Harry era bueno en todo lo referente al instituto, con su clara excepción, por supuesto: los deportes. Fácilmente, y sólo observando, podía determinar la medida de seno, coseno y tangente de un triángulo rectángulo. En cambio, el simple acto de atrapar un balón de baloncesto se le dificultaba enormemente. Por lo tanto, mientras sus compañeros corrían de un lado a otro entusiasmados con el juego, él simplemente los seguía pensando en otro tipo de pelotas.
Las de Norman, por ejemplo.
Y es que era inevitable no emocionarse o pensar en lo que lo esperaba cuando el sol se ocultara. La despedida de Norman, para Harry, siempre era algo triste (el no verle por meses lo hacía extrañarlo horrores) pero también lo excitaba de sobremanera.
El que Norman se fuera, suponía una de sus ya tradicionales visitas al lugar dónde su relación había comenzado. Desde su primer encuentro, siempre que el mayor lo visitaba, por lo menos una vez acudían al bar. Siendo ya clientes frecuentes, uno de los encargados que los había estado observando desde hace tiempo, notando su relación, les hablo sobre... Bueno, sobre el otro tipo de servicios que el bar ofrecía.
Hasta ese día, ninguno de los se había percatado tamaño del lugar, que, por cierto, era bastante grande. Sus visitas a Struck se limitaban a una ronda de bebidas, bailar provocativamente, calentarse en alguno de los sillones y retirarse para terminar su noche en casa. Reiterando, hasta ese día.
Una de las noches en la que su sesión de besos se estaba convirtiendo en algo más, el encargado, Niall (un joven rubio irlandés con curiosidad de más y vergüenza nula), los había invitado a la zona privada, para que, en sus palabras, se dieran el lote a gusto y probaran cosas nuevas.
Después de una incómoda pero realmente divertida plática sobre su relación, sus posiciones favoritas y sus gustos deportivos, les dio un pequeño recorrido por lo que le gustaba llamar La Maison Du Plaisir. Un, podría decirse, complejo habitacional a lo largo de un extenso pasillo, adornado masivamente con tapices y mobiliario de colores azabache y granate.
— Yo, personalmente escogí los colores —. Decía mientras gesticulaba exageradamente y los guiaba hasta la última habitación —. Lo único que me quedó de las clases sobre mercadotecnia, en la universidad, fue el importante papel de los colores para el psique humano.
Mientras les relataba a detalle el misterio que envolvía al color negro y el erotismo que desbordaba el rojo, Harry pudo darse cuenta de dos cosas. Primero, el chico frente a ellos no podía tener más de 18 años, lo que le sorprendió bastante. Y segundo, de las distintas puertas sobre las que colgaban letreros con nombres en francés, fuertes y claros gemidos traspasaban las paredes.
La mano de Norman, que, anteriormente estaba sosteniendo la suya, se trasladó hasta su cintura, haciendo ligeros movimientos circulares en esta. Obviamente había notado los sonidos también. Con esa simple acción, toda la sangre del cuerpo de Harry descendió hasta un lugar en especial. Un lugar que necesitaba atención. De inmediato.
De una de las puertas, rotulada como Cage de Mains, un chico alto y moreno, salió completamente desnudo. Saludándolos con un asentimiento de cabeza (de ambas, en realidad) se acercó a Niall y le murmuró algunas cosas. Al menor, se le subieron los colores a las mejillas y se escondió en el pecho de su amante. Con una risa ronca, Norman le besó la rizada cabellera.
— ¿Qué pasa, princesa?—. Lo separó un poco de su cuerpo y le acunó el rostro entre las manos.
Sin contestar, desvió la mirada hasta los dos hombres que hablaban calurosamente. El chico moreno, los señaló con insistencia y Niall negó repetidas veces. No están listos, aún. Gesticulando, el rubio le dio una palmada en el trasero al chico y este último sonriendo, volvió por donde había salido.
— Lamento eso, caballeros, ¿en qué estábamos? —. Colocó un dedo en su mentón simulando pensar y después, exclamó: — ¡Ah sí!
Insertando una llave dorada en la última puerta del pasillo, que recibía el nombre de Chaînes et Masques, se despidió de ellos brevemente, informándoles que todo lo necesario para ellos ya se encontraba en la habitación.
Al entrar, rápidamente Norman lo subió a horcajadas a su cintura y lo besó, mientras aún en penumbras y a tientas, lo colocó donde suponía, estaba la cama. Al colocarse sobre el menor, Norman se percató de algunos objetos esparcidos en el colchón, ¿Pero qué mierda...?
— ¡Styles, cuidado!
Antes de poder reaccionar, el balón ya se había impactado justo en el centro de su rostro, lanzándole con fuerza hacia la duela del gimnasio. El impacto de su trasero con el piso, lo hizo derramar unas cuántas lágrimas.
Si, el balón le había dado duro en la cara, pero no tan duro como Norman la noche anterior, aparentemente tendría que prepararse para poder aguantar más tarde.
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Ya sé, ya sé, me cortarán una boobie por tardarme tanto. Lo siento, pero los exámenes finales y proyectos me tienen frita. Ah, por esa razón el día de hoy les subiré tres capítulos, para compensarles el tiempo de espera. Espero que le esté gustando el fic, tanto como a mí me gusta escribirlo.
Dos cositas porque ya sé como joden las notas de autor.
1. SE VIENE EL SMUT HIJAS MÍAS, SE NOS VIENE Y FUERTE. También, porque fue muy pedido, SE NOS VIENE EL TRÍO, SE NOS VIENE.
2. Traté de buscar a todas la chicas que querían dedicación en los comentarios pero no pude, así que, si quieren dedicación, me mandan mensajito y ya está.
Gracias por leer.
All the fucking love
Axx.
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❝He's not your Daddy❞
Fanfiction❝Mamá: Ya se lo que esta pasando. Ya se porque lloras todas las noches antes de dormir. Ya se porque tu y papá ya no se hablan cuando están juntos. Ya se porque papá siempre prolonga sus viajes de negocios. Ya lo se todo, y no pienso quedarme de br...