Capítulo Seis.

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Peeta y yo la hemos alcanzado, y ella, por un momento se queda observando un pastelillo con cobertura de colores y perlitas comestibles.
-Puedes tomar los que quieras, Prim.-Le dice y sonríe amablemente Peeta.
A lo cual yo de inmediato respondo negativamente.
No puede solo tomarlos e irnos así, sin pagarlos, aunque es un gesto muy amable de parte de Peeta, es injusto no pagar por el trabajo que le ha costado hacerlos.
Él sigue insistiendo hasta que, por fin cedo y con infinitas gracias Prim y yo volvemos a casa.
No estoy tranquila, no puedo estarlo, no después de lo que acaba de pasar con Peeta y con el alarmante sonido de los agentes de la paz fuera.
Me encuentro sentada en el sofá de mi casa, en la Veta, no en la Aldea de los Vencedores como mi sueño lo dicta, por mi mente sólo gira una cosa: Mi futuro, el de Peeta, el de mi familia, el de Gale y el de Panem, concretamente, el futuro.
Aún no logro aceptar la posibilidad de estar encerrada en la Arena, lo logré en mi sueño, pero si realmente voy, ¿lo lograría de verdad? ¿O sólo sería un tributo perdedor más, de esos por los que la gente apuesta al inicio, pero en el transcurso, pierden las apuestas, bajan los patrocinios porque sus tributos caen. ¿Y todo gracias a quién? Dos palabras: El Capitolio.

Entonces, No Fué Real.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora