Abigail, era una chica joven cuando se enamoró de un chico quién le robó el corazón, Sebastián. Su amor era sincero y apasionante, pero no todo es para siempre. Aunque ella se dijo, hay que disfrutar hasta dónde se puede, porque sino todo es para si...
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Querido Sebastián:
Se siente hablar de esto después de tanto tiempo después que hemos terminado, suelo escribir para desahogarse. Pero me tome mi tiempo para hacerlo, lo pensé bastante, y quería que supieras, que escribí varias cosas cuando ya no estuviste a mi lado, aunque nunca las leerás, porque si hubiera la oportunidad que la leyeras, no te dejaría leerlas, solo quería que supieras que no he dejado de pensar en ti, por eso no deje de escribirte y por eso escribo esta última.
Sería pinocho, si dijera que no extraño tu mano en la mía, caminando por las calles, de esos besos robados, esas sonrisas que me provocabas, los abrazos sorpresas, bromas, chistes y bailes improvisados para hacerme sonreír, recuerdo que un día me dijiste que pensabas cuando me mirabas, y yo sonreí por lo tierno que sonaba, a un lo recuerdo, no creo olvidarlo por mucho tiempo. Me dijiste que, el primer pensamiento que se te venía a la mente era que, era hermosa y que era afortunado a tener a tu lado, que te entraba unas ganas inmensas de besarme y hacerme sonreír, que pensabas acelerado para tener una excusa para hacerme sonreír.
Muchas veces me dijiste que no eras cursi, pero con todo lo que decías y hacías, decía todo lo contrario, no importa si niegas ser algo ante los demás, me agrada saber que sólo yo, conozco eso de ti.
Pudieron haber pasado muchas cosas entre nosotros, buenas o malas, conociendo tu lado bueno o malo, yo te quise así y no deje que lo malo afecte nuestra relación, te quise por completo, sin un detalle afuera, con todas las cosas que me disgustaba y que me gustaba. Ahora espero que seas feliz, donde estés.
