Te conocía desde tiempo atrás, siempre llamabas mi atención (y de otras personas) con payasadas o bromas pesadas. Yo era una niña estúpida que le impresionaba muchas cosas y más me impresionabas tú.
La transición de niña a adolecente me hizo ver que quería mas de tí. Me emocionaba con una simple mirada, con un insulto tuyo, con un saludo indiferente, con esas conversaciones que teníamos sobre lo incierto que era la vida y como lo sobrellevabas ignorando la gente.
Me gustabas, mucho. Te quería, bastante.
Cambiaste de escuela, me ilusioné pensando en que ya no te verían mal conmigo. cada rumor que llega a mi me hace sonar que estas allí, conmigo. Te necesitaba ver y esas platicas duraban mas en las noches, todos los días quería hablar contigo. "Hey", "que onda", y más pendejadas me decías, solo me utilizabas para saber mas de lo que no veías. Querías saber de la vida de los demás y yo te daba información, gustosa.
Te escribí 17 cartas románticas, 6 veces imaginaba como serían tus labios tocando los míos, 9 poemas cortos que describían como me sentía hablando contigo, y todas las noches pensaba en los finales felices que podíamos tener. En todas mis letras terminaba en "acéptame, véame como una chica más que te puede interesar." Nunca tuve el valor para mandártelas, por lo que podrías decir, ya que una vez le dije a alguien en común que te dijera la idea de notarme. Lo único que recibí de ti fue risas y más que risas, burlas. Me empecé a sentir mal, ya no quería sufrir y menos por ti.
Deje de hablarte, deje de tratarte bien, deje de mirarte, deje de pensar en ti todas las noches y siempre acababa llorando hasta quedarme dormida.
Empecé a odiarte, empecé a búrlame de ti, empecé a convertirme en lo que nunca pensé que yo sería,
empecé a ser como tú y fue allí que acabé olvidándote.