Capítulo IV: Dolor

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Los días se convirtieron en semanas. Los Kurosaki ya no sabían qué hacer con la actitud de Ichigo desde aquel día en el cementerio, pues este evitaba a toda costa desayunar en casa y a la hora de la cena el ambiente se volvía tenso, no compartía muchas palabras.

No era para menos, ninguno quería escucharlo. Los primeros días quiso insistir sobre el ataque, pero no tenía pruebas que le ayudaran. No obstante, la única cosa que podía ayudarlo a corroborar: era su camisa, la cual había desaparecido.

Ese día no tenía clases, pero no dudó en salir de casa. Quería estar solo y poder pensar, o al menos tratar de convencerse y mantener su resolución firme: estaba seguro que estuvo lastimado, que su espalda había sido rajada cuando chocó contra el árbol abriéndole una herida lo suficientemente grande para hacerlo sangrar.

Podía reconocer cierta sensibilidad en la zona que fue afectada, ¿sería su mente traicionándole? Frunció el ceño mientras caminaba por las calles de la ciudad, ¿y si realmente alucinó cuando se desmayó...?

- "¿Por qué huelo otra sangre?"

En sus oídos resonó esa voz, ocasionándole un escalofrío. No, no lo hacía creado su mente, en serio recordaba haberlo oído, aunque después de eso todo fuese borroso.

- Si tan solo encontrara esa camisa... -Refunfuñó, era su única solución. Sus hermanas habían dicho que su padre lo encontró sin ella puesta, a lo que supusieron que la había desechado por el estrés y no la encontraron a los al rededores, lo bueno es que llevaba otra en su bolso.

Él apenas la buscó sin creerles dicha la posibilidad, ya que él seguía sin recordar que se había desmayado. Exactamente, no encontró nada, ¿no era eso sospechoso?

- Menuda mierda... -Gruñó un pelinaranja en voz alta, caminando por las habitadas calles de Karakura. El dolor de cabeza fue suficiente para hacerle detenerse en alguna esquina y suspirar, viendo a las personas caminando tranquilamente.

Todo se veía tan normal. Nada fuera de lo común. Y por primera vez, deseó que eso cambiase.

Su vida era tranquila, tenía personas que lo querían, y pese a dolor había sobrellevado su adolescencia hasta ahora. Sin embargo, lo que jamás pidió le seguía de cerca, y era su condición de médium. Lo que nunca deseó, ahora era lo más que necesitaba...

Porque ese ser formaba parte de su vida paranormal.

Sin embargo, él no había mencionado nada de él a su familia. Si ya lo veían como si se hubiese pegado fuerte en la cabeza, ahora sí le catalogarían como un loco. Él solo quería algo sustentable que le indicase que efectivamente había vuelto, pero en todos estos días no había ninguna señal, siquiera una pista.

Se llevó las manos a su cabellera, alborotando aquellas hebras naranjas que ya vivían de forma descabellada. Todos sus recuerdos del pasado y el ahora le surtían pura confusión, y no quería soltar un tema tan delicado en estas instancias.

Mucho menos cuando su cumpleaños era al día siguiente. Su familia era bastante intensa con estas fechas, y ahora sentía que estaban peor que ningún otro año. No obstante, no quería quitarles la emoción tampoco, aunque no compartía el sentimiento.

Fijó su vista luego en una calle poco transitada, que llevaba a un barrio algo peligroso. Siendo otro momento no se metería por allí, pero cuando se dio cuenta ya se había adentrado. Su mente seguía divagando en el tema de aquel ser que lo salvó de aquella bestia, ¿le había llamado Hollow? No le sonaba de nada.

También sus apariencias eran poco humanísticas, aunque a veces podía escuchar tonalidades en sus voces que le recordaban a una persona. Yéndose más atrás en su memoria, cuando aquel albino lo salvó de niño, el Hollow iba a identificarlo... ¿Cómo era?

Fear Yourself [Bleach Yaoi • HichiIchi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora