Capítulo 7: ¿Vale la pena?

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Ella era diferente a las otras chicas que había conocido. No se metía en los vicios de la adolescencia, era tranquila... y creo que hasta ahora lo es. Era algo que admiro mucho desde siempre. Eso era algo que me atrajo. "Quizá sea que simplemente no me daba cuenta de eso antes. Creo que me enamoré por algo más que una simple sonrisa..." tenía en mente "...pero, ¡espera! Hay algo que me dice que hay algo... Algo me dice que estoy jugando con mi suerte."

Lo que sucede es que ya sabía qué me podría esperar si ella se enteraba de algo de esto. Resulta que un amigo me había contado que él se había enamorado de ella. Nunca me dijo que había pasado exactamente, pero eso no fue bien visto y desde entonces lo ignora. Él trataba desde ese entonces para solucionar lo que había causado, pero ella no quería explicaciones. Pasaban los meses y cada vez que le pedía un poco de su tiempo para explicarle qué pasaba ella hacía caso omiso. Eso me decía que era mejor que no se enterara.

Lamentablemente, eso no pudo ser así ya que se enteró de la peor manera posible: Por medio de las bocas que no saben mantener un secreto. Pero para entender cómo se enteró empezaré explicando cómo alguien más se enteró.

Era un día de clases normal y tranquilo, yo estaba relajado y mi mejor amigo me pregunto si seguía enamorado de aquella chica de la que hablé ya hace algunos capítulos. Le dije que ya no y que ya lo había superado. Lo que venía era algo que era obvio:

-Entonces, ¿quién te gusta?

No quise responderle, pero me dijo que quería adivinar. Empezó a decir nombres y yo decía rápidamente no hasta que llegó ese nombre. Callé unos segundo y traté de decir no, pero ya se notaba que la respuesta era un sí. Así fue cómo mi amigo más cercano se enteró.

Yo confiaba en él, por eso suponía que no le iba a decir a ella. Sin embargo, alguien más escucho lo que estábamos hablando y no confiaba en que guardara el secreto. Tenía miedo y no veía otra alternativa: Tenía que decir la verdad a mis otros amigos y pedirles que no lo revelaran a nadie. Así pensé que podía evitar lo peor.

Había llegado el día de mi vuelo a Europa y mis preocupaciones aumentaban porque no estaría yo para evitar que se enterara y me dejara de hablar. Por eso, pensé que hablando con ella diariamente sabría si todo iba normal o todo había salido mal.

-Atención por favor, ya pueden embarcar los pasajeros del grupo 3.

Eran las 7:40 pm y ya estábamos embarcando. Mi móvil estaba descargado y el de mi madre era lento. Para rematar la noche, había acordado con la chica para chatear por el internet a las 8 pensando que podría, pero no fue posible porque ya estaba en el avión a solo unos minutos de despegar. Me esperaba una familia que yo no conocía hasta ese entonces y yo solo esperaba poder comunicarme con ella para poder decirle lo que no pude el día del vuelo.

Durante esas 12 horas, todo era un aburrimiento total: No había internet, las películas hacían dormir, no se veía ni una luz afuera del avión y yo solo podía pensar en comunicarme con ella, que seguro estaría durmiendo mientras mi vuelo seguía su curso. Mientras pasaban las horas y cruzaba el mar esperaba ya poder madrugar en tierras ibéricas para saber cómo estaba.

Al llegar al aeropuerto de Madrid-Barajas erán las 3pm (8am en mi tierra natal) y todavía quedaba mucho por recorrer hasta mi destino final, quedaban horas de movimiento. 4pm, 5pm, 6pm, Burgos, 7pm, 8pm, 9pm... ¡Ya estamos en Vitoria! Ya estábamos en el lugar.

Bueno, Vitoria es una ciudad al norte de España que es la capital administrativa de Euskal Herria caracterizada por ser una de las más modernas de todo el país y además por ser escogida en una ocasión como Green Capital.

Volviendo a la historia, estaba ya en la casa de mis tíos y lo primero que hicimos fue cenar. Comimos un plato típico de una región de mi país natal gracias a que mi abuelo, que había llegado antes, había traído los ingredientes en su maleta. Después de lo que pareció un banquete pedí la contraseña del wi-fi y me conecté, pero recién eran las 9:30 pm y seguramente recién la encontraría después de la medianoche.

"¿Valió la pena esperar?" es algo que hasta ahora me pregunto. Era el primer día y se suponía que debía sentir cansancio, pero estaba muy despierto. Solo esperaba el momento preciso para saber si estaba ella bien. Al final, nunca supe si se conectó porque siempre configuraba su chat para aparecer desconectada. Frente a esa situación, le dejé el siguiente mensaje:

-Disculpa por no poder hablar contigo. No había señal en el avión ¿Podemos chatear mañana a las 7pm?

Luego de eso apagué mi móvil y dormí para no sentirme cansado más adelante. Al despertar, encendí mi equipo y lo primero que pude ver en las notificaciones fue su respuesta que la había escrito media hora después:

-No te preocupes. Hasta mañana a las 7pm.

Esa respuesta fue una buena manera de empezar el día donde lo que hice fue conocer más la primera ciudad europea que conocía hasta entonces. No recuerdo muy bien dónde estuve exactamente ese día, pero si tengo memoria de que fue una experiencia única. Casi todo el día fueron momentos para explorar un nuevo lugar.

Después de mi recorrido de ese día y ya con el reloj marcando las 2 de la madrugada, accedí al chat desde mi móvil para hablar con ella, le comenté lo que pasó ese día y me comentó sobre su día. Al finalizar la conversación, acordamos chatear otra vez a la misma hora.

Así pasaron las madrugadas hablando con ella y con mis amigos sobre lo que vivía tanto en España como en el ciberespacio. Recibía palabras de asombro por lo que veía, palabras de felicidad por lo que conocía, palabras de aliento para que intente ganarme el corazón de la chica, palabras de interés en los lugares que visitaba. Todo parecía ir de maravilla hasta que, entre una de mis conversaciones con mis compañeros, uno me comenta:

-Ella ya se enteró y se ha molestado. Se lo dijeron varios.

¡Sarta de soplones! Eso fue lo primero que se me cruzó por la mente. No sabía que hacer al comienzo, pero luego pregunté uno por uno quién había sido: Nadie lo admitió. Casi todos decían que recién se enteraban de que ella escuchó. Solo una me dijo algo diferente:

-Ella ya sabía cuando me la encontré en el salón hoy.

No sé que significó eso, pero lo que me quedaba claro es que seguro no me deseaba ni ver. Había estropeado lo que yo pensé que era una amistad (aunque luego me enteraría que ella no considera amigo a ningún chico) y creé un rencor en ella que no entiendo totalmente. Originé en ella ese deseo de no verme más.

Unos días después recibí un mensaje de la misma chica:

-Me molesta que...

No terminé de leerlo porque el miedo se apoderó de mí y me hizo eliminar el mensaje antes de terminar de verlo. Quizá esas palabras me hubieran ayudado a entender lo que ella sentía, pero lo hecho está hecho y no se puede hacer más para recuperar ese texto. Parecía que estaba en un callejón sin salida, pero al menos por un momento pude pensar que todo se iba a solucionar...

¿Y si miraras las cosas desde mi perspectiva?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora