Extra

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Ambos estaban solos en la habitación de Hanamiya, y las palabras eran de sobra en estos momentos. Aunque Hanamiya tenía mil y un cosas que preguntar, más que nada "¿Cómo puede ser posible?" Podía llorar en estos instantes. Hanamiya se levantó del suelo y con Kuroko en brazos caminó hasta su cama para sentarse con la espalda recargaba en la pared del rincón. Dejó a Kuroko en sus piernas, y este rió algo avergonzado. 

—Kuroko, yo...

Kuroko sin esperar las palabras del otro recargó su frente con la suya, y a la corta distancia de ellos dos Hanamiya apreció una sonrisa mientras Kuroko cerraba los ojos tranquilamente. Aunque no lo demostrara Hanamiya estaba nervioso por tener a Kuroko tan cerca, quiero decir ¡Era la primera vez que teníamos contacto! y el aroma tan particular del celeste entraba en la nariz de Hanamiya como si este fuera el mismo aire que le rosea. Lo hacía sonreír como un completo idiota, lo hacía feliz. 

Hanamiya abrazó al menor pasando las brazos por su espalda, y con la mano acarició los cabellos del celeste con suavidad. Le encantó aquel tacto eso era seguro. Con mucha más fuerza sintió el aroma del menor, y el sabor que sus labios denotaban lo estaba volviendo loco. 

Kuroko sintió como ese abrazo lo atrapaba en una nube de nuevas sensaciones, con torpeza correspondía aquel beso, y le apenaba que fuese de esa manera, ¿Pero qué más le quedaba? Si incluso esta era su primera experiencia en estas cosas del amor. Ha de verse como un idiota. Pasó las manos por los hombros de Hanamiya y se aferró a este mientras lo atraía aún más cerca con el brazo en la nuca.

Hanamiya instintivamente se dejó llevar por el peso que el celeste tenía, lo cual no era tanto a decir verdad. El hecho de querer impregnar el aroma de Kuroko en su cama le era emocionante, de esa manera iba a sentir que dormía junto con él por un largo tiempo. Se separó del beso que asta ahora habían compartido juntos y el celeste de forma demandante lo jaló de las ropas para poder abrazarlo y acariciar los cabellos de su cabeza. 

Kuroko estaba increíblemente sonrojado, con el corazón latiendo mucho más que antes, eso le gustaba, le ponía nervioso pero sin duda quería saber que tanto podía llegar a sentir en estos momentos junto con Hanamiya. Por lo que aquel celeste tuvo la iniciativa de tomar la punta de la camisa del más grande que tenía como pijama. La fue subiendo poco a poco hasta que Hanamiya lo negó. 

—No lo hagas...— Finalmente las palabras eran presentes.—No querrás hacerlo, Kuroko... — Terminó la frase acomodándose la pijama. Trató de decirlo con calma, pero era todo lo contrario a como se encontraba ahora mismo. Tenía el corazón casi en la garganta, su cuerpo había dado un cambio totalmente radical y las intenciones que tenía ahora con Kuroko eran mucho más atrevidas que antes. Sin embargo, seguía diciéndose a si mismo "No hagas algo que él no quiere." 

Kuroko guardó silencio durante unos segundos, pues notó el nerviosismo de su contrario, a lo que rió en un tanto enternecido. Se levantó sólo un poco para llegar al rostro de Hanamiya y le acarició lentamente la mejilla—Esta bien—Musitó—Quiero hacerlo. Kuroko suspiró, con el propósito de expulsar el nerviosismo ahora presente, estaba un tanto asustado ahora, cerró los ojos y llevó sus manos a su propia ropa, se quitó la parte de arriba dejando al descubierto su torso. 

Hanamiya se quedó hecho piedra en esos momentos, pensó y sintió que le se había acabado todo el aire de la habitación, y no podía dejar de ver al menor con una completa atención, curiosidad, cariño y claramente deseo. Era su piel, la curiosidad de saber cuál sería su tacto, su aroma, todo. Hanamiya con las manos temblorosas tocó el hombro del menor. Y subió su mano con lentitud. Aunque demostrase tranquilidad (o al menos eso creía demostrar) Por dentro esta mucho más que inquieto, estaba desesperado. Pero algo extraño lo detuvo.— ¿Qué es eso que traes en el cuello?

Hanamiya es diferente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora