Capítulo 4: Esaú

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Hay días en los que parece que no tenemos ningún problema y que convivimos en paz sin pelearnos, pero también hay días en los que estando juntos provocamos peleas sin razón, siempre por cualquier tontería. Ahora fue uno de esos días en los que estamos en paz, no pasa nada entre nosotros y hasta nos divertimos haciendo planes a futuro, pensando en lo que vendrá para nuestras vidas.

Se acerca la Navidad y probablemente estaremos juntos, no podría ser de otra manera, siempre en fechas especiales e importantes estamos juntos; y es que pueden venir muchas personas a nuestras vidas, pero se van y solo quedamos tú y yo.

A veces te molesta que te pregunte tanto de lo que haces o dejas de hacer, no puedo evitarlo, me importa todo de ti y no es que sea entrometido, ni mucho menos a causa de la obsesión, simplemente me gusta saber cómo estas y cómo te sientes.

Me preocupé por pensar que tenías alguna deuda cuando me dijiste que irías a pagar al banco, después supe que era un depósito a tu mamá, sin embargo jugaste diciendo que no me dirías nada, sabes perfectamente que eso aumenta mi curiosidad, no me gustan los misterios contigo aunque solo tengo un misterio contigo, ya te lo he dicho antes en estas palabras, es más que evidente;y cuando pasa esto  te quejas y dices que no soy tu novio para saberlo todo, pero a pesar de eso me lo terminas diciendo o lo termino averiguando.

He notado muchas veces, que nuestra relación se ha convertido en esas que con el tiempo y con ayuda de la costumbre, provocan que dos personas permanezcan juntas, a veces peleando y a veces queriéndose, incluso amándose u odiándose,a eso hemos llegado y nadie tiene la culpa, ni tú ni yo.

En este día, te conté que una de nuestras amigas, que al principio era mi amiga y que conociste por esa cercanía que tenemos, había terminado con su novio de varios años; al escuchar eso me dijiste que eso pasa con todas las relaciones, las personas que conviven diario fomentan la costumbre; ahora me pregunto: ¿Cómo es que nosotros hemos podido sobrevivir juntos más de cinco años? Sin terminar mandando todo al carajo, soportando peleas, disgustos, decepciones, mentiras, engaños, pasiones y amores. La respuesta la encuentro en que al final, en buenos pero a su vez malos y a la vez increíbles momentos quedamos tú y yo; y viene otra pregunta a mi cabeza, ¿seguirá pasando el tiempo y estaremos juntos como ahora?.

Una vez, en una noche, la cual llevo en mi memoria por las cosas que dijimos, me confesaste que tenías miedo de perderme, fue la única vez que lo has dicho, me pediste perdón por lo que muchas veces peleo contigo pidiéndote que te disculpes por no entenderme, dijiste que no imaginarias tu vida sin mí y yo traté de demostrarte que debía continuar mi camino contigo o sin ti, lo cierto es que no podría hacerlo, me dolería perderte, eso lo puedo jurar; sin embargo, en aquella noche en la que las confesiones y las confidencias llegaron traté de hacerme el fuerte, demostrarte que no me importaría si te fueras, aunque al final termine llorando contigo, jurándote que nunca me iría de tu lado, esa noche la llevo grabada en mi memoria, por qué dijimos lo que muchas veces por orgullo preferimos callar.

No sé cuándo, ni como fue o como sucedió, creo saberlo pero no hay un punto específico, pero hubo un momento en el que comenzamos a discutir por cualquier tontería. No sé cuándo te aferraste a llevarme la contraria y yo a hacerte enojar por cualquier cosa.

No fue en la época que ahora te contaré, no fue cuando conocí a Esaú Mendoza, cuando creí tener el mundo en mis manos y quise beberme la vida de un trago.
En aquella época, mi trabajo en el Contact Center de Santander, me dio la oportunidad de ganar muy bien, casi como profesionista, y sin tener un título. Es cuando me di cuenta que cuando el dinero llega, a una etapa tan inmadura, no sabes cómo controlarlo.

En esa etapa de mi vida, me bebía la vida de un trago literalmente. Cada jueves y sábado, solíamos pasarla en Heaven; en aquellas noches no escatimaba en gastos, ni en lujos, si quería comprarme algo o tenia antojo de algo lo hacía, el dinero no era problema.

Amar no es suficienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora