DÍA DOS: PRESENTACIONES

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Machala, Lunes 21 de Abril del 20XX

Acabo de almorzar, la boca me sabe a metal y sangre, efecto secundario de la medicación. He decidido escribir antes de iniciar con los deberes de la universidad, ha sido un día cansado y tan solo para mañana tengo que leer tres artículos y hacer dos ensayos...

Cuando llegué al salón de clases ubicado en el quinto piso del edificio frontal de la extensión universitaria, me recordó mucho al colegio por el ruido que se podía apreciar. Cinco filas de bancas y mesas. La mayoría de alumnos conversaban entre sí, unos pocos jugaban o chateaban en el celular. Pero fue una sola la que me llamó la atención, una hermosa señorita de tez blanca, delgada, cabellos color de trigo y ojos color del bosque y del mar, fusionados. Llevaba puestos unos grandes anteojos que resaltaban aún más sus rizadas pestañas. En sus carnosos labios se dibujaba una blanca y amplia sonrisa. Su vestimenta también se distinguía, pues a diferencia de las demás chicas que llevaban blusas y jeans, ella lo que usaba era un traje color verde parecido al de Link (personaje de "Legend of Zelda"). Conversaba con una chica morena de ojos achinados y una sonrisa panfletaria y muda.

Saludé en voz alta, pero mi voz parecía apagarse con el ruido, de hecho nadie me escuchó, y si alguien lo hizo ni siquiera se inmutó. Crucé hasta el fondo del salón y decidí sentarme en la última silla de la tercera fila, en medio; de esa manera podría analizar a cada uno, gran afición mía intentar conocerlos sin que ellos me conozcan a mí. Saqué el cuaderno de borrador y aproveché que no había llegado el maestro para poner mis datos en una muy patética carátula.

Estaba terminando, cuando de pronto una mano tocó mi hombro varias veces:

-Compita lo ayudo a tunearlo

A mi derecha estaba sentado un chico delgado de tez blanca (aunque medio tostada por el sol), de ojos hundidos y boca pequeña, lo característico físicamente en él eran los trazos sombreados de un pequeño bigote que me recordaron inmediatamente a Mario Moreno Cantinflas. Llevaba puesto una camisa celeste y un pantalón de tela:

-Por cierto, me llamo Danilo

-Cristian, mucho gusto-; le dije extendiéndole la mano

Nos saludamos y entonces volvió a repetir:

-Compita qué dice, le ayudo a tunearlo

-Muchas gracias, pero de hecho solamente lo hago para no aburrirme

En ese momento ingresó el maestro al salón. Era un tipo regordete y algo bajo de estatura, con varias entradas en su negra cabellera, lo que agrandaba aún más su frente. Entre sus dedos de salchichón agarraba un maletín negro que dejó sobre el escritorio y entonces se presentó...

No he podido concentrarme en escuchar una sola palabra del típico discurso de bienvenida que hacen todos los años desde el primer grado los educadores. Mis sentidos solamente se dirigían hacia la chica hermosa que se sentaba en la primera banca de la fila a mi izquierda. Había dejado de conversar con la chica detrás suyo para ponerse a escuchar música disimuladamente desde su celular, sin embargo, desde donde yo estaba podía distinguir los cables y los audífonos en sus grandes oídos.

De pronto se levantó, al parecer había empezado ya hace rato el ritual colectivo de presentación de los alumnos, en donde se tenían además que responder ciertas preguntas. Eso último me preocupó, porque no había atendido una sola palabra; peor las interrogantes que habrían que ser contestadas. Creyendo que faltaba toda la fila en la que me encontraba yo, atendí confiado a mi compañera:

-Me llamo Violet Harmon, tengo dieciocho años, acabo de llegar de Quito y me gusta la psicología porque estudia las personas que sobresalen de la normativa social, de los cánones conductuales, me fascina ese mundo, quisiera poder comprenderlos y estudiarlos a profundidad

Algo me llamaba la atención de aquella fémina, no era simplemente su belleza, algo más me atraía hacia su ser, algo como...Estaba elucubrando lo que podría ser cuando el profesor me jaló a la realidad aclarando que era mi turno de levantarme y presentarme:

-Mi nombre es Cristian Méndez, tengo veinte años de edad, por motivos personales no pude estudiar dos años, soy de acá de Machala y me gusta la psicología clínica porque...-;entonces caí en la cuenta, las palabras de Violet habían sido casi las mismas que yo iba a decir en ese momento, nunca me ha gustado repetir lo dicho por otra persona, al menos intentaba no hacerlo, rápidamente pensé;-...Logra guiar al sujeto que padece, sin necesitar de fármacos, simplemente con técnicas y sobretodo con la palabra.

En el colegio cada vez que un estudiante terminaba de hablar, los demás aplaudían; pero en esta ocasión, nadie hizo sonido alguno. Me senté un poco desconcertado, medio confundido:

-Inspirador compita-; dijo medio riendo mi vecino de la derecha

-Disculpa, que cátedra va a dictar el profesor... ¿profesor...?

-El Dr. Pontón, Manuel Pontón, especializado en neuropsicología, nos va a dar Bases Biológicas, despierte pana-; susurró Danilo mirando de reojo que no nos descubrieran

-Muchas gracias

Por más trabajo que me costó, puse atención el resto de la clase. Tres horas hablando de lo importante que es la anatomía, y sobre todo el sistema nervioso, para la carrera de psicología, de las bases científicas que aporta para el profesional.

Al final de la cátedra nos envió de deber realizar un ensayo de cuatro páginas sobre los avances anatómicos y fisiológicos de la psicología, con mínimo dos artículos científicos como referencias bibliográficas.

Quince minutos de receso antes de continuar con la siguiente cátedra.

En la siguiente clase, la de Historia de la Psicología, tuvimos a la Psicóloga Forense Rosa Fermín como catedrática de la asignatura. Es una mujer pasada los cincuenta, sus cabellos plateados y brillantes lo denuncian, metro sesenta aproximadamente; aunque no lo hubiese mencionado en su presentación, su acento marcado y cantante al hablar nos hubiera indicado sin duda alguna que era oriunda de Cuenca.

Nuevamente el ritual de la presentación individual del estudiantado. En esta ocasión puse atención, aunque de vez en cuando esta idea de relacionar a Violet con la sombra que me persiguió el día de ayer rondaba mi cabeza. La chica o no se daba cuenta de que la observaba o prefería evitar hacer contacto visual conmigo.

Antes de terminar, la profesora nos pidió formar grupos de tres. Nunca fui bueno para encajar en un grupo, mucho menos en uno con personas desconocidas; sin embargo, en el momento mismo de escoger a los integrantes, Danilo ya había conseguido un tercer miembro, o mejor dicho una tercer: Dayana, de veintidós años, con un rostro ancho y de grandes ojos, cuyas facciones parecían la de alguien recién entrando a la pubertad, pero que, según ella misma lo informó, se encontraba felizmente casada desde hace ya tres años e incluso tenía una hija de dos.

El trabajo grupal consistía en resolver una serie de preguntas sobre filosofía y reflexionar sobre el aporte de filósofos como Sócrates, Platón y Aristóteles. Los tres nos llevamos bien como grupo, algo raro debo admitir, puesto que siempre me ha gustado trabajar solo...

Ya se me ha hecho tarde y aún no hago ninguno de los dos ensayos, creo que es todo lo que informaré por ahora. Hasta la próxima.

VIOLETWhere stories live. Discover now