Primer día

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Eran las cinco de la madrugada y yo me encontraba limpiando mi casa de una punta a la otra, polvo, telarañas y variedad de bichos era lo que se encontraba a cada paso que daba.  Pero en vez de estar pensando en lo que debía comprar o en conseguir un trabajo, Lysandro era quien ocupaba mi mente. Ese cambio me sorprendio demasiado, no esperaba esa actitud, no esperaba ese beso. Ese maldito beso! Deje lo que estaba haciendo y sali de mi casa rumbo al parque, necesitaba aire, necesitaba despejarme y olvidar.

Los primeros rayos del sol se veian al horizonte, me sente en una de las bancas mientras observaba el paisaje, nada había cambiado allí. Toque mis labios con los dedos recordando una vez mas ese beso, sin poder evitar sonreir deje escapar un suspiro. Revolvi mi cabello y grite mas para mi que otra cosa, la gente me creería loca pero el parque esta vacio, o eso crei hasta que escuche el ladrido de un perro. Levante la vista y vi correr hacia mi a un hermoso perro negro que reconoci al instante, Demonio. Me tire al suelo de rodillas al tiempo que demonio se abalanzaba sobre mi, comencé a acariciarlo y a jugar con el.

Yo - Tu no dejas de crecer nunca eh? 

- Tiene una alimentación balanceada. - Detrás de Demonio vi llegar a Castiel, le sonreí sin dejar de acariciar a Demonio y me puse de pie. 

Yo - Si lo pones en dos patas apuesto que quedaría mas alto que yo.

Cas - No es muy difícil tabla, eres enana.

Yo - Decidete no? O tabla o enana. - Sonrio cruzándose de brazos.

Cas - No es mi culpa si eres ambas. - Le di un leve empujon sin dejar de sonreir.

Yo - Ya hasta extrañaba tus estupideces.

Cas -  De no haberte ido no tendrías que extrañarme. ¿Porque lo hiciste en primer lugar? - Suspire y me en la banca haciéndole señas para que se sentara a mi lado, cosa que hizo luego de dudar unos segundos.

Yo - Fue demasiado en poco tiempo, no me sentía capaz de afrontar todo lo que pasaba.

Cas - Pero no estabas sola, nos tenias a nosotros y preferiste irte sin decir nada.

Yo - No espero que me entiendas, mucho menos que me apoyes, así que dejémosla así. Cree lo que quieras, hace mucho me dejo importar lo que opinen sobre mi. Solo te pido que me perdones si mi decisión llego a lastimarte y que olvides lo que paso hace dos años. - Me puse de pie y comencé a caminar hasta mi casa sin agregar mas nada. Castiel quedo sentado en esa banca sin decir nada, sin detenerme, sin siquiera voltear a verme.

Estaba en mi casa cuando vi que eran mas de las 7 de la mañana, tome ropa y fui a casa de mi vecina para pedirle si me dejaba tomar una ducha rápida ya que aun no tenia agua caliente en mi casa. Mi vecina era una señora de edad, su cabello era blanco por las canas y su rostro mostraba arrugas típicas a su edad, era simpática y amable, me dejo utilizar el baño sin problemas y luego de unos 20 minutos ya me encontraba despiediendome a la vez que agradecia a esa señora. Fui a mi casa una vez mas, tome mi cartera con dinero y mis documentos, me mire al espejo para arreglar mi cabello y suspire resignándome a mi apariencia. Llevaba un short negro y unas botas altas de tacon, tenia una remera de manga larga para tapar esas cicatrices que perduran en el tiempo, deje mi cabello caer sobre un hombro, llevaba algo de maquillaje y unos aretes que resaltaban entre mi cabello negro. Sali de mi casa cerrando la puerta y comencé mi camino hacia la universidad.

Llegue, hice mi inscripción y me mandaron directo a mi primera clase de canto. Entre y me sente en una de las últimas bancas contra la ventana, el profesor aun no llegaba y no habían mas que dos alumnos. A los pocos minutos comienzan a ingresar  alumnos, entre ellos Castiel y ¿Amber? ¿Que? Castiel se sento a mi lado y Amber enfrente, ella me miraba sorprendida mientras yo no paraba de reir por lo bajo.

No confío en mi (2da parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora