Capítulo 6- APARTADA

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Llegó el día de la gran fiesta, la verdad es que estaba feliz de que hubieran venido mis padres y mis amigos de la productora, pero me sentía un poco como si no hiciera nada allí, estaba, porque era la casa de mi novio, pero ni siquiera sabía el motivo exacto por el que se celebraba la fiesta.

Tras cenar de canapés, y bailar un poco, Paul hizo callar a todo el mundo, y paro la musica.

Primero agradeció a todos los invitados su presencia, y luego anunció nuestro compromiso cogiéndome de la mano y poniéndome un anillo de diamantes en el dedo.

 

Yo reaccione diciéndole que si. Si no, que podía hacer, estaba delante de toda mi familia y amigos, delante de todos los altos rangos de su empresa, no es que fuera feliz, pero tampoco estaba mal con el.

De este tipo de cosas me arrepiento, fue tan de golpe que no reaccione como debía, pensándolo fríamente, al fin y al cabo un matrimonio es algo serio, y no quiero andarme divorciando constantemente. Por otro lado si no casamos y en algún momento me divorcio me llevaría una parte de su fortuna que tampoco sería algo tan malo.

 

La escena fue de película, yo de pie, como una princesa con un vestido precioso, con mi prometido poniendo el anillo, todos aplaudiendo una vez dije que si. Una escena muy bonita, aparentemente.

Tras darme la enhorabuena y invitados se fueron marchando, Paul me dijo que más me valía portarme bien después de aquello.

 

Que demonios se creía, esa frase estaba fuera de lugar, se la podía haber ahorrado, sabía que aunque había dicho que si, tendría que remediarlo cuanto antes y no casarme con el.

 

Era un estrés el hecho de pensarlo, y la vuelta a la rutina no ayudó nada a que cambiase de idea, él seguía con su trabajo y yo en casa limpiando, haciendo ejercicio, y escribiendo. Escribir era lo único que me evadía de toda mi realidad, desahogarme en el ordenador ante una página en blanco era mi salvación.

Dormíamos juntos, pero como si fuéramos hermanos, cada uno mirando para un lado y sin un leve roce de nuestros cuerpos. Cada día se hacía más cuesta arriba y tenía que decirle que no me quería casar con él, no creo que le gustará escucharlo, pero no podía dejar pasar más tiempo.

 

Primero se lo dije a mis padres que me apoyaron en mi decisión ya que aunque les hacia ilusión ver a su única hija casada, también notaron en aquella fiesta que no estaba demasiado a gusto, quizás todo el mundo lo noto y nadie dijo nada.

 

Siempre que intentaba decirle que no quería casarme con él me invadía el nerviosismo y era incapaz de pronunciar palabra, sabía que no quería casarme con él, en momentos intermitentes incluso lo odiaba, pero era imposible para mi decírselo directamente, tampoco quería contarle una noticia tan importante por teléfono, aun sabiendo que el no verle directamente me ayudaría a decírselo.

Tenía que armarme de valor, no podía alargarse por mucho tiempo esta situación.

Mi camino a princesa ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora