A la mañana siguiente me despierto sobre las once, es sábado. La verdad no dejo de pensar en lo de ayer, es decir; he liado con Daniel Oviedo. ¿Qué significa eso?¿Ahora hará como si no hubiera pasado nada?¿Me va a dejar de hablar?
Por un momento me parece escuchar mi teléfono y lo cojo de la mesilla de noche. Nada, solo era una interacción de Twitter. No os voy a mentir; la verdad que me hubiera gustado más que hubiera sido un mensaje de Daniel, pero no vivo en un libro.
Me levanto de la cama y me visto. Bajo al salón comprobando que estoy sola y que en la nevera hay una nota; Buenos días cariño. Nos han vuelto a llamar de la oficina y dudamos que podamos estar aquí a la hora de comer, seguramente hasta la hora de la cena no estaremos por aquí. Tienes comida en la nevera y por si pasa algo hay dinero encima de la chimenea. -Papá y mamá.
Me pregunto si mis padres serán los únicos que siguen haciendo estas notas, ojalá no.
Me tumbo en el sofá, sin hambre. Me entretengo un rato mirando el techo porque si, soy así de idiota hasta que escucho la melodía que tengo como tono de llamada. Subo corriendo las escaleras intentando no matarme y cuando tengo el teléfono veo que es Sofía la que me llama.
-Hola.-Digo sentándome en la cama.
-Hola.-Me tenso al escuchar su voz y rápidamente sonrío.
-¿Daniel?
-Sí.-Dice rápido.-Oye que estamos unos cuantos en casa de Sofía y como no tenía batería pues Sofía me a dejado su teléfono y...-Lo noto nervioso.-Que si... Que si querias...
-Estoy allí en quince minutos.-Le corto.
-Vale, ¿te voy a buscar con la moto?
-No, no, no, no.
-¿Entonces pasó por allí dentro de quince minutos has dicho no?
-Qué no.-Digo riéndome.
-Vale, pues en quince minutos estoy allí.
-¡Da...!-Empiezo a decir pero noto que me a colgado.
Desayuno algo rápido, me aseo un poco y al poco rato escucho un claxon que proviene de una moto afuera. Cojo mi móvil y salgo.
-Hola.-Digo y le beso la mejilla. El me coge muy suave la barbilla y me da un pico.
-Hola.-Sonríe.
-¿De qué vas, parguelitas?-Digo mientras me río. Mi hermano, que por cierto está estudiando afuera y tiene siete años más que yo me lo decía siempre para molestarme cuando tenía unos catorce o quince años.
-¿Parguelitas?-Se ríe y asiento.-Ay... Sube anda.-Dice subiéndose y me subo con el. Veo cómo está esperando a algo y se gira.-¿En serio?-Se ríe y asiento.-Sí me abrazaras lo disfrutarías más.-Dice girándose y arranca.
A mitad del camino, que por cierto no es tan largo, me abrazó a él y veo por el retrovisor cómo sonríe.
-Tienes tu mucho complejo de hache, eh.-Le digo bajando de la moto.
-Eso dicen, pero tú sabes que soy mucho mejor que él.
-Flipao.
-Pero no lo niegas.
-Solo evito discutir contigo.
-Oh, ¿me tienes miedo?-Dice, abriendo los brazos y acercándose a mi.
-Lo único que siento por ti es risa, tío.-Me río.
-¿Ah sí?
-Ajá.-Digo intentando hacerme la dura y controlando el zoológico que tengo ahora mismo debido a su cercanía.
-Ya...-Dice, subiéndome la barbilla para mirarme a los ojos.-Pues yo creo que si te beso ahora mismo no dices lo mismo. ¿Estoy en lo correcto, señorita Lee?
-No sé, prueba a ver.
[...]