Capítulo 4: Darlo todo...

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Seguro parece que me enamoro de toda chica que veo, que siempre trato de impresionar a todas, pero yo no lo creo. Quizá mis sentimientos fueron destruidos tanto que personas lo rearmaron sin saberlo y, a veces, sin que haya sido jamás su intención. Realmente, no lo sé. Tampoco sé lo que hubiera pasado en otras circunstancias puesto que las acciones son como los dominós: Al tirar uno se desencadena una secuencia que puede cambiar drásticamente si se mueve solo uno del camino.

Volviendo a la narración, puedo decir que sentí algo diferente cuando hablaba con esa chica que conocí cuando ella acompañó a una de mis compañeras de movilidad escolar. Hablaba y sentía que si tenía valor lo que yo pronunciaba. Ella me escuchaba y se maravillaba de lo que decía. Parecía que estaba encontrando a mi alma gemela perdida o algo así.

Empezó todo con frases de aliento que se me ocurren en ocasiones y que siempre digo para subir el ánimo a quien necesite fuerza psicológica para seguir. Estas iban desde "sí se puede" hasta algunas que eran más elaboradas como "si uno se rinde, está dejando pasar algo que puede lograrse con una pizca más de esfuerzo" y me quedaría corto si intentara decir todas las que recuerdo en este momento.

¿Cuál es mi opinión de esto? Mentiría si digo que estoy totalmente de acuerdo con mi forma de actuar dado que usé algo que no tenía nada de nuevo ni de sorprendente. Cualquier otra persona hubiera podido decir lo mismo que yo y recibir la misma respuesta. Lo que sí aprendí de esto es que la palabra tiene el poder en casos donde las acciones carecen del mismo o lo poseen en poca cantidad. Ese caso es el mío.

Ya habían pasado varias semanas cuando le dije directamente y sin ninguna pantalla o persona en medio lo que yo sentía por ella. Era una conversación normal donde ella no se imaginaba que le iba a revelar mis sentimientos entre las risas de ambos y algunas bromas que yo no captaba en esos instantes. Entre esas cosas yo no podía despegar mis ojos de los suyos y ella lo empezó a notar hasta preguntarme:

-Me estás mirando mucho, ¿será porque te gusto?

La respuesta fue afirmativa y ella quedó con una cara de sorpresa que no podría describir porque se pierden los detalles entre las neblinas mentales. Lo único que sé es que no pude decir más porque la movilidad me estaba esperando y no seguiría allí por más tiempo. Tuve que retirarme sin saber su respuesta por ese día. Posiblemente hubiera sido mejor  pedirle unos minutos más a la conductora para escucharla, pero hubiera sido inútil porque yo sabía que su horario no daba minutos de para.

Afortunadamente, eso no quedaría ahí porque ya todo era transparente y empezé a halagándola con frases que ella disfrutó escuchar. Cosas que salían de mi interior, palabras en el aire que se convierten en suaves caricias que dicen cuanto importa para alguien una persona. Sabía que estaba haciendo las cosas bien porque se quedaba encantada con lo que expresaba. Era algo que parecía mejorar.

Ahora viene la pregunta de oro: ¿Por qué no daba un paso más hacia adelante? Sinceramente, no sabría decir el motivo exacto. Tal vez tenía miedo a proponerle a alguien iniciar una relación amorosa por primera vez o probablemente no sabía cómo dar ese paso importante que esperaba algún día poder concretar. No sabría como poder seguir hasta el año siguiente, que es el año en el cual escribo estas líneas en las cuales volví a romper la línea entre esta historia y los párrafos donde está relatada, algo necesario para poder hablar con detalle de lo que fue y lo que viene.

Así pasaron los días, las semanas, los meses hasta llegar el fin de año donde sabía que era simplemente un hasta luego y no un hasta nunca. Terminaba un año que me sacó más de una sonrisa y pocas caras largas en un entorno donde dejaba atrás los dolores para saludar a las nuevas oportunidades académicas y , quién sabe, sentimentales. Pero esto no se acaba aquí, sino que faltan más cosas por venir y un final incierto que solo el porvenir podrá saber escribir.

¿Y si miraras las cosas desde mi perspectiva?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora