Capítulo 4

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Alyssa se despertó en un lugar diferente al que se había quedado dormida. Estaba en una cama, desnuda, y con las piernas y manos atadas a cada extremo de la misma. Sonrió para sus adentros pensando en lo que le habrían hecho los dos hombres que tenía al lado. Ambos desnudos y dormidos. Alyssa miró su cuerpo y descubrió restos de semen por todo él. Esa noche había estado drogada y bebida, por lo que en el sueño tan profundo no se había dado cuenta de nada.

Para su suerte, cuando se movió las ataduras cedieron. Tenía que buscar su ropa. Fue al salón, y entre restos sexuales encontró su vestido y sus tacones. Se los puso y volvió a la habitación en la que había "dormido".

Movió a los dos hermanastros (que no se dieron cuenta porque también estaban bajo los efectos del alcohol) hasta atarlos y dejar a Nathan con el pene de su hermanastro en los labios, mientras que este le tocaba el culo.

Alyssa sonrió y se largó.

Pidió un taxi y en poco tiempo estuvo en su casa. Se quitó el vestido que estaba hecho un asco y se metió en la bañera, dispuesta a darse un baño relajante. Cuando ya estuvo dentro, llamaron al timbre.

- ¿Quién es? - Preguntó desde la bañera.

- Aly abre soy yo.

- Elen estoy bañándome, la puerta esta abierta, pasa.

Elen no se lo pensó y entró al baño. Tenía que hablar con ella. Alyssa estaba acostumbrada a mostrar su cuerpo desnudo, y su amigo lo había visto ya, así que no le importaba.

- Si que tienes que querer algo para entrar aquí. ¿Qué pasa?

Elen se dio la vuelta.

- Yo, esto...quería decirte...

Alyssa se extrañó. Su amigo siempre era seguro de sí mismo, el típico chico malo que se las tira a todas. Por eso Aly sonrió y se levantó de la bañera, toda mojada y desnuda, para que su amigo retomara la confianza que se tenían.

- Vamos, Elen - dijo tocándole la espalda- Date la vuelta si quieres hablarme, me gusta que me hablen a la cara.

Él le hizo caso, pero en lugar de mirar su rostro, sus ojos pasaron de sus pechos a su intimidad, y así sin parar.

- ¿Vas a dejar de admirarme y a hablarme de una vez?

- Yo, solo... ¿Qué hiciste anoche con los hermanastros?

- Mejor di que me hicieron ellos a mí, porque yo estaba borracha y simplemente les deje que me metieran sus pollas una y otra vez hasta que...

Alyssa no pudo seguir, porque notó los labios de Elen en los suyos. Era un beso rabioso, con furia y frustración. Aly estaba tan asombrada que no pudo hacer nada cuando sintió el cuerpo de su amigo pegado al suyo desnudo. Y lo peor era, que sentía su prominente erección en su sexo. Pero Alyssa no estaba caliente, estaba asqueada. Le parecía que la besaba su hermano.

Intentó separarse, pero él era más fuerte, y la pegó aún más contra su cuerpo. Ella se dio cuenta de que estaban en su cuarto y no en el baño cuando Elen la tió a la cama. Paró de besarla y le empezó a chupar los pezones mientras que su mano bajaba hasta su sexo. Alyssa solo quería parar aquello. Se revolvió todo lo que pudo, hasta que salió de la jaula de Elen la miró con los ojos desorbitados de puro deseo.

Alyssa estaba tan asqueada que ni podía hablar, pero lo consiguió.

- ¿Qué estás haciendo, Elen?

Por primera vez desde hacía más de un año, Aly sintió miedo. Pegada a la pared desnuda como estaba, teniendo a un hombre que era casi el doble que ella y que estaba confuso (como menos estaba así), el miedo la invadió y se quedó paralizada. ¿Qué y si la única persona en la que había confiado desde la muerte de su madre, la violaba? Porque si ella no quería aquello, sería una violación en toda regla. Además ella tenía 16 años y él 28...

- ¿No lo ves? Te deseo Aly, te deseo desde la primera vez que te vi. Me llevo conteniendo un año, sabiendo todos los tíos que te hacían exactamente lo que yo quería hacerte. Y ahora que me dices que esos hermanastros te hicieron suya, yo también lo haré.

Alyssa no se lo podía creer. Su fiel amigo la deseaba. Mientras que él se iba acercando, ella sentía las rodillas temblándole, de puro miedo. Elen llegó hasta donde ella estaba y le acarició la mejilla a la vez que le decía:

- Te quiero.

Ella estaba tan paralizada que pensó que se desmayaría. Apenas se dio cuenta de que volvía a estar en su cama. Ni de que él volvía a besarla. De nuevo, arrebatadoramente. Y ella no le correspondía. Por muchísimos motivos, no podía.

Vio con horror como él, después de besarla, se quitaba la camisa y se desabrochaba el pantalón.

Cuando ya estaba en calzoncillos, volvió a la carga con los pechos de Aly, mientras que metía dos dedos en su sexo. Aly no se movía, no sentía ningún tipo de deseo. No se puso caliente cuando miró lo que hacía aquel hombre, que ahora para ella era un desconocido.

Vio con horror como el desconocido se levantaba y se quitaba los calzoncillos. Bien, ahora ella temblaba. Y no de deseo. Temblaba porque sabía que el la violaría y eso le producía un miedo indescriptible. Él puso su miembro en la entrada de la vagina de Aly, mientras que con los dedos seguía masajeando el clítoris. Le parecía imposible, pero la mujer no estaba húmeda en absoluto. Estaba muy cerrada. Se enfureció al pensar que aquella diosa no sentía deseo alguno por él, y de pura rabia, la embistió lo más fuerte que había hecho nunca.

Alyssa sintió el dolor de la muerte de su madre por todo su cuerpo. Sólo que no era ese el motivo. El motivo era que su antes mejor amigo la estaba violando, y la había penetrado tan fuerte que Alyssa se sintió romper. Lloraba de verdad, lloraba como no lo había hecho en un año. Elen le pasaba la mano por sus mejillas mientras seguía embistiéndola.

Aly se quería morir justo en ese momento. ¿Qué sentido había tenido todo ese año tirándose tíos al azar? Viéndose allí, siendo violada en su propia cama, sintió que lo mejor era la morirse allí mismo. Pero en lugar de eso, supo que Elen se había corrido dentro de ella. La besó, pero no salía. Entonces habló:

-No sabes el tiempo que he deseado hacerte esto. Ha sido el mejor orgasmo de mi vida. No quiero salir de ti.

Al levantar la cara entre jadeos, Elen vio el rostro blanco como la pared de Alyssa, y salió de ella.

- ¿Qué te pasa, cariño?

Ella cerró los ojos.

Sin respiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora