Entonces, No Fué Real.

Capítulo 8.

Salimos de casa, Prim y yo por delante, con las manos entrelazadas, nuestra madre, tras nosostras, con la mirada tan perdida como siempre.
Nos dirigimos al Edificio de Justicia.
Todos los chicos y chicas del distrito ya están ahí, formados, veo unos cordones que nos dividen de los hombres y una mujer, alta y con un uniforme tan limpio y reluciente toma de un jalón mi dedo y lo pincha hasta ver una gotita de sangre.
El aparato en el que ha colocado mi sangre en un instante parpadea y se puede leer en la pequeña pantalla "Everdeen, Katniss" .
A
Es hasta que la mujer acaba de formarnos y comprobar nuestra identidad cuando
-Ve con las niñas pequeñas, te veré después- le ordeno a Prim.
De inmediato sale la misma acompañante de Juegos de los tributos cada año: Effie Trinket.
Comienza la monotonía de su discurso que año tras año hemos ido escuchando.
No tengo en este momento la cabeza apta para pensar algo más que en ¿qué pasará si de verdad Peeta y yo vamos a los Juegos?
De alguna manera tengo el presentimiento de que no lo lograríamos y que nos estamos sugestionando respecto al sueño, o al menos yo.
Es sólo un sueño, pero aunque me detenga a pensar no encuentro la respuesta correcta a la pregunta más importante ¿De verdad este es mi futuro? No es tanto encontrar la respuesta correcta sino analizar.
Si esto dicta nuestro destino, haré lo posible y me arriesgaré para hacer de Panem un Panem como en el final de mi sueño.
Y de repente, mi nombre suena por cada una de las bocinas conectadas al micrófono y de un momento a otro, miles de miradas están sobre mí.
-¿Dónde estás, Cariño?- dulcemente repite Effie.
Me abro paso entre la muchedumbre y subo con cautela cada uno de los recién fregados escalones de mármol del Edificio de Justicia.
Effie tiende su mano hacia mí y la acepto para no ser grosera.
Ya arriba vislumbro a Gale, con una mirada triste, pero como si al mismo tiempo tratara de decirme algo.
Unas tres filas más atrás, una cabellera rubia y unojos azul hermosos me miran. Él me sonríe tristemente, como esperando a escuchar su nombre...

Effie me da una palmadita en la espalda, me coloca a su izquierda y toma el micrófono mientras mete su delgada mano a la urna.
-Y el varón tributo del Distrito 12 es- dice mientras cuidadosamente desdobla el pequeño papelito- Peeta Mellark.
Lo veo caminar y sonreír, no se nota preocupado porque ta sabíamos que ocurriría.
Y mientras lo observo subir las escaleras, alguien sale de entre la multitud gritando.
-¡Yo me ofrezco como tributo!