Capitulo 5: El Viaje

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El sol ya había salido hace un rato. El grupo seguía su marcha por los campos sembrados del norte de su ciudad. Si algo los perseguía era la calma. No había señales de que los elfos siquiera hubieran avanzado por esa región. Sin embargo tomaban como precaución no acercarse demasiado a las casas de los lugareños. Cada tanto una parcela dejaba de tener vegetación para convertirse en ganado, a veces incluso con su dueño custodiando, que los saludaba al pasar.
-Esto es extraño, ni señales de los fuegos del sur, ni de elfos. -Carol caminaba de la mano de Nain por detrás del grupo, cuidando la retaguardia a pesar de saberse fuera de peligro. -¿Que tiene esta región que no representa amenaza o lo que fuere para los elfos? Si ellos no comen estas cosas.
-Quizás para mantener a los prisioneros que... -Nain recordó que los elfos asesinaban sin piedad, aunque tenían un grupo que si había sido prisionero. -No, no tiene sentido. Algo va mal acá.
Otro sonriente campesino los saludaba mientras sus cabras pastaban tranquilas, una escena muy alejada del incendio destructivo en el sur. Kim devolvía las sonrisas a todos por delante y mostraba que, a pesar de tener armas, sólo estaban de paso y no querían problemas con nadie. Funcionaba, al irse todo volvía al ritmo normal. Cerca del mediodía ella indicó que frenaran para almorzar. Los mas jóvenes ayudaban a Kim a distribuir la comida. La habían aceptado como su líder sin problemas. Ella sabía que estaba cuidando más vidas de las que esperaba al salir de Ferral. No tenía porque temer, porque había raciones para alimentar al grupo por cinco días más, de los que sólo necesitarían dos, tres como mucho.
Luego de comer el grupo descanso un rato. Nain junto con Daniel, uno de los hombres que se encontraba en mejor condición, fueron a buscar información. Mientras que los demás descansaban. A pocos paso de allí había una casa, que habían visto antes donde un campesino dormitaba con su mujer disfrutando de un sillón. Todo el conjunto de frente tenía un blanco impecable, incluyendo las sillas, la mesa e incluso el sillón donde ambos adultos disfrutaban la vida campestre.
-Buenos días señor, está muy tranquila está región.
-Acá siempre hay paz joven. -fue la respuesta del hombre, soñaba fuerte, pero no lograba despertar a la señora que tenía un anillo igual al suyo. Una pareja tranquila y sin preocupaciones al vivir en el campo.
-Curioso, nosotros venimos del sur... No muy lejos de aquí y hay, digamos, un poco de violencia.
-En la ciudades siempre ha sido así. - contestó de manera fría el hombre. Aparentemente no le gustaba ser molestado.
Decidieron seguir caminando, quizás otra persona les brindará algo más. Era claro para ellos que no sólo era en las ciudades, Daniel también había visto casas cercanas por lo que no se alejarían mucho de los demás.
La calma del otoño relajaba a quienes descansaban. Habían pasado por una larga huida en medio de la noche. Carol había soltado su lanza mientras dormía, podía verse se mano tendida hacia el arma por su intento de dormir con ella.
-Nain... -el susurro de un nombre era lo único que salía de sus labios.

Nain y Daniel no lograron comprender la situación. La mayoría de las personas les decían que no había sucedido nada por la región. Los campesinos vivían en paz, tranquilos, sin nada que los perturbase. Sólo una mujer los alejó, diciendo que si había una guerra ellos la traían consigo y que nadie allí los ayudaría. Era cierto. Si los elfos los perseguían, esas personas correrían peligros. Aún así, no estaban muy lejos de dos ciudades completamente incendiadas y masacradas. Al regresar, la mayoría del grupo dormía. Kim estaba esperando su regreso, no podía permitirse que algo les sucediera.
-N-Nain... -dijo suavemente mientras lo abrazó. -cuando despierten debemos seguir hacia el norte. ¿Averiguaron algo?
-No mucho, -Daniel respondió primero. -es extraño lo que sucede aquí.
-Pareciera que los campesinos viven tranquilos... Demasiado a mi parecer. Parece que te las arreglaste para hacer descansar a todos
-De-debo cuidarlos a todos, es mi responsabilidad. -dijo un poco colorada.

El sueño acabo por vencer a todos. Entre los pastizales eran invisibles para quien se acercara. El sol descendió por la tarde en una región que respiraba paz. No había fuego. No había muertes. No había guerra. El grupo de diez estaba allí acostado, como victimas de un enemigo que actúa eficazmente con todos: el cansancio. Las personas de Cosarg habían tenido largas noches en compañía de los elfos, sin duda dormir desatados era un alivio. Si alguien los hubiera visto, posiblemente se habría asustado con la escena. Todos cubiertos de sangre y barro, pero con una expresión de tranquilidad en sus rostros.

Al bajar un poco el sol se despertaron, un poco adoloridos por las posiciones en que durmieron. La madre con su bebe estaba tranquila porque éste no había llorado en las ultimas horas, ademas que ahora recibía mejor atención con las mujeres y una siempre dispuesta Kim. Carol dejó la retaguardia para ir al frente del grupo, acompañando a los ancianos que se movían a una velocidad digna de pescadores, como lo habían sido en su juventud en la ciudad puerto.

El grupo caminaba por los campos que lentamente se transformaban en parcelas mas pequeñas y casas mas continuas. Se acercaban a la capital del valle, a la ciudad mas poblada en kilómetros. Ninguno de los presentes había ido nunca, así que no sabían su aspecto.
-Nain, ¿Como imaginabas Cosarg? -Carol sospechaba que el joven habia escuchado historias del lugar y por eso le preguntaba.
-La verdad, solo he escuchado cosas.
-¿No te gustan las ciudades de pescadores, verdad? -Kim pegó en el blanco.
-No mucho normalmente... Pero son las personas las que hacen al lugar... no? - Una sonrisa se hizo en su rostro al recordar el valor que habia adquirido en los últimos días. Las chicas lo entendieron y comenzaron a reír.

-La risa de los jovenes es una bendición en estos días.- Uno de los mayores le dijo a la mujer con el bebe.
-¿Estos dias?
-Parece que se viene algo grande. Pero por ahora disfrutemos.- El hombre parecía alegre.

Avanzaron un trecho largo hasta que la oscuridad los abrigó. Nain podía escuchar su cercanía con la ciudad. La noche estaba mas cálida y en el cielo se obserbaban menos estrellas que en zonas mas alejadas.
-Descansamos y llegaremos en la mañana, Kim. -la verdadera preocupación de Nain era no saber que podía suceder al llegar a Cosarg. Necesitarían energías para lo que pudiera suceder allí.
-Nain, tengo miedo por estas personas. -la sinceridad de la joven y su sencillez relajaron a su amigo. Kim no habia cambiado, seguía siendo la misma persona que conoció.
-Deberíamos dejarlos en un lugar seguro e ir a hablar con alguna autoridad. -Carol comprendía que ellos tres no serian suficientes para cuidarlos en caso de problemas. Quizás ayudar, pero solo eran tres personas inexperta frente a profesionales.
-No podemos dejarlos tirados por ahí, lo perdieron todo. Quizás encontremos algo para ellos.
Comieron mas esa noche, el hambre les ganaba por sobre el miedo. Comenzaron a sentir el cansancio de haber caminado durante un par de días con poco descanso. Sabían que estaban a salvo allí, que no los atacarían.

A la mañana siguiente el grupo se separó. Las casas de madera empezaban a remplazarse con piedra y cerámica. Comenzaban a verse los guardias de la ciudad. La gente de Cosarg no podía continuar; podrían correr riesgos si los veían acompañados de aquellos perseguidos por los elfos.
-Por favor, cuídense mucho. Espero volver a verlos algún día. -Kim los iba a extrañar mucho.
-Nosotros estaremos bien, pero por favor no se metan en problemas. -Una de las señoras le habia tomado cariño a los jóvenes que los cuidaron durante su viaje.
Ambos grupos deseaban volver a encontrarse un día, cuando la paz volviera a ser cotidiana. En un momento donde no tengan que huir de un peligro asechante.

Los tres avanzaron hasta llegar a una muralla, el doble o triple de alto que la de Ferral, que daba acceso a la zona mas fuerte de la ciudad. De un mármol blanco con algunas plantas naturales en su base. Los guardias custodiaban caminando por arriba. Estos iban vestidos con una placa de hierro, hombreras y una capa de color blanco con un escudo que no lograban distinguir desde allí. La mayoría portaba alabardas y se paseaban de a dos a marcha militar. El estilo militar causó risas a Carol, acostumbrada a la guardia informal de los pueblos mas pequeños.
Para ingresar al interior habia un puente levadizo de madera. El mecanismo parecía que no se usaba hacia bastante tiempo, no obstante, habia guardias allí. Al ingresar habia un patio grande, con pocas personas deambulando con sus quehaceres. Mientras ellos entraron, un hombre salio con su mula y una señora salio tras de el. Mas adelante unos comerciantes discutían precios. A pesar de la hora, se veía bastante animado el lugar. Era como si el muro separara dos lugares muy distantes.
-Este lugar es sorprendente. -Fueron las palabras de Kim, que expresaron el asombro de todos.

Pero no tuvieron tiempo de deleitarse mucho porque así como ellos entraron, llegó una tropa a detenerlos. Siete guardias los rodearon mientras uno se paró mas lejos para hablar. A diferencia de los demás, su armadura tenia protección para piernas mas elaborada, con malla y cuero; y su capa le llegaba hasta el piso, parecía cortada a su altura, algo por encima de la de Nain.
Su rostro demostraba que habia servido algunos años allí, pero todavía era un caballero digno de enfrentarse a otros. Su cabello era de un tono rojizo oscuro y sus ojos negros emitían un brillo de orgullo. Al hablar, su voz sonaba fuerte y potente, como si estuviera dando un discurso:
-Quedan arrestados en nombre del Senescal.

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⏰ Última actualización: Dec 06, 2016 ⏰

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