Capítulo 13

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Aleksi

Subí al ascensor de cristal que me llevaba directo a mi oficina en Kozlov Palace. Llegaba diez minutos tarde a la reunión programada por Fredrek. Mierda. Tenía interminables llamadas perdidas que no respondí. La mayoría de ellas eran de Alina. Sabía que estaba al tanto de mi salida con Bella y pronto tenía que enfrentarla. Odiaba los dramas.

Atravesé las puertas y le eché un vistazo al reloj en mi muñeca. Las voces se escuchaban en la sala de juntas. Mis asociados eran hombres puntuales y serios. Debería darles el mismo trato, en cambio, estaba demasiado ocupado pensando en unos ojos azules y dulces pecas. De hecho, planeaba tomarme el día libre para follarla el resto de la mañana y la tarde. Me gustaba pasar tiempo a su lado y verla sonreír casi tanto como oír sus gemidos de placer. El calor se precipitó por mi cuello mientras recordaba la forma en que se tocó. Esperaba muchas cosas de mi pequeña cautiva, pero nunca la confianza en sí misma que me mostró.

Ella había manejado muy bien la situación. Asumí que estaría desecha después de haberla follado la primera vez. No fui amable y Bella aceptó mi brutalidad como ninguna mujer. Tan valiente y luchadora. Lo supiera o no, desde esa noche aceptó pertenecerme el resto de su existencia.

El monstruo dentro de mí se alimentaba de su luz y sus ansias de libertad. Nuestra cita era una demostración de lo que podía darle o quitarle. Me ayudó a descubrir que la tendría a mi entera disposición siempre y cuando la complaciera con algunas acciones nobles. La necesitaba completa y feliz para que pudiera seguir el ritmo de mis exigencias. Mi plan era ilusionar a su mente inocente y convencerla de que escapar ni siquiera debería ser una opción. Quería cortarle las alas. Quería que mi hermoso pajarito estuviera conforme con su jaula de oro.

Sacudí la cabeza y entré a la sala de juntas. Fredrek se encontraba sentado a mi derecha y Lev a mi izquierda. Viktor se paró respetuosamente cerca de mi silla con los brazos cruzados y los audífonos conectados a sus oídos. Me avisó que había recaudado informes importantes sobre el atentado. Él era la única persona en esta habitación en quién podía confiar además de Fredrek. No era un simple subordinado o empleado. Era el hombre que me salvó varias veces detrás de esas celdas.

Aparté esos pensamientos y me desabroché la gabardina para colocarla en el respaldo de la silla. Fredrek alzó una sola ceja en reprimenda mientras Lev se veía visiblemente molesto. Era evidente que los chismes corrían rápido en esta ciudad. El hombre estaba a punto de sacar una pistola y dispararme.

—Buenos días a todos—mascullé y enrollé la camisa blanca hasta mis codos.

Respondieron con asentimientos y murmullos. Hubo un golpe en la puerta y luego Alina entró con una humeante taza de capuchino. Nada de sonrisas ni guiños coquetos. Su expresión era distante. Esperaba que el café no compartiera su mismo mal humor. Odiaba tomarlo frío.

—Aquí tiene, señor—dijo simplemente y lo dejó sobre el escritorio antes de retirarse.

Sin berrinches. Sin lágrimas. Sin reproches. Todos en la habitación se quedaron en silencio mientras me sentaba y bebía un sorbo. No le di mucha atención a Alina. Debía ocuparme de algo mucho más importante. Leí despacio los informes de Viktor, examinando con detenimiento las fotografías capturadas por las cámaras de seguridad de la interestatal.

—Viktor—bramé y empujé el café lejos de mi alcance. Estaba jodidamente horrible y con exceso de azúcar. Así que esta era su venganza, ¿eh? Era toda una sorpresa que no le pusiera veneno. Sonreí haciendo caso omiso de la mirada cargada de reproche que me daba Lev. No le agradaba que su dulce princesita rubia fuera humillada. Una cosa era hacerlo en privado, pero en público era muy diferente.

—Todo indica que los irlandeses no estuvieron detrás del atentado—expuso Viktor parándose a mi lado—. Ellos son identificados por usar una marca especifica de autos.

Cautivos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora