Capitulo #1

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No soy el tipo de chica de las historias de amor. Vamos, alli eran chicas populares y todas esas cosas comunes de las películas y digamos que yo no era, ni soy y tampoco seré de ese tipo.

Tenía alto peso para los estereotipos y esto quizás era solo para mí porque cada vez que lo decía la gente me lo refutaba; no sé si porque sea cierto o solo por hacerme sentir bien. Mi rostro nunca tuvo un rastro de acné pero ni siquiera eso me hacía sentir bonita o segura de la persona que veía todas las mañanas desnuda frente al espejo. Cada vez que me miraba nunca me sentía conforme; si no era porque no me gustaban mis grandes tetas era porque no me gustaba mi pequeño culo, si no era por el culo era por tener poca cintura o por tener pocas caderas. Siempre había algo que no me dejaba ser completamente feliz. Sin embargo, eso nadie lo sabía. Actuaba poniendo frente a todos mi autoestima por las nubes. Me ponía ese lapiz labial vino que tanto me gustaba y lamentablemente, ni eso me hacía sentir segura pero me ayudaba para actuar y ser más creíble, aún cuando mi autoestima fuera una completa mierda.

Y si alguna vez ves a alguien con mis características: chica de baja autoestima, siempre con un lápiz labial color vino, insegura, de poca estatura y con 19 años de edad pero aparenta muchos más; responde al nombre de Victoria. Esa, soy yo.
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Llegué a una fiesta familiar en donde tenian uno de los mejores boxeos del año. Yo no era aficionada pero solo buscaba divertirme un rato con ellos.

Gritos de ansiedad. Eso era lo único que se escuchando todo el lugar causándome cierto dolor de cabeza. Juro que era tan fuerte que lo que quería en ese maldito momento era que uno de los dos que estaban haciendo esa ridiculez de pelear se cayera a mismo suelo.

-¿Porque tienen que gritar tanto? Ellos no oyen lo que tanto le gritan, ¡maduren!- hice gesto con mis manos.

-shhhhhhh- fue la respuesta que obtuve.

Todo este tiempo desperdiciado viendo esas peleas fue en vano porque solo era un tipo de "matatiempo" para ver la pelea principal. Todos y cada uno de nosotros tiene un súper crush con un famoso. El mío era Harry Styles porque ese papasito yo me lo comería sin necesitar nisiquiera salsa. Pero él era, porque este chico que acaba de entrar a la tarima es extremadamente perfecto, demonios. Tiene todo su abdomen formado, sus músculos son grandes y su rostro serio hace que imagine cosas. Como por ejemplo, que se sentirá tocar ese abdomen mientras el esté en la cama, o que cara tendrá el, supongo que eso no lo debería pensar una chica que es virgen aún teniendo 19 años pero a ti no te debe importar.

Afortunadamente tengo que admitirles que me quede profundamente dormida.

Varias horas después, los gritos de celebración me desencajaron. Me levante molesta y subí a uno de los cuartos escuchando como seguían gritando. Abrí la puerta y vi la gloriosa cama gritando mi nombre. Me recosté en ella sintiendo sus cómodas fibras. Eso hizo que me quedara más dormida que antes.
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-Victoria, levántate.- reposado en la cama hay un joven de cuerpo marcado y desnudo.

-¿¡Qué demonios!?-  me levanto de la cama dándome cuenta que también estaba desnuda por lo que agarro cualquier cosa que me cubra. Un condón tirado en el suelo me sorprende pues se supone que yo soy virgen o... ¿ya no?

Pero ¿como? ¿Donde estoy? ¿Quién es el?

Siento un dolor en la parte baja de mi abdomen.

-¿Quien eres?- gira su rostro y no puedo creer que sea el. El boxeador, sin saber cómo y por qué estoy de alguna manera con el.

-Victoria, ¿estás jugando? ¿Eso quieres? ¿Jugar a que no nos conocemos y tener sexo rico como el que acabamos de tener? Bien, pues perfecto.- se levanta de la cama y lame uno de mis senos haciéndome querer gritar de la sensación tan deliciosa que pude llegar a sentir. No sé cómo llegue pero no quiero irme. Baja su mano suavemente por mi abdomen y comienza a frotarme llevándome al paraíso. Un sorpresivo gemido sale de mi boca.

-¿Me quieres conocer ahora?- besa mi cuello con suavidad y deja de frotarme para sentarme encima de el y comenzar a penetrarme. Me sube y me baja causando miles de sensaciones y haciendo que mi respiración cada vez llegue en aumento.

-Dime ¿quien eres?- dice en mi oído. -Yo soy...- mis gemidos aumentan y un ruido extraño comienza a hacerme sonar.

Molesta y molesta tanto que me desconcentra.

-¿Que es ese ruido?-

-Tienes que levantarte.-

-¿Que?-

-¡Levántate!- no entiendo nada.

-¡Victoria! ¡Que te levantes!- sentí una cachetada en mi hombro. Abro los ojos y era de día, mi madre estaba frente a mi. Todo, lamentablemente había sido un sueño.

-¿Que pasa mamá?-

-¡Vas tarde para la universidad! Muévete.-

-¿Que hora es?-

-Las 8:00 de la mañana.-

-¡Demonios!- yo entraba a las 7:30, así que ya voy extremadamente tarde. Corrí al baño para darme una ducha de agua fría. Demás está decir que lo necesitaba.
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Tarde siguiente:
Mi telefono suena.
Abro mis ojos suavemente y la luz duele. Tomo mi celular y el nombre de mi mejor amiga se hace notar. Veo la hora y me sorprende como me quede dormida a tan tempranas horas. Creo haber salido de la universidad y acostarme a estudiar pero, no lo logré.

-¿Hola?- trate de disimular mi voz adormecida pero tampoco lo logre. Siempre soy fallida en todo lo que intento hacer. Mi vida es como el peor meme que hayan visto.

-Es temprano para que estés dormida.-

-Lo se...- un hilo extraño sentí en su voz. -pero cuando toca, toca.-

Un llanto sale de ella y me desencajó.
-Rossie, ¿estás bien?- pregunté pero mi respuesta fueron sollozos.  -¿Que pasa? Sueltalo.-

-Victoria, no puedo aguantar más esta situación. Robert trato de tener relaciones conmigo, yo no quería te lo juro. Yo solo le dije que me dejara pero no lo hizo. Y se detuvo si, pero se detuvo porque alguien más lo detuvo. Me quería violar.-

Mi silencio dijo 20 mil palabras, justo las que no tenía.

-Lo mataré- me levanté de donde estaba y sin decirle nada a nadie.

Si, era el maldito popular de la universidad y había tratado de sobrepasarse con mi amiga. Sentía que el fuego corría desde la punta de mis pies hasta mi cabeza. No podía contenerme.

Me fui en mi vehículo hacia su casa que era como dos más que la mía. Si iba caminando con mi vagancia extrema probablemente hubiese llegado en dos horas (estoy siendo literal) con el coraje media y eso es demasiado así que con carro son 10 minutos máximos.

Toqué la puerta lo más fuerte que pude y cuando lo vi, le espete el puño más fuerte que tuve, justo en su hombría. Si le dí en sus bolas, y es que lo odiaba, se lo merecía.
Se retorcío del dolor y pegó un grito.

-Siente el dolor que tiene mi amiga ahora nada más de pensar en lo que ibas hacerle maldito, que no se repita una vez más. -

-Creo que estás equivocada- me dijo con una voz ronca y todavía agachado.

-No estoy equivocada maldito, ella me lo contó todo-

Y cuando alzó su rostro vi que no de trataba de Robert. Si, era el sexy boxeador. Vivía a varias cuadras de mi casa. Me quedé con mi boca completamente abierta viendo como entraban varias moscas (no se la crean, solo es la impresión. Me las imaginé). Estuve esperando una explicación de alguien pero no la tuve. Mi silencio y aun sus quejidos eran los protagonistas, si de una historia se tratara.

La pelea de mi vida (corrigiendo) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora