Capítulo 1: Casa de muñecas.

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Capítulo 1: Casa de muñecas.

Al llegar a mi casa, todo seguía igual de mierda, incluso peor de lo que estaba cuando me fui. Pasando por el estrecho pasillo de color crema, que llevaba a las habitaciones, decidí ignorar la escena de porno-amateur que tenía lugar en el salón. Era asqueroso. No es que no me guste el sexo, claro que me gusta. Me he acostado con cientos de chicas... Vale, quizás fueran... Ninguna. Pero he visto suficientes películas del género como para saber que ver a mi madre, follando en mi salón, con el fontanero gordinflón del barrio, que si no recuerdo mal, está casado, no era precisamente agradable.  

Subí a mi habitación lo más rápido y discreto que pude y cerré la puerta con el pié, mientras me dirigía a tumbarme en mi cama. Encendí mi viejo fósil, también conocido como ordenador, abrí el reproductor en aleatorio y enseguida empezó a sonar mi grupo preferido. 

Cerré los ojos e incliné la cabeza hacia atrás tumbándola en mis brazos, mientras mis pies se movían al compás. 

Hace un tiempo, cuando aún era una persona medianamente corriente, presencié una muerte de cerca, - tanto que la pude sentir yo-, como fue la muerte de mi hermano Joseph. Asistí en primera fila un asesinato. Por supuesto nadie lo sabe. Sólo Joker, mi mascota. 

Desde ese día he visto la muerte de otra manera. 

Vivir está sobrevalorado, la vida es algo tan simple que cualquier idiota puede arrebatártelo, y no hace falta mucho que digamos.

Por eso abandoné los estudios. Cuando mi madre me preguntó el porqué, contesté:

- Sin estudios puedo ser asesino, ladrón o traficante. Y en cualquiera de esos casos, sacó más dinero que un médico que se pasó 8 años estudiando.-

Mi madre sabía que era inutil discutir conmigo así que no opuso más resistencia cuando lo dejé. 

Desde ahí me he dedicado a observar a las personas. 

Cada uno a su manera intenta hacer algo nuevo, diferente, pero acaba haciendo lo mismo que los demás. Me resulta fascinante observar como gente que conoces de toda la vida cambia más de personalidad que de ropa interior. De cada cuatro que escuché diciendo: "Nunca haré eso", seis lo han hecho. Esa búsqueda por encajar no acaba nunca, es como el tetris.

A lo lejos oí unos gritos y unos golpes sordos en lo que supuse, era la pared. Bajé la música para confirmar mi teoría y en menos de dos segundos, los gritos y sollozos de mi madre me violaron el timpano, haciendo que una furia incontrolable se adueñara de mí. Cogí mi bate de base-ball y empecé a bajar las escaleras a paso rápido mientras el lloro de mi madre se hacía más nítido. 

- ¿Qué demonios le has hecho bola de cebo andante? - grité desde la escalera justo antes de llegar a salón.

Pero cuando lo hice, la imagen me desconcertó. Pach alias "El Fontanero" ya no estaba, en su lugar había una pareja trajeada, ella era alta y morena, bastante delgada y su rostro fino y delicado. Llevaba el pelo atado en un perfecto moño y un traje gris que le daba un aire a policía que no lo quitaba nadie. Sus ojos color almendra me examinaban de pies a cabeza al igual que los ojos castaños de su compañero. Este, era un poco más bajo que ella, y no tenía mucho pelo que digamos, parecía tener unos 40 años y al igual que ella llevaba un traje gris.

-¿Qué demonios pasa aquí?- Logré decir a pesar del desconcierto y mi madre estalló en más lágrimas.

- Somos de protección de menores, debido a los últimos incidentes- Comentó él sin dejar de mirarme- a tu madre se le ha retirado tu custodia.-

- A priori deberías ir a un centro de acogida- ahora hablaba ella- pero el juzgado decidió mandarte a un centro de rehabilitación hasta que estés capacitado para sobrevivir por ti mismo.-

Último AlientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora