7.

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Mi delirio, lo que provocaba mi sumisión ante él eran sus caricias, todas y cada una de ellas, delicadas, esplendorosas, increíblemente seductoras.

Su tacto era embriagador, su respiración contra mi cuello, sus manos explorando todo mi cuerpo, sus labios sobre los míos, cada beso más apasionado que el otro, su mirada.

Todo él me embriagaba cual borracho, todo el tiempo con ganas de más.

Era un tipo pervertido, nada romántico, pero para mi era la perfección en persona.
Cuando me abrazaba por detrás y lentamente sus brazos rodeaban mi cintura, era una explosión de sensaciones que invadía todo mi cuerpo; era, cómo no, todo lo que yo podía desear, era mío y yo suya, y me complementaba a la perfección.

Nuestros cuerpos siendo uno solo, sus caricias, todo él...

Hasta Que Te Olvide.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora