Me tomó de la mano y me hizo adentrarme mas a la arena. Nos sentamos sin importar ensuciar nuestras ropas y saco la guitarra de su estuche, no me había percadado de que había traído una guitarra. La acomodo en su regazo y clavo su mirada en mi para luego cantar una hermosa y suave canción, pero mas hermosa era su voz, tan delicada y a la vez tan masculina. Las cuerdas de la guitarra producían un armonioso sonido que me hacia olvidarlo todo: saber que él no me pertenecía.
Esto era hermoso, pero era perfecto al escuchar Stephan cantarme y mirarme a los ojos con una pasión que me hacia estremecerme. Me peridi en su mirada y él en la mía, mientras nuestras almas se conectaban por primera vez y senti la necesidad de acogerlo en mis brazos por siempre. Después de terminar su maravilloso espectáculo acomodo la guitarra a un lado y me miro, listo para hablar y yo lista para oírlo.

— Clark...— agarro delicadamente mi mano entre sus dos manos, cubriéndola por completo. — se que apenas nos conocimos hoy en la mañana pero... Algo desconocido desperto en mi en él momento en que me salvaste la vida. Eres... Tan diferente a las otras chicas y me encanta, me encanta sentir todo esto y quiero seguir sintiéndolo el resto de mi vida. Clark Szekeñy... Estoy enamorado de ti — eso fue él toque final para romper en llanto como una estúpida, una estúpida enamorada. Me abalancé sobre él y lo rodie con mis brazos. Me abrazo fuertemente y quise permanecer así por un largo tiempo. Después que los nervios que se habían ido hacia yo no se donde, regresaron, haciendo que las mejillas me ardieran y me separe de él. Él me sonreía ampliamente.

—yo... — limpiaba mis mejillas. — también siento lo mismo por ti Stephan. — confesé, y sentí mi corazón latir fuertemente.

— ¿me permitirias ser Feliz junto a ti?— cuestiono y pude ver sus mejillas ruborozadas.

— me encantaría. — dije casi en un susurro. — se que nos conocimos apenas hoy y que tendríamos que esperar un poco mas pero... — antes que pudiera terminar mi frase, sentí sus labios cálidos sobre los mios que permanecían inmóviles esperando una respuesta de mi parte. Senti una corriente eléctrica y el sudor en mis manos cuando correspondí a su beso. Era lento y cálido, sus labios acariciaban los mios de una manera única. Ahora sabia lo que sentían todas esas chicas al besar al amor de su vida: aquellas "mariposas" en él estomago, pero no eran mariposas lo que sentía en este momento, fue un tornado de culpabilidad. Me separe lentamente de su beso, él puso su mano sobre mi mejilla y me dio un ultimo beso, deseando que jamas acabara. Apoye mi cabeza sobre su hombro y me dispuse a mirar el cielo estrellado, aun con las mismas sensaciones. Esto no era justo para él, en algún momento tenia que decirle la verdad pero ahora... Ahora quería disfrutar de todo esto.

— dime la dirección de tu casa — pidió, con la mirada en la carretera.

— ¿que? — volví al planeta tierra y recordé que no tenia a donde ir ¿que se supone que iba a hacer? ¿que se supone que le iba a decir? — yo... Vivo cerca de tu oficina. Te indicare el camino — sentía que mis manos temblaban.

— ¿en serio? Eso es grandioso, podremos vernos seguidamente — me sonrió contento

— si... — le Sonreí ligeramente. — Stephan...

— ¿si?

— tengo que... Tengo que decirte algo.

— ¿que es?

— ¿podrias esperar hasta mañana? — cuestione con esperanzas de que dijera que si.

— claro...— me sonrió algo confundido.

Al llegar de nuevo a la ciudad nos acercamos a su oficina y yo comencé a indicarle el camino, a lo lejos vi un sencillo edificio blanco y me pareció perfecto para mi. ¿hasta que tan lejos iban a llegar mis mentiras?

— ¡aqui es! — le señale aquel edificio

— nos vemos mañana, Clark — dijo a la vez que paraba el auto.

— por supuesto. — le Sonreí. Abrí la puerta para bajar del auto pero me volví hacia el rápidamente y lo bese, puse mi mano sobre su mejilla para intensificar mas el beso, quería que esto jamas acabara. El beso cada vez era mas salvaje y temí no poder controlarme, me separe de sus suaves labios para tomar algo de aire y Stephan me observaba con diversión.

— valla... Quien diría que la Señorita Clark seria tan salvaje. Reí, sintiendo mis mejillas colorarse

— lo siento, no podía evitarlo — confesé y él sonrió

— que descanses — me dio un beso en mi cabeza y salí del auto, saludándolo con la mano mientras veía él auto hacerse mas pequeño en la carretera y desaparecer. Suspire agotada y me di la vuelta para entrar al edificio. No me preocupaba donde dormir, solo tendría que entrar e ir a una de las habitaciones, no habría problemas ya que el lugar estaría vacío con aquel agujero negro que inútilmente iba a esperar a que lo atravesara. Agarre la fría cerradura de la gran puerta y mi mirada se cruzo con la de un hombre viejo con cabellos blancos y que portaba un uniforme de... ¿portero?. Frunci el ceño al observar que no estaba aquel agujero y una mujer morena salia del ascensor y me sonrió al verme, para luego salir por la puerta en la que había entrado, ¿que esta pasando?

— Señorita Szekely. ¿como le fue hoy? — me sonreía aquel hombre con dulzura.

— ¿como sabe mi nombre? — me acerque al él, sin poder creerlo. Me observo sin ninguna expresión en su rostro y luego rompió en una carcajada.

— ¿eso significa que tuvo un mal día?

— yo...— no sabia que responderle. — subiré a mi piso. — señale el ascensor y comencé a caminar sin quitar mi vista de aquel hombre extraño que por alguna razón que desconocía sabia mi nombre.

— tenga buena noche — me regalo una ultima sonrisa

Subí al ascensor y presioné cualquier botón. Mis manos temblaban y sentía que mi cabeza quería estallar ¿por que habitaban personas en un lugar en él que no esta la presencia de los protagonistas? ¿acaso las reglas habían cambiado? No, eso no era posible. Al llegar al piso observe que era el tercero, comence a caminar por el pasillo desierto y pare al observar la ultima puerta que era color blanca y tenia el numero 16. Intente abrirla pero estaba cerrada ¿como planeaba entrar? Y si...
Metí mi mano en mi bolsillo trasero y saque una llave plateada que no tenía idea de donde la había sacado. Dudosa la intersecte en la cerradura y para mi suerte esta se abrió, mostrandome una acogedora sala con tres muebles en el centro marrones, un televisor al frente y un gran ventanal que mostraba la calle principal. Habían algunos cuadros colgando en las blancas paredes, eran fotos mías en algún lugar desconocido, acompañada por un hombre de cabellos negros y ojos marrones claros. Seguí observando toda la habitación y algo vibró en mi trasero, di un salto del susto y luego metí mi mano en mi bolsillo, sentí algo duro que aun seguía vibrando y lo saque, era un celular, si, un celular. Alguien me estaba llamando, la persona que aparecia en la pantalla era la misma persona que estaba conmigo en los cuadros que colgaban en la pared. Con mi mano temblorosa conteste y lo acerque a mi oído.

— ¿si? — fue lo único que pude decir.

— hola cariño. Se que es tarde pero solo quería saber como estabas, hace tiempo que no has pasado por mi casa ¿esta todo bien?

Ahora lo podía comprender todo, pero era tan aterrador y a la vez tan magnifico que dudaba si algo como esto podría pasar. Esta era mi historia, la historia que le había contado a Stephan se había vuelto realidad. Un mar de emociones me invadio , no sabía como reaccionar a todo esto, era tan nuevo para mi, se supone que solo era un extra, no me tenia que estar pasando nada de eso. Pero... Yo estaba saliendo con él protagonista ¿acaso por esa razón me volvería yo...? ¡no! Imposible...

— ¿Clark, cariño?

La Historia De Un ExtraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora