Mark no se movió de su lugar, por un buen rato se mantuvo mirándome. Si lo que quería era intimidarme, pues estaba muy equivocado porque no tenía miedo. Para ser sincera me sorprendió, normalmente le temía a muchas cosas. Tal vez se trataba del alcohol en mi cuerpo.
Inhalé con fuerza y di otro paso hacia delante con la espalda bien recta.
-Te he hecho una pregunta.
Por alguna razón, su mirada firme me confundió. Frunció los labios mirándome de arriba abajo.
-Por qué has entrado aquí -eso, sin duda, no era una pregunta.
Se puso en pie y se lanzó hacia mi posicionándose a unos centímetros de mí, tuve que dar un paso atrás, pero él se volvió a aproximar, dejando muy poco espacio entre nosotros.
-¿Por qué has entrado? ¡Respóndeme! -Me gritó.
Intenté mantener la calma.
-Yo...
-No deberías estar aquí.
Se pasó las manos por el cabello con desesperación mientras daba vueltas por el lugar.
-Yo escuché... un... un grito y he venido a ver lo que sucedía -expliqué.
Mark que se encontraba con las manos apoyadas sobre la pared me observó frunciendo el ceño. Se le escapo una carcajada irónica.
-¿Eres inepta, o qué?
Apreté los puños con cólera.
-Te escuché pronunciar el nombre de mis padres, ¿podrías explicarme eso?
No aseguraba que fueran mis padres pero no perdía nada si se lo preguntaba. Los ojos inquisidores de Mark me taladraron con tanta rabia. ¿Qué le sucedía?
-No pienso darte explicaciones de nada, vete de una buena vez, entrometida.
Aquello ya era suficiente. Respiré hondo. Si aquel tipo seguía con su maldito carácter...
-No se te da bien escuchar, ¿no?
Mi vista fue a dar a sus manos y entonces olvidé lo demás.
-No lo entiendo -murmuré, con la mirada fija en ellas.
Tenía cortes. Eso, y contando las gotas de sangre esparcidas por el suelo y la pared. Era como si estuviera en el lugar de un presunto asesino. Siguió mis ojos y se observó por un rato los nudillos, después escondió sus manos detrás de su espalda.
-¿Por qué lo haces? -pregunté aun con voz baja-. ¿Por qué te haces daño?
-Eso no te importa -dijo entre dientes-. Vete antes de que sea tarde.
Fruncí el ceño.
-¿Tarde para qué?
-No hagas más preguntas y vete ya.
-¿Señor Allen?
-Mierda-dijo en un murmuro.
Me alarmé enseguida y por un instante sentí que si me escondía detrás de Mark estaría a salvo de aquella voz tan grave y misteriosa que acababa de entrar a la casa.
El chico me tomó del brazo con fuerza y me tapó la boca con una de sus manos. La fuerza con la que me envolvía era tan brutal que casi pude sentir todos mis huesos romperse pedazo por pedazo. Traté de gritar pero fue en vano.
-Deja de forcejear y cállate -dijo con un gruñido en mi oído-. Al menos si quieres salir ilesa de aquí.
Aquellas palabras me dejaron estática y dejé de moverme en contra de mi voluntad. Nos fuimos acercando a una pequeña puerta que hasta ahora no fui consciente que estaba ahí, la abrió metiéndome al estrecho espacio que había dentro. Se agachó a mi altura y de pronto noté que su mirada ya no era severa como antes, más bien era preocupación.
ESTÁS LEYENDO
Ese chico solitario
Fantastique-¿Qué sientes tu por mi? -pregunté con una sonrisa divertida. -Absolutamente, nada -respondió él, con una mirada mordaz-. No siento nada por ti. Ni siquiera sé si me agradas. -Ya me estas mintiendo otra vez. -Lo digo enserio. No quiero que formes p...