El terror se desata en mi sistema como la peor de las tormentas. Me siento aterrada hasta la mierda. La opresión en mi pecho es tanta que podría llegar a jurar que es hasta dolorosa. Mi corazón no ha parado de golpear contra mis costillas ningun maldito segundo. La ansiedad carcome cada uno de mis huesos y se expande por todo mi cuerpo, a tal punto de volverme loca.
Suelto una risa histérica en un débil intento de aminorar y disimular el pánico que indaga hasta lo más profundo, adhiriéndose a cada una de mis células.
Dirijo mi vista hacia el chico que tengo enfrente de mí, y lo observo con la mayor cautela posible . Sus ojos cafés oscuros profundos, con un brillo malicioso que destella ligeramente de ellos ; las pestañas luengas; las cejas delgadas y alzadas; la nariz recta y respingada; boca pequeña; los dientes menudos y blancos; los labios, colorados y grosezuelos; el torno del rostro poco más luengo que redondo; el pecho alto; cabellera castaña, lo lleva de forma desordenada dándole un aire aún más juvenil y de facciones completamente inexpresivas.
Sacudo mi cabeza en un intento de romper en la especie de hechizo que me encuentro sumergida, para concentrarme en la gravedad de la situación. Las imágenes de la noche en donde había visto al castaño en su forma natural abruman mis pensamientos, una y otra vez. Golpean con tanta fuerza que ni siquiera puedo ser capaz de distinguir que es real o no.
-Lo que vi.-Mi voz sale en un susurro tembloroso y casi inaudible. Trago saliva con fuerza en un intento de tragar el nudo que se ha formado en mi garganta impidiéndome hablar.-Fue real.- Suena más a una afirmación que a una pregunta.
El castaño sólo se limita asentir ligeramente con la cabeza para luego echarse a caminar en dirección de la blanca pared con viejos cuadros que decoran el triste lugar. El Ángel se apoya en ella, adoptando una postura completamente relajada. Sus manos se refugian en los bolsillos delanteros de sus jeans al igual que su ojos en mi , a la vez que sus piernas se cruzan una arriba de otra.
Su mirada me recorre de abajo hacia arriba, con suma lentitud. Como si intentará memorizar cada parte de mi cuerpo. Como si no quisiera olvidar ningún detalle.
Mi estómago se revuelve con violencia, y no puedo evitar sentirme cobijada e indefensa ante la potencia de su mirada tan penetrante. Me siento como un pequeño siervo ante su cazador.
-¿Te encuentras bien?.-El leve tono de preocupación que tiñe su voz, hace que mi pecho se contraiga.-En verdad luces mal, parece como si estuvieras a punto de desmayarte.
-Me encuentro bien.- Aseguro, tajante.- Ni siquiera sé que hago aquí hablando contigo.-Mascullo, me encamino hacia la dirección en donde se encuentra tirada mi mochila, dispuesta a irme; sin embargo, la carcajada que surgen de los labios del Ángel hacen que me detenga.
El sonido retumba en todo lugar, erizando los bellos de mi piel. Quiero golpearme contra la pared repetidas veces,por encontrar a su risa completamente adorable al igual que la de un niño. Clavo mi mirada en su rostro y entonces soy capaz de distinguir el par de hoyuelos que adornan sus mejillas. Una vez que logra disminuir la sonora carcajada, toma una bocanada de aire, para luego decir:-Te has vuelto más irritante de lo que recuerdo.
La última frase pronunciada por sus labios queda dando vuelta en memoria, y entonces la realidad me golpea con brusquedad.
-¿Perdona?.-Mascullo, indignada.
-Estas perdonada.-Sonríe.
-Luego soy yo la irritante.- Digo en voz baja, pero lo suficientemente alto para que él escuche.- Así que eras tú el que me seguía y atormentaba en todos lados.- Sueno más acusadora de lo que me gustaría admitir.
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Angelus.
Paranormal•Los Demonios son el reflejo humano y los Ángeles son la muestra de que la perfección nunca existió.•