Capítulo 5

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Alyssa caminaba por los pasillos de su instituto, apresurándose porque como siempre iba a llegar tarde.

En su carrera por no retrasarse, se tropezó con un chico moreno y mayor, y como un relámpago; el "incidente" vivido hacía dos meses pasó por su mente sin que ella pudiera evitarlo.

Recordó como se había despertado totalmente vestida e ido al cuarto de baño a vomitar inmediatamente, recordó las incontables horas llorando; pero sobre todo, y lo que más le dolía recordar era como se sintió. Como cuando murió su madre. Era la misma clase de dolor.

También recordó el mes entero que se había pasado sin asistir al colegio, y el otro mes tan deprimente en el que si fue.

Aquello, aquella violación, (y para ella no era simplemente una violación sexual, era una violación de todo cuanto conocía) la había hecho cambiar. No salía (solo el segundo mes para asistir al instituto) apenas comía y se había vuelto tímida, y aunque le costara admitirlo, ahora era frágil como un vaso de cristal. Se pasaba las tardes llorando y sumida en el dolor. Sólo de recordar a Elen...

Sacudió la cabeza violentamente para alejar esos pensamientos.

Cruzó la puerta de la clase.

- Señorita Doyle, llega tarde para variar.

Ella agachó la cabeza, algo que la Alyssa de antes jamás haría.

- Discúlpeme, profesor.

Con la cabeza agachada se dirigió a un pupitre y se sentó.

Intentó no distraerse, pero le era imposible. Había algunos ojos clavados en ella. Pero hacía un mes había sido mucho peor. Cuando había entrado a la clase, después de un mes sin asistir, todos los pares de ojos se habían posado en ella. Y Alyssa, que normalmente les hubiese escupido para que no la miraran "caras tan feas" se limitó a agachar la cabeza. Antes no consentía que la miraran y en el instituto la respetaban. Corrían rumores de que se había escapado de casa con 13 años y que jamás había vuelto, ni cuando su madre murió. No sabían mucho de ella, pero nadie se atrevía a hablarle por los rumores que corrían por todo el colegio.

Pero ahora, que Alyssa tenía aquella actitud nada arrogante e incluso sumisa, todo el mundo le decía de todo. Ella no protestaba, aunque podría haberle roto la nariz a más de uno sin levantarse. No tenía ganas de nada. Ni siquiera sabía por qué seguía en el mundo. Bueno en realidad si que lo sabía. Era por su madre. Ella jamás hubiese querido un final así para su Alys.

Por fin acabaron las clases, Alyssa soportó muchísimos comentarios infantiles y se largó de allí. Otra tarde infernal le esperaba.

Nada más llegar a su casa se puso a llorar de pura frustración y se durmió rápidamente.

La alarma del instituto la despertó. Había dormido toda la tarde y toda la noche, y aun así; estaba cansada. Se vistió y salió para el instituto, sin desayunar. Se había mirado al espejo. Era prácticamente un esqueleto andante.

Había intentado comer, pero todo lo vomitaba. A lo mejor moría así, pensó.

Llegó al instituto por primera vez temprano, tanto que no había nadie en el aula.

El primero en llegar fue un chico rubio, delgado, y alto, nada musculoso, que la miró con unos ojos tan transparentes como el cristal.

- Hola soy Cyril - le tendió la mano en un gesto educado - Soy nuevo.

Alyssa aceptó la mano que le tendía y sintió que una corriente eléctrica le recorría el cuerpo.

- Yo, yo... - miró al suelo, porque mirar esos ojos la hipnotizaba - Alyssa.

Sin respiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora