02.

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Cual idiota, detuvo sus pasos ante la puerta de aquella especia de antro o lo que fuera.
Dudó unos minutos si realmente debía entrar. Podía suponer más o menos bien lo que encontraría dentro.

Respiró profundamente, llenando de aire sus pulmones. Sin más, empujó la puerta que parecía dar la entrada al local y se atrevió a entrar, decepcionándose en menos de lo que canta un gallo.

Cierto silencio habitaba en el ambiente, no había casi nadie. Algo estaba mal.
Parecía un puñetero bar normal.

O eso pensó, hasta que un hombre poco más alto, y algo mayor, se dirigió a él.
No tardó en darse cuenta de que se trataba de un empleado, parte del personal de aquel local.

—Buenas noches, caballero. —Habló con una expresión amistosa. —¿A qué se debe su visita?

Estando aún algo... ¿Impresionado? Sacó del bolsillo el folleto que le había traído hasta aquí.

¿En qué clase de lugar público venían a cuestionarte?

El hombre pareció reconocer en seguida aquel papel. Sonriente, le miró nuevamente.

—Sígame, por favor.

SeHun simplemente asintió. No podía negar que se encontraba nervioso.

Fue guiado hasta el fondo del bar, el cual resultó ser bastante grande.
Entonces, se percató de unas escaleras hacia abajo, alumbradas por luces neón de tonos rojizos.

—Siga todo recto. Recuerde, todo acto realizado aquí es sin compromiso.

Asintió nuevamente, antes de darle las gracias mediante una leve inclinación.

Podía percibir la música que se originaba más allá.

Conforme iba bajando cada escalón, su corazón parecía acelerarse.

Y las expectativas de SeHun no estuvieron muy lejos de la realidad.
El ambiente era únicamente alumbrado por luces neón, en especial violetas, mientras música resonaba por todas partes a todo volumen, como si esta quisiera cubrir los gemidos y los suspiros que se podían oír.

El decorado se basaba en sofás enormes, sillas, mesas; los cuales estaban ocupados por personas.

Había quienes simplemente charlaban juguetonamente.

Otros quienes bailaban desvergonzadamente, rozándose entre sí.

Otros quienes compartían un húmedo beso.

Y otros más quienes se encontraban en pleno acto sexual, sin pudor alguno.

No sabía qué hacer, a dónde ir, se sentía fuera de lugar.
Pronto empezó a sudar.

Deseó que nadie se hubiera dado cuenta de su presencia. Y para no parecer más patético, se acercó a la barra.

Sin darse cuenta, comenzó a beber de más. Le resultaba entretenido observar a la gente.

Observar los cuerpos ajenos, el calor que desprendían al ser tocados por otros, las expresiones de placer, los sonidos que inundaban el ambiente.

Así hasta que hizo contacto visual con un muchacho, el cual se encontraba en la pista de baile, sin nadie más tocándolo o tan siquiera acercándose a él, a diferencia de los demás.

Parecía bailar únicamente para SeHun.
Este no tardó en devorar su cuerpo con los ojos.
Sus bien formadas piernas, las curvaturas de sus finas caderas, sus manos.

Como si se encontrara en trance, nuestro protagonista coincidió en su rostro cuando aquel chico coqueto que bailaba para él sonrió de forma nada inocente.

Mientras bailaba, se dio la vuelta con lentitud, regalándole las vistas de su trasero, las cuales no eran nada desagradables.

Mierda.

El pelinegro no sabía en qué momento comenzó a avanzar hacia donde se encontraba aquella criatura que tanto buscaba provocarle.

Tampoco sabía ya en qué momento comenzó a bailar con ese mismo chico de cabellos igual de negros, algo más joven que SeHun.

Él simplemente se frotaba contra el alto, especialmente contra su hombría.

Y joder, vaya que si sabía moverse el cabrón.

Rápidamente consiguió que el pene de su víctima despertara.

Él mismo pudo notarlo. También sabía que su presa se encontraba ebrio.

Maldito aprovechado.

Sin darse cuenta, le tomó del cuello del abrigo, y le guió fuera de aquella estancia.

No reconocía más que un pasillo con las mismas luces rojizas de antes, con bastantes puertas a lo largo de este.

Hasta que en un abrir y cerrar de ojos, ambos se encontraban en una habitación con otras luces, esta vez púrpuras.

Fóllame.

Alcanzó a escuchar por fin la suave voz que poseía aquel travieso joven.

Sexual Club. (SeBaek)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora