22.

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Ugh, me doy por vencida.

He estado la última hora cambiándome una y otra vez, pero nada me convence.

Esto es extraño, generalmente no soy así, suelo ponerme algo y me gusta, pero hoy es diferente. Quiero resaltar, pero quiero mantener mi esencia.

Si sigo así, es probable que llegue tarde, tal ve sea mejor llamar a Ginger.

Llamada

—¿Hola?— preguntó agitada.

—Hola, ¿Interrumpo algo?—contesté extrañada.

—No, nada, ¿Qué necesitas?

—Tengo una crisis— me quejé.

—¿De vestir?—preguntó.

—¿Cómo lo sabes?

—Era más que obvio, cariño— se burló.

—¿Puedes ayudarme?— hice un puchero, a pesar de que no pudiera verme.

—Estoy en tu puerta, literalmente, ábreme—dijo ella y luego colgué.

Por eso es mi mejor amiga, me conoce perfectamente.

—Te amo— me lanzé a ella apenas abrí la puerta.

—Yo también, ahora suéltame y veamos esa ropa— le hice caso y subimos a mi cuarto.

Estuvo revisando prendas y posibles combinaciones.

—Usarás esto—me mostró unos pantalones negros y un crop top también negro.

—No, no hay manera de que lo ocupe, muestra mucho, aparte es invierno—me quejé.

—Y te pones esta camisa encima— me mostró una camisa escosesa.

Al verme dudar, agarró una carterita y unos botines de plataforma.

—Te pondrás eso—me señaló la ropa—o irás con un vestido y tacones, es tu decisión.

—Maldita manipuladora— bufé y me crucé de brazos.

—Me amas y lo sabes— rió— mientras tu te cambias, iré a comer algo.

Dicho esto bajó a la cocina. Ni me molestaré en reclamar, probablemente estuvo toda la mañana preparando la feria y no creo que haya tenido tiempo para comer.

Luego de cambiarme decidí maquillarme un poco, lo usual; labial, rímel, un poco de delineador y listo. Puse en la cartera lo que llevaría y bajé a la cocina.

— Estoy lista, ¿Qué comiste?— noté que tenía un plato ya vacío.

—Saqué un poco de pasta de una olla y le puse salsa, estaba muy rico, gracias, moría de hambre — rió.

—No hay problema, ¿Nos vamos?

—¿Estás ansiosa de verlo?— se burló.

—Siempre—reí— pero en serio, si no salimos ahora llegaremos tarde.

—Vamos, ¿En el auto de tu madre, no? No traje el mío.

— Lo suponía— le mostré las llaves.— Ahora vamos, en el auto dime que puestos hay, ni siquiera sé que universidades van.

Ginger salió, la seguí y cerré la puerta con llave, entramos al auto y nos fuimos.

"Hey, Shawn."Donde viven las historias. Descúbrelo ahora