el tiempo del mundo para encontrarlas, no hay prisas. A pesar de que el castaño sea la persona más impaciente de todas, con Guillermo siempre se controlaba. Él le daba la tranquilidad necesaria como para no desesperarse a la hora de esperar.
—¡Las encontré! —él dice levantando una bolsita con gomitas en forma de frutas en el interior—. Vamos a pagarla, vamos, vamos, vamos.
Se acercan a la caja donde hay un rubio de ojos verdes atendiendo. Samuel saca su billetera y de ella extrae el dinero necesario, entregándoselo al chico. Y cuando ve como su mano estirada es ignorada, sube la mirada dándose cuenta que el chico está mirando de arriba hacia abajo a SU novio.
—Disculpa, ¿se te perdió algo? —Samuel toma al pelinegro de su cintura, pegándolo a un costado, demostrándole al rubio atrevido que ese chico era suyo.
—No.
—Entonces haz tu trabajo y recibe el dinero luego ¿quieres? —El chico desconocido forma una expresión burlesca, tomando el dinero con fuerza y Samuel gruñe por lo bajo.
Guillermo mira la escena con los ojos abiertos. No entiende que es lo que pasa, él estaba felizmente concentrado en sus gomitas hasta que sintió el agarre fuerte del castaño. Se da cuenta que es un ataque de celos y rápidamente intenta disuadirlo.
Se acerca a su oído hablándole lentamente:
—Vámonos luego que quiero usar la cama esta tarde. —Samuel lo mira de soslayo y le sonríe seductor.
—Oh, por supuesto bebé.
El rubio le echa una última mirada a Guillermo, guiñándole el ojo y antes de que el castaño pueda reaccionar ante eso, el pelinegro lo toma de la mano sacándolo de allí.
—No me gusta que te coqueteen. Eres mío —vuelve a gruñir ya en su casa y con Guillermo sentado en sus piernas.
—Eres muy sexy cuando te pones celoso —comenta gatunamente, comiendo una de sus gomitas.
Samuel eleva una ceja divertido.
—¿A sí?
—Sí.
El castaño acaricia los muslos del pelinegro y deja un beso en su mejilla. Le parecía imposible que una criatura tan adorable como Guillermo existiera y que además le perteneciera.
—Di que eres mío.
—Soy tuyo —ronronea.
—Oh sí, sí lo eres —repite llevando sus dedos al estómago de su novio.
Y se da inicio a una guerra de besos y cosquillas.
Y ambos sienten que podrían explotar de felicidad en ese mismo instante.