Todos dicen que la vida es un regalo. Que es el mejor obsequio que "Dios" nos ha regalado y que debemos disfrutar cada momento de ella, ya sea bueno o malo, y estar agradecidos por tenerla. Pero yo no creo que sea así. No es justo que esas estúpidas personas que siempre lo han tenido todo y nunca han sufrido estén diciendo esas idioteces, cuando ni siquiera se les ha pasado por su cabeza hueca el hecho de que no todo el mundo es como ellos, de que hay personas que no lo tienen todo tan fácil, de que hay personas que no tienen a nadie para llorar ni para reir, de que hay personas que han sufrido tanto que no saben como pueden seguir respirando.
La vida para mi no es un regalo, ni un obsequio, ni lo mas hermoso que me han dado. Es todo lo contrario. La vida es mi propio infierno personal, hecho especialmente para acabar con cualquier chispita de felicidad que pueda volver a encender mi corazón, hecho para hacerme sufrir y para ahogarme en los océanos de la angustia, el dolor, y la depresión. Y aún estoy nadando, estoy luchando por seguir respirando, pero no creo que pueda mantenerme nadando por siempre en esta tormenta eterna.
Dicen que no se puede tener un arcoiris sin lluvia, pero, ¿cuándo acabara la mía? ¿cuando aparecerá mi arcoiris?. Ese es el problema, nunca apareció y nunca aparecerá, porque así es mi infierno, así es mi vida. Solo llueve y llueve y la marea sube mas, las olas se vuelven cada vez mas salvajes y yo me vuelvo cada vez mas débil, esperando que algún día pare de llover y pueda ver, al menos, un rayo de luz, que le devuelva el calor y la vida a mi cuerpo deteriorado por todos esos años sumergido en una tormenta interminable.
Les contaré mi historia.
Desde que nací hasta los 4 años viví con mis padres biologicos en una pequeña casa al norte de Texas. Mi madre Denise, vendía su cuerpo en los bares todas las noches y conoció a mi padre en el "trabajo", luego nací yo y mi padre ofreció mantenernos a mi y a mi madre con la condición de que ella hiciera lo que el quisiera, y mi madre, como sabía que no podría mantenerme sola, ya que era muy pobre, aceptó. Aún tengo pesadillas que muestran las claras imágenes de como el bastardo de mi padre abofeteaba a mi madre y abusaba de ella sexualmente. Mi madre hacía lo posible porque yo no presenciara sus peleas y siempre me calmaba cuando me ponía a llorar por tantos gritos, pero era inevitable no vivir asustada y triste en esa casa. Un día, mi madre me dió un hermoso collar con un dije de forma circular que cuando se abría mostraba una foto mía y una de ella, lo entendí perfectamente. A pesar de mi corta edad, sabía que en esa familia solo éramos ella y yo, que mi padre no era nada para nosotras y pensar en eso me hizo sentir tan triste que empezé a llorar, mi madre repitió mi acción y me acogió entre sus brazos como solo una madre sabe hacerlo, y luego dijo: "Escucha mi amor, lamento que hayas tenido que ver tantas cosas feas y no ser una niña normal y feliz con tan solo 4 años, jamás desee esto para ti, para nosotras. Quiero que sepas que nada de lo que has visto en esta casa es bueno, no quiero que repitas mis errores ni los de tu padre, prometemelo". En cuanto terminó supe que algo andaba mal, en ese mismo instante mi padre entró con una pistola en la mano a mi habitación y le dió un tiro en la cabeza a mi mamá, estaba muy drogado y furioso, luego apuntó hacia mi. Creí que hasta ahi había llegado mi miserable existencia, pero no, el arma paso a apuntar la sien del hombre frente a mí y justo antes de caer desangrado en el piso dijo: "lo siento".
Yo estaba chillando, llorando y gritando derrumbada en el piso sin saber que hacer, estaba sola, no tenía a absolutamente nadie, mis padres habían muerto. Así fue como llegué al océano, y la tormenta llegó para nunca irse.
Después de la muerte de mis padres, la policía me detuvo y me internaron en un orfanato. Pasé los 6 años siguientes en ese horroroso lugar, viendo como niños iban y venían, y otros simplemente se sentaban en un rincón a lamentarse y llorar por tener que estar ahí y no en sus casas con una familia. Hasta que un día una pareja muy rica decidió adoptarme. En el primer año que pasé con ellos estaba muy asustada, porque eran totalmente indiferentes conmigo y apenas me dirigían la palabra, pero, luego empezaron los maltratos.
Sin ninguna razón ellos empezaron a tratarme como su sirvienta y me castigaban cada vez que hacía algo mal, me abofetaban, me daban puñetazos, y a veces, latigazos. No entendí por qué lo hacían y no me atrevía a preguntarles, porque era una cobarde. Ahí fue cuando me di cuenta de nunca sería feliz, de que la vida jamás me permitiría sonreír, de que estaba condenada a permanecer en la tormenta hasta hacerme polvo. Duré 7 años bajo el poder de sus gritos y sus castigos. A pesar de todo, me enviaron a la escuela que es lo único bueno que hicieron por mí. En la secundaria no tenía amigos, las personas no se querían acercar a mí porque estaba llena de cicatrices y habían varios rumores de que era una loca psicópata que asesinó a sus padres o que era drogadicta y cosas así. La verdad era que no me importaban ninguno de ellos, jamás les hablé y ellos jamás me hablaron, salvo para burlarse de mí, solo me importaba graduarme y seguir con vida.
Pero ya no podía soportarlo, no lo aguantaba más. Dos semanas antes de terminar el último año, les pedí a las autoridades de la escuela que me dieran los exámenes antes y el diploma de graduación también. Había elaborado un plan. Un plan para salir del océano y sentir la calidez del sol. Logré empacar lo poco que tenía y huí de ese lugar lleno de horribles recuerdos. No tenía a donde ir, pero logré robarme el auto de Ben, mi padre adoptivo, así que pise el acelerador hasta el fondo y me marché lo más rápido posible de ese lugar. Me dejé llevar por la carretera y por primera vez en mi vida me sentí libre, no me sentí atada a ningún lugar, sentí que por fin la lluvia había parado y me permití dejar a la vista el fantasma de una pequeña sonrisa en mis labios.
Terminé en Los Ángeles, California. Logré conseguir un trabajo en una cafetería, y estuve viviendo en el "comodo" auto de Ben hasta que ahorre lo suficiente para pagar la renta de un pequeño apartamento y mantenerme a mi y al auto.
Esa es mi historia.
Y ahora, aquí estoy. Sentada en el suelo de mi acogedor apartamento, con la esperanza de poder seguir respirando. Porque a pesar de que mi cuerpo no esté sufriendo, mi mente y mi corazón si lo están. Acabo de comprender que no se puede salir del océano huyendo de él, lo único que logré al escapar fue calmar las olas y aminorar la tormenta, pero siempre voy a estar flotando en esa agua quieta y deprimente. Porque el océano no es un lugar al que todos los infelices paren, es un lugar que tu creas con la sangre de las heridas que te hacen la vida y las personas, y no hay forma de salir de eso. A menos que tengas la fuerza suficiente para tratar de respirar, nadar hasta la orilla y ver salir el arcoiris, claro, si no te ahogas en el intento.
______________________________________________________________________________
N/a¡Hola!
Espero que les haya gustado mucho el primer capítulo y dejenme saber que les pareció con sus votos y comentarios.
¡Hasta la próxima semana!
ESTÁS LEYENDO
Trata De respirar
Teen FictionElena es una chica de 19 años que ha sufrido demasiado en el pasado y se podría decir que jamás ha sido feliz. Cuando tiene la oportunidad, se escapa y emprende un nuevo camino hacia una nueva vida en la que cree que podrá avanzar y ser feliz, pero...