Epilogo

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El sonido de unos tacones resonaron en todo el piso, los hombres con los que me encontraba en la sala de juntas se dedicaron miradas cómplices y yo sonreí.

- ¿hemos terminado por hoy, señor Bieber? - pregunta uno de ellos. Asiento, ya conocen la rutina.

- Fue un placer señores, los veo la siguiente semana para revisar el informe de acciones. - digo, ellos asienten y se levantan de las sillas, todos lucen trajes y relojes caros. Incluyéndome. Veo como salen de la sala y yo me levanto de mi lugar. Observo el rolex que cuelga de mi muñeca y sonrió, son las 5:30 en punto, hora de la salida. 

Salgo de la sala de juntas por la puerta trasera y llego directo a mi oficina, la enorme ventana de cristal que hay detrás de mi silla parece una pintura. El atardecer justo en su punto.

La puerta de la oficina se abre y giro rápidamente, ahí esta mi esposa. Luce un vestido rojo y ceñido que hace que su cuerpo se vea como el de un ángel, estoy seguro de que los hombres del piso disfrutaron verla. Todos la pueden ver, pero nadie la puede tocar. Es mía. De repente, la belleza del atardecer es opacada por una mujer de 1.70 con ojos azules.

Lleva unos tacones beige que la hacen un poco más alta, su pelo planchado y sus labios totalmente rojos. Sonrió, ahí esta mi ángel. El momento que tanto espero del día a llegado, el momento en el que por fin la puedo ver. Ella me deslumbra con una sonrisa y corre hacia mi, la recibo con los brazos abiertos y ella me abraza con fuerza. Su pequeño cuerpo huele a vainilla y fresa, la aprieto a mi con fuerza y sonrió.

- Hola cariño. - digo, ella ríe. Llevaba 3 días sin verla, me había tenido que ir a Grecia a firmar un contrato y de regreso no había podido ni siquiera pasar a casa, me había venido directo a la oficina a terminar con mis asuntos pendientes.

________ no me suelta y cuando intentó alejarla un poco para besarla ella me entierra las uñas en la espalda en señal de advertencia. Rio.

- ¿me extrañaste? - digo con diversión, la siento sonreír contra mi cuello y luego asiente.

- como loca.

Me suelta un poco y aprovecho la oportunidad para levantarla un poco y besarla como frenético. Jesucristo, había estado mucho tiempo sin mi droga, es inaceptable. Ella se separa de mi y sonríe, sus labios están hinchados.

- ¿Nos vamos? - pregunta. Me encojo de hombros, la verdad es que ahorita no puedo salir. Todavía tengo trabajo que hacer.

- No cariño, tengo que mandar unos correos y checar los planos para el hotel que vamos a construir en Mykonos. - murmuro. _______ luce desilusionada pero sigue sonriendo.

- De acuerdo, te espero. Solo debo ir al baño.

Se agacha para recoger su bolso del piso y después corre al baño. Sonrió y me siento detrás del escritorio para ponerme a trabajar.

La verdad es que el trabajo es fácil y entretenido, después de heredar los hoteles de papá hace 2 años mi vida a dado una vuelta. Tengo alrededor de 50 mil personas en todo el mundo que trabajan para mi y de mi dependen cada una de esas personas, hasta el momento eh logrado expandir la empresa a tres ciudades y hacer que las ganancias incrementen. No voy nada mal.

Después de acabar la universidad a lado de _______ hace ya 4 años, ambos ya vivíamos en nuestro antiguo departamento. La gente estaba vuelta loca por la idea de que ella y yo no habíamos casado, tuvieron que darle el dinero de la apuesta a ella y declararle como la campeona. Probablemente fue el mejor día de su vida.

Hace 1 año ella y yo nos mudamos a un casa mucho más grande en una de las zonas residenciales de la ciudad, estaba cerca de su oficina donde ella da terapias a sus pacientes por hobby. Dinero nos sobra. Es un alivio poder decírselo.

La Chica Que Baila |Terminada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora