Salí de la habitación. Debrah estaba sentada en el borde del suelo, con las piernas colgando al vacío. Giró la cabeza y me miró.
-¿Qué tal ha ido?
Me senté a su derecha.
-Bien. Muy bien la verdad.
-Ya te había dicho que no tenías nada que temer.
Bajamos a la casa de Debrah. Me sirvió una taza de un té verde con ondas azules. Para mi gusto, sabía asqueroso, pero no le dije nada para no herir sus sentimientos, ya que ella me había dicho que era una mezcla de hierbas inventada por ella, y estaba muy orgullosa por ello. Me invitó a pasar la noche allí, en una habitación bastante pequeña, pero muy acogedora.
••••••
Me despertó el ruido de una piedra golpeando contra el suelo de madera.
-¿Qué demonios?- dije.
Al no haber cristales en el redondo agujero de la ventana, alguien se estaba entreteniendo lanzando unas cuantas. Ya era tarde, pues la luna estaba muy alta. Me levanté y miré fuera. Una silueta vestida con una gran capa negra era quien las estaba lanzando.
-¿Quién eres?
La silueta tan solo me miraba. El viento de la noche ondeaba su vestimenta. Vi que llevaba un largo vestido negro, pelo largo oscuro y una máscara blanca.
-¿Por qué me lanzas piedras?- insistí.
No hubo respuesta. Tan solo estaba allí, inmóvil. Entonces una idea apareció en mi mente.
-Si bajo, ¿me esperarás?
Una vez más, no hubo contestación, pero me pareció vez que asentía levemente. Salí de la casa, tratando de no hacer ruido para no despertar a Debrah. Bajé las escaleras que rodeaban al tronco donde estaba la casa lo más rápido que pude. Por suerte, la figura todavía estaba allí. Era un poco más alta que yo, pero intimidaba por su vestimenta. Llegué enfrente de ella. No me dijo nada, así que traté de sacar conversación.
-Bueno, ¿y quién eres?
Solo me miraba. Su máscara imitaba a un dragón blanco.
-¿Por qué lanzabas piedras a mi habitación?
Nada.
-Mira, si es una broma de Alger, dile que tiene muy mal gusto.
La figura extendió la mano y me dio una pulsera de cuero con una piedra roja.
-¿Qué es esto?-pregunté confusa.
-Te protegerá cuando tengas problemas.
Fue la primera vez que oí a esa "persona" hablar. Su voz era de mujer, y era muy profunda y pausada, con tono solemne, como si se estuviese dirigiendo a alguien de la realeza.
Entonces, la realidad me golpeó. Yo era la sobrina del actual rey, y por su tono de voz, tal vez ella lo supiese.
-Y...yo... No soy de...la...la realeza.- dije nerviosa.
-No tienes de qué temer. Pero vengo a traerte noticias.
-¿Quién eres?
-Muy pronto lo sabrás.- dijo con seriedad.- Pero es mejor que vayamos a un lugar más apartado.- y señaló a la entrada de un bosque que había a unos metros.
Solo la "conocía" si así se puede decir desde hacía menos de cinco minutos, pero ya confiaba en ella.
ESTÁS LEYENDO
La Elegida.
FantasyYo, Veronica Shelltter, he de conseguir controlar mi poder antes de que los invasores acaben con todo lo que conozco. ¿ Lo lograré a tiempo?