Ni aunque busques por debajo de las piedras

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     Pasó muy poco tiempo y el ruido producido por el camión se hizo lo suficientemente fuerte para que todos los presentes lo notáramos. Poco a poco el fragor se agudizó y cuando menos lo esperábamos, el vehículo pudo divisarse al fondo de la calle, entonces Bite gritó «¡Entren todos a mi casa y luego bajen por las escaleras hacia el sótano!». Él se adelantó y nosotros lo seguimos, como si éste fuera "la mamá de los pollitos". Una vez abajo, el líder se dirigió desesperadamente a la esquina de la habitación y desplegó del techo una pequeña puerta que permitía acceder a un pasadizo secreto por medio de una escalera plegable que tenía unida. Me impresioné al ver el escondrijo, pues pese a que anteriormente estuve en el sótano, la entrada estaba perfectamente camuflada con el panorama y no me pude percatar de ella.

     —Este pasillo conduce hasta las alcantarillas de la ciudad. Yo solía utilizarlo en el pasado. Aunque ustedes no lo crean, fumar en esos lugares produce una paz excepcional —dijo Bite con una voz melancólica.
     —No dudo que un lugar plagado de mierda sea lo suficientemente grato para brindar una armónica experiencia  —repliqué con tono burlón—,  pero te recuerdo que estamos relativamente cerca de ser despojados de nuestra esencia.

     —Nuestro objetivo no es ir a fumar, sino llegar a un lugar específico con la ayuda de las cloacas –dijo Bite secamente, como si tratase de ignorar lo que momentos antes yo había dicho.

    —Eres brillante. Por algo eres el líder de la Resistencia —le dije de manera jocosa tratando de que no se notase lo apenado que estaba.
     —Como sea. El plan es dirigirnos a la base equidiana ubicada a tres kilómetros de aquí aproximadamente. Una vez ahí, cogeremos nuestro armamento, nuestros vaporizadores y nos dirigiremos al centro de la ciudad para luchar mano a mano contra los cotidianos —dijo con una voz cargada de energía al tiempo que todos los equidianos presentes se motivaban para lo que se venía.

     No se habló más y emprendimos el viaje hasta la base caminando por los subterráneos túneles del sistema de drenaje de la ciudad. La trecha estaba oscura. Se podía escuchar como nuestros pasos hacían chasquear a los charcos, y oler como la atmósfera estaba plagada de humedad, mientras nos iluminaba una tenue luz verdosa que penetraba por las coladeras y se estrellaba en las inmundas aguas de las charcas.

     Antes de caer en el abismo del aburrimiento, tuve la oportunidad de entablar conversación con Ipac, uno de los hombres de Bite. A pesar de que el tipo demostraba circunspección con los desconocidos, al entrar en confianza demostraba que poseía una plática capaz de afanar tu atención, además de agudos conocimientos sobre la historia de su ciudad y sus antepasados. Él me contó que la base no era más que el lugar en que los ciudadanos de Equidad solían reunirse a conversar y compartir felicidad, pero después de que Cotidianidad atacó, se convirtió en su fortaleza insignia gracias a sus grandes muros y reforzados portones que resistirían de todo antes de derrumbarse. Mientras platicaba con mi reciente conocido, comencé a sentir una desagradable sensación que recorría mi estómago, mis hombros y mi cuello. No tardé en darme cuenta de que la razón era la falta prolongada de humo en mi cuerpo, pues no había aspirado nada desde que aparecí en la nube,  por lo que le pedí a Ipac algo para saciar la sed del alma y alimentar la avidez del espíritu por introducir a la unión de las secciones de un ser una sustancia que abriera completamente la brecha entre éste y el entorno por un momento, mezclándolos perfectamente para que coexistan en uno mismo. En ese momento Ipac sacó un porro cuyo contenido se constituía principalmente de una planta seca de color azul claro desconocida para mí, y me lo entregó.
     —¿De qué planta está hecho este porro? —dije mientras arqueaba mi boca en una especie de mueca que denotaba desconocimiento.

     —¿No la conoces? —dijo mientras reía.
     —Creo que no, y eso que mi conocimiento es basto —solté una pequeña risotada.
     —El cigarro que llevas en tus manos tiene dentro una planta conocida como «cosa», la cual es propia de este mundo y proporciona una tranquilidad inigualable —dijo como si contase una historia.

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⏰ Última actualización: Mar 01, 2017 ⏰

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