Capítulo 2: Dependencia

23 0 0
                                    


¿Cómo pude olvidarlo?, a lo mejor fue por preservar el misterio, por no querer decir todavía la verdad; creo que si quiero seguir escribiendo mi historia sin miedo de hacerlo, tengo que decir tu nombre. Fernando, ese es tu nombre, pero usualmente escrito y dicho por mí, de la siguiente forma: "Fer", por tu Facebook, y porque así te escribo cuando te hablo, así te digo cuando te pienso.

Tendré que contar ahora lo que sucedió durante el primer semestre de 2010, aquel inicio de ese año fue cuando empecé a conocerte más. Después de nuestras múltiples visitas a Heaven, en las que íbamos con Juan, llegué a conocer tu parte más divertida, esa que me resultaba extraña por ser diferente a la personalidad que aparentabas. Pasaron los meses, y llegó el festejo de tu cumpleaños, el primero que pasé a tu lado.

Realmente lo que puedo recordar de aquellos meses, en los que el amor estaba tan lejano a mi vida, es que en esos días, lo único que me preocupaba era divertirme, pasarla bien y no pensar en nada más; quería comerme el mundo de un bocado e incluso de un trago, en bebidas, alcohol, diversión sin sentido y más; viviendo para y por la noche, por saber que sorpresa me depararía la siguiente visita a Heaven.

Hasta que un día, también conocí a un amigo antipático de Juan, más bien a dos, porque hasta eran amigos, los cuales no me cayeron bien desde un principio; incluso hoy puedo decir que si me los vuelvo a encontrar, no serían personas con las que quisiera tratar; sus nombres, Darío y Javier, del primero ya he hablado, fue el que comenzó a salir contigo, el otro tenia la intensión de tener una relación "clandestina" con Juan, a causa de tener una relación con un chavo de Morelia.

Por esas fechas también conocí a otro Darío, pero con diferente apellido, Darío Villagomez, de él puedo decir que incluso hoy no puedo pronunciar su nombre sin el apellido, ya que se me hizo costumbre para distinguirlos; él representó un Crush que no pudo ser, pero del que preservo su amistad actualmente.

A él lo conocí por las casualidades del Facebook; un día me agregó y al otro día estábamos hablando de nuestras vidas, al mirar sus fotos me dije a mi mismo:- ¿Por qué no?, me gusta...- pero al conocerlo me di cuenta que la atracción era real y muy fácil de explicar; se trataba de un niño muy bonito para mi gusto, aunque en lo personal, sé que tengo gustos muy extraños, pues a quien le contará que me gustaba, me preguntaba que era lo que podía haberle visto.
Con él, me besé en el antro, un día en el que lo invité a salir. Fue la primera vez que ligaba en un antro gay, me sentía poderoso, sentía que nada me podía detener y que yo era atractivo para los demás. Lástima, el encanto de Darío Villagomez sólo duró esa noche, tal como sucede con esos acuerdos donde la magia ocurre, pero después se termina, simplemente por que tiene que terminar y es labor de uno mismo comprender que fue algo que comúnmente se conoce como "amor de una noche".

Después de ese día no nos volvimos a ver, insistí en repetir la salida y aquella noche de ligue; pero pronto me dí cuenta que comenzó a inventar mil pretextos, hasta que me cansé y por Messenger le dije que me gustaba, su respuesta fue que estaba saliendo con alguien más, y que si quería, podía esperar a ver si las cosas entre ellos dos funcionaban, solamente así, podía existir una posibilidad para mí.

Cuando se lo conté a Juan llegó una de las enseñanzas más importantes que debía aprender, me había enseñado a nunca, pero nunca, ser plato de segunda mesa y decidí olvidarme de aquella noche de antro muy a mi pesar, aunque puedo decir que a pesar de ese principio básico que me enseñó, después de varios años no he aprendido a aplicarlo correctamente.

Esa experiencia me sirvió para darme cuenta, o más bien recordar lo obsesivo y desconfiado que puedo llegar a ser, yo sospechaba que algo no iba bien, sospechaba que ese cuento de hadas que quería vivir no existía; pero muchas veces le insistí en tener una respuesta, esperaba a que a él le diera la gana en contestar. Juan, se dio cuenta e hizo notar lo obsesivo que podría llegar a ser e insistía en que si alguien me quería pondría de su parte para acercarse a mi.

Amar no es suficienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora