Necesidad.

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Su diálogo había concluido, luego de haber nombrado aquella chica ninguno de los dos dirigió la palabra. No fue demasiado el tiempo que estuvieron así, ya que pocos minutos después llegó una de las empleadas anunciando que la cena estaba servida y que María los esperaba. Palmariamente bajaron de inmediato, no tenían más que dialogar, pues ya habían dicho todo lo debían decir. Después de la cena, no tardaron en marcharse.

Al final Silver jamás descifró si Alice había aceptado su convenio o no, ya que ella nunca arguyó sobre el trato.

Ellos ya habían abandonado su morada hace un tiempo, pero Alice, todavía meditaba sobre la oferta realizaba por él.

Quería aceptar, pero no debía aceptar.

Su mente era un caos.

Sabía que era lo correcto. Sabía que lo correcto era no aceptar.

Lo decía una y otra vez.

¿Entonces por qué todavía vacilaba?

Las tentaciones eran fabulosas.

Necesitaba el dinero para conseguir su libertad, pero en su estado actual no podía conseguir un trabajo. Probablemente sus padres no aceptarían que incoara a trabajar y llegar todos los días al crepúsculo sería sospechoso.

Era la única opción confiable que tenía, y quizás, la única oportunidad.

¿Podía vender su amistad a beneficio?

¿No era algo grave, no es así?

No obstante, cada vez que se figuraba a Julie Dunne, se repetía una y otra vez que era imposible.

De seguro era una chica mimada, querida y amada. De seguro tenía todo lo que ella no podía tener.

¿Cómo podía llevarse bien con alguien así?

Una alternativa era observarla desde lejos, haciendo eso podía comprobar si de verdad la chica no tenía amigos. La otra alternativa era dirigirle de inmediato la palabra, no era una alternativa fiable ya que la chica podía ser desagradable y Alice no dudaría en golpearla.

Se retrepó sobre su cama. Todavía su cabeza no descifraba cual era la mejor opción, pero eso no cambiaba el eso de que eran altas horas de la noche y el día siguiente tenía escuela. Suspiro. Quizás todas sus interrogativas serían resueltas el día siguiente, podía ser lo contrario, pero a veces está bien arriesgarse.

No demoró en caer en los brazos de Morfeo.

La causa será la consecuencia de sus acciones.

La fastidiosa resonancia de la alarma comenzó a hacerse presente en los tenues sueños de Alice. Luego fueron los bramidos de su padre los que interrumpieron sus sueños.

—¡Despierta Alice! ¡Y apaga esa cosa rápido! —demandó su padre—. ¡Ese molesto ruido no deja dormir!

Negligentemente aproximó su mano a su móvil. Una vez alcanzado, procedió a apagarla.

Debía levantarse.

Con desidia se levantó y comenzó su rutina matutina.

Como todos los días se dirigía al lavado, se aseaba y vestía su uniforme escolar. Como todos los días, su rutina le comenzaba a parecer aburrida.

Quería un poco de emoción en su vida.

Necesitaba un motivo para comenzar a ver la vida de una manera más alborozada.

El Comienzo de una LágrimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora