Kaleidoscopio

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Algo iba mal con su hermano mayor, de eso no le cabía la menor duda. Debía ser algún tipo de poder especial, karma místico, o simplemente esa cosa fantástica que llaman genes lo que le indicaba tan evidente condición. Y del mismo modo, era parte de aquella energía extraordinaria que le permitía a Osomatsu meterse en problemas con tanta facilidad.

De cualquier forma, tenía presente que en determinado momento debería tomar cartas en el asunto. Algo un poco irónico, si tenía en cuenta que había sido su incondicional compañero desde que podía recordar, el cómplice perfecto para cada una de sus aventuras.

Sin embargo, todos estaban cambiando. Él mismo lo estaba haciendo. Tal vez sólo había comezado a pensar demasiado como le decía frecuentemente el mayor de los seis. Así como el susodicho había encontrado cierta diversión en las revistas con material para adultos -como todo chico normal de preparatoria-, él había encontrado un algo atractivo en las revistas de espectáculo, poco le importaba la farándula, en realidad, lo que sus ojos buscaban eran ropas vistosas pero estilizadas, particulares y personalizadas, luces y ritmos oscilantes que despertaban una emoción aún nueva para él. Algo más allá de sus propios planes.

Choromatsu quería marcar diferencia, pero aún era un asunto confuso, conocía sus propios intereses, pero no los de sus hermanos. Al menos sabía que por Osomatsu no debía preocuparle.

El estar en clases separadas era un alivio, pero al mismo tiempo una desventaja. Ahora tendría menos oportunidades para cerciorarse de que sus aficiones no coincidieran con las de sus hermanos. Y claro, el único que no requería mayor estudio había quedado con él. Pero no sólo eso, también sería el más problemático.

Prontamente comenzaría a recibir quejas tipo. ¿Tu hermano siempre es así? - ¿No puedes convensar con tus padres al respecto? - Qué mal ejemplo de hermano mayor. Aquella última era imposible de negar, aunque eso de "mayores y menores" sólo funcionaba dentro de su jerarquía externa o interna dependiendo de la ocasión. La verdad, que uno naciera dos o tres minutos antes que otro era una reverenda tontería. Nacieron los seis el mismo día, sextillizos exactamente idénticos. Claro que viéndolo desde el aspecto físico.

Choromatsu suspiró al momento que cerraba con pesar su libro de texto y los demás dejaban el salón. Quizá el pedir un cambio de clase aún era posible, tendría que planteárselo a su profesor encargado a la brevedad. Guardó sus útiles dentro del pupitre y salió a tomar el descanso.

一 Maldición, tengo las piernas entumecidas 一 se quejó la inconfundible voz de Osomatsu 一. Estos viejos no tienen piedad con la carne fresca.

一 La tienen con quien la merece 一 soltó sin más el tercero 一. ¿Ichimatsu? 一 preguntó asombrado al cuarto hermano. Ichimatsu no era del tipo que buscaba problemas, los evitaba, a su manera pero los evitaba, no era para nada como Osomatsu 一. ¿Qué te pasó a ti? Digo, este idiota es un completo idiota, ¿pero tú?

一 ¡Hey, hey! A quién llamas idiota, idiota 一 alegó el mayor, pero fue estratosféricamente ignorado.

一 No ha sido un buen día 一 murmuró desviando la mirada. No se encontraba en condiciones ni tenía ganas de dar explicaciones.

一 ¡Choromatsu-niisan! 一 le llamó otra voz conocida mientras se acercaba por el pasillo.

一 ¡Tiene a Jyuushimatsu-niisan! ¡Lo atrapó! ¡Tienen que salvarlo!

一 ¿Qué? Espera. Todomatsu, cálmate primero 一 trató de hacerlo volver a la realidad de ese estado de histeria 一. Y por favor no me tironees.

一 L-lo siento...

一 ¿Por qué tanto alboroto? 一 secundó Osomatsu.

一 ¿Quién tiene a Jyuushimatsu? 一 acompañó Ichi.

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