Ichimatsu estaba que echaba humo por la orejas, literalmente. Su primer día escolar había empezado mal y la vida parecía no querer menguar su mala fortuna.
Al menos había tenido la mísera "suerte" de quedar hasta atrás en el salón, quizá no tan bueno fue que quedase en la fila de la ventana. La luz le fastidiaba, la vista a la cancha le fastidiaba, los sonidos exteriores le fastidiaban, ¡el aire le fastidiaba!. En resumen, odiaba todo, absolutamente todo. Su mala suerte, a los profesores estúpidos que organizaron los grupos, la maldita forma extraña de la escuela, a sus hermanos, al idiota de Karamatsu por ser Karamatsu... Ah, pero en especial, a ella. Tan sólo mirarla le resolvía el estómago. Había perdido la cuenta de todas las veces que la destripó imaginariamente durante los primeros 30 minutos de la "clase". Una y otra vez sin cesar.
Para el quinto hijo parecía no existir ser más despreciable sobre la faz de la tierra que ella. Con esa actitud temerosa y desganada, como si tuviese los peores problemas del universo. ¡El suyo era un verdadero problema!
Era como... como un ratón. Una plaga, de apariencia adorable pero destructiva y letal. Él lo sabía, en su vida la había visto, pero lo sabía. Las mujeres eran como las enredaderas. Teniendo de dónde sostenerse no haría más que subir.
Fuera de su tétrica fantasía, en el mundo que no ardía en llamas violetas, sus compañeros se mantenían presos de una extenuante tensión. Bastaba con ver el rostro del muchacho, parecía un yakuza en un mal día.
一Matsuno 一llamó el profesor de turno en vista del penoso ambiente que imperaba el salón 一. Matsuno 一alzó un poco la voz buscando algún efecto. Pero nada 一. ¡Matsuno Ichimatsu! 一vociferó con fuerza y la pizca de paciencia que le quedaba.
一¡Qué demonios quieres! 一contestó de forma automática. Para cuando su mente volvió a la realidad y entendió la situación ya era demasiado tarde.
一Al pasillo.
Fue lo último que escuchó antes de que el profesor le diera un balde con agua y guiara hasta la puerta del salón.
Una vez fuera soltó un suspiro desganado, sabía que había cometido un error, ahora no sólo su vida escolar sería mala, sería espantosa, y seguro ya se había conseguido su primer enemigo de alto rango.
一¡Es bueno tener algo de compañía por aquí! 一escuchó a un lado una voz familiar.
Al girar la vista se encontró con el único, el original, el incomparable: Matsuno Osomatsu.
一Que osado de tu parte gritarle al calvo. Los calvos son cosa seria. Ah~ nunca es conveniente meterse con un calvo.
Aunque agradeció no estar completamente solo en el pasillo, el sentimiento de saber que tu hermano había, prácticamente, batido un récord en materia de castigos no era precisamente agradable. Pero el problema real estaba en que ahora, el respetable funcionario escolar que hace nada le echó de la clase había salido del salón a expresar su molestia.
一Vuelves a decir "calvo" y me encargaré personalmente de que debas adjudicarte ese adjetivo por el resto de tu vida.
La amenaza fue efectiva. Al menos Ichimatsu no sería el único blanco del profesor con ausencia de cabello.
一 一 一
Apenas había logrado calmarse, por segunda vez.
No había entrado a su primera clase por el desesperante malestar de su estómago, solía pasar, no era tan extraño, la ocasión lo ameritaba. Para nada se trataba de algo que le hubiese caído mal, no era el caso. Eran los nervios. Cuando se veía acorralada en situaciones como aquella, las nauseas le atacaban inmediatamente. Decían que era una condición hereditaria, su padre lo padecía.
ESTÁS LEYENDO
Pandemia
RandomPensar en tu cosanguíneo de una manera romántica, de por sí, es un tabú. "Amar a alguien y no poder decirlo..." Ambos vivían bajo esa consigna. Sus corazones eran eclipsados por el mismo mal: un amor prohibido. __________________________ Los perso...