(E) 2 Informe

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— ¿Pero qué mierda? — Mis ideas no eran coherentes luego de leer el papel. George, maldito hijo de perra, ¿cómo es posible hacerle tanto daño a alguien por puro experimento?

Vagos recuerdos llegaban a mi mente, las clases de artes marciales, mi estancia en la academia militar, el entrenamiento de tiro con arco, las comidas extrañas, los moratones, el dolor; al parecer todo era culpa suya, y desde pequeña pasando por todo esto.

Mientras mi cabeza daba vueltas pensando una y otra vez en lo que decía el informe, noté la presencia de pisadas humanas acercándose directamente hasta mi posición. Retiré la tierra de mis pies, me coloqué los calcetines y los botines, recogí todas mis cosas en segundos, estaban cerca, a menos de un kilómetro, los sentía llegar aún con el calzado puesto.

Con la mochila en un hombro, las flechas colgadas y el arco en mano corrí en dirección al auto, para no llamar la atención abrí la puerta de copiloto y boté la mochila dentro, la volví a cerrar sin hacer mucho ruido y me oculté entre los autos, llegaron, eran tres, dos mujeres y un hombre los observé unos segundos pero decidí quedarme escondida sentada junto a dos cadáveres detrás de una camioneta. Cerré los ojos para concentrarme mejor en los detalles, el olor de cada uno era diferente y distinguible, ahora sólo debía mantenerme oculta, miraba en ocasiones para memorizar su apariencia.

— Regresaremos mañana Carol y verás que... — Fue interrumpida.

— No es necesario Andrea... — Dijo la voz femenina de mayor edad, van dos nombres.

La rubia se alejó del auto en el que estaba la comida al rededor del letrero para Sophia, claramente es familia o al menos conocida de la tal Carol.

— Carol, va a aparecer... — Dijo el hombre que sostenía un arma de fuego, a lo que ella solo respondió con un ademán de negación para que guardara silencio.

Luego de unos minutos regresaron por donde vinieron, salí de mi escondite en cuanto se alejaron lo suficiente. Fui al auto, traté de encenderlo pero no tenía gasolina, probablemente vaciaron el tanque, genial. Salí con mis cosas y caminé unos segundos. Me detuve al escuchar un animal correr por el piso del bosque, no estaba muy lejos. No sabía si seguirlo y buscar más o tratar de llegar a algún lugar en el que mi familia podría estar. Opté por cazar, así que me adentré en el bosque en busca de comida.

Con el arco en mano y una flecha puesta en su lugar, mis brazos estaban en descanso mientras observaba a todas partes, vi una ardilla en un árbol, disparé y el cuerpo quedó incrustado contra el árbol, para no acercarme estiré la mano derecha y aún sin saber si funcionaría, intenté atraer la flecha incluyendo a la ardilla en ella, para mi sorpresa dió resultado. Quién lo diría.

Al parecer lo del platino también sirve, mas tarde comería, por ahora debía cazar lo más que me fuera posible, al menos unas cuantas ardillas. Caminé durante unas dos horas tratando de agudizar todos mis sentidos, me encontré con un ciervo adulto, para mí el sólo verlo era un manjar, me oculté a unos cuantos árboles de distancia y apunté al cuello, si fallaba unos centímetros se desangraría de cualquier forma.

Respiré un par de veces, lancé la flecha, al mismo tiempo escuché un disparo, me acerqué al ciervo y tenía mi flecha incrustada en el cuello que sobresalía por ambos lados, sin embargo tenía una herida de bala. Me exalté, no estaba sola como creía, tomé mi flecha y traté de salir corriendo pero rápidamente me vi rodeada por cuatro hombres.

— Miren lo que tenemos aquí -—Dijo el... ¿hombre? alto y musculoso frente a mí, fingí estar completamente asustada, no solté el arma en ningún momento.

— Linda chica, pero parece una zorra con el cabello teñido de esa manera tan rara, ¿qué eres? ¿algún tipo de payaso apocalíptico? — Dijo el hombre detrás mío acompañando el comentario con una risita burlona, lo cual hizo que me hirviera la sangre. Observé a los que estaban a mi alcance.

The Lost Souls (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora