Sánchez no solía visitar a su hermano Thomas y a su cuñada Audrey, pero
después de los sucesos de la víspera, debía advertirles de los peligros que les
esperaban.
Habían pasado casi cinco años desde el día en que había tropezado con aquel
ángel en la calle. Lo recordaba bien porque fue la noche de Kid Bourbon, la noche en
que había visto más derramamiento de sangre y cuerpos muertos que un enterrador
ve en un año. A menos, claro, que fuera el enterrador de Santa Mondega de hacía
cinco años, cuando hubo la masacre. El ángel era una hermosa joven llamada Jessica.
Sus caminos se habían cruzado brevemente antes de que ella entrara en el Tapioca, la
rara ocasión en que un desconocido había sido bienvenido en el bar. Pero la vez
siguiente, la encontró en plena calle inconsciente y acribillada a balazos. Una víctima
de la escoria que se hacía llamar Kid Bourbon.
A diferencia de todas sus demás víctimas, Jessica se las había arreglado para
seguir con vida. Ese día, hubo tantos muertos tirados en la ciudad, que Sánchez
temió que ningún médico la atendiera. El hospital local estaba colapsado con las
bajas de la trágica semana desde que Kid Bourbon anunciara su llegada. No, la
mínima posibilidad de sobrevivir de aquella chica recaía en Audrey, la esposa de
Thomas. Al ser enfermera, podría ocuparse de Jessica. Anteriormente, Audrey había
cuidado a numerosas víctimas de tiroteos, y tenía un promedio de supervivencia de
casi el cincuenta por ciento, lo cual sugería que Jessica tendría al menos la
oportunidad de sobrevivir, incluso tal vez de recuperarse.
Cuando después de unas semanas de cuidado quedó claro que Jessica no iba a
morir, a pesar de haber recibido treinta y seis balas, Sánchez quiso que Thomas y
Audrey escondieran a aquel ángel. Jessica era especial. No era una chica corriente.
Detrás de la barra del Tapioca, Sánchez había visto de todo, pero nunca a alguien que
sobreviviera a treinta y seis heridas de bala, excepto a Mel Gibson en Arma letal 2.
En el fondo, siempre había temido el día en que Kid Bourbon volvería para
matarla. Ese día había llegado.
Al parecer, cinco años antes, cuando Jessica apareció en la ciudad, dos monjes
se presentaron en el Tapioca. Recordaba que estaban buscando... una valiosa piedra
azul que un cazador de recompensas llamado Ringo les había robado. Sin duda, esa
piedra sólo traía problemas. Ringo la había robado para Santino, y no se la había
entregado.
Entonces llegaron los monjes. Querían devolver la piedra al templo y, a pesar
de lo afables que parecían, no se detendrían ante nada para obtenerla. Su llegada a
Santa Mondega había sido precedida por la aparición estelar de Jessica. Se ganó el
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El Libró sin Nombre
ParanormalQuerido lector, Durante siglos una libreria pérdida en el mundo ha escondido un secreto. En sus estantes hay un misterioso libro sin nombre ni autor .