Cada vez más lejos

128 14 3
                                    

Al abrir mis ojos y notar que estaba en un hospital, maldije. Quite de mi brazo ese pequeño tubo que transportaba suero y me puse de pie, camine despacio hasta la puerta de la habitación, la cual se abrió cuando estaba a menos de un metro de mi libertad. El doctor entro y al verme allí de pie, me miró curioso pero divertido.

Yo - Vaale, lo pillo. - Dí marcha atrás sobre mis pasos y me senté en la cama. - Me extrañabas Saito? - Él fue quien me atendió hace años cuando termine internada a causa de los cortes y golpes. Irónicamente, él también fue quien me atendió en Nueva York mas de una vez, ya que estaba en un intercambio medico, en busca de nuevas experiencias. Yo era consiente que Saito dejo Nueva York hace unos seis meses, desde entonces hablábamos por chat con él y su pequeña hija.

Sai - Siempre metida en problemas, ¿Que no aprendes? - Se sentó frente a mi.

Yo - No me metí en ningún problema, no que yo sepa al menos...

Sai - El echo de estar en un hospital no te dice nada? Te sientes mejor? - Asentí - Puedes respirar sin dificultad? - Asentí una vez mas. - Me alegro, ahora cuéntame, ¿Como te a ido?

Yo - De ensueño! Me rechazaron antes de siquiera confesarme, tengo que presentar un proyecto que no eh empezado, no encuentro trabajo y... Nada mas, creo.

Sai - Lo dices con tal positivismo que asusta. Dime, ya fuiste a ver a esa niña.. Como era..

Yo - Lucrecia? - Asintió. Suspire y miré hacia la ventana. - No, aún no fui al orfanato. Pero un amigo me dijo que ya la adoptaron...

Sai- Eso es bueno, el haber encontrado una familia...

Yo - Lo sé, estoy muy feliz por ella. Ahora tiene una verdadera familia, una que por mas que quisiera yo nunca le podría dar... Creo que fue absurdo de mi parte creer que al volver ella seguiría aquí, era mas que obvio que sería adoptada. Era una niña hermosa, cariñosa, amable... Tenia unos ojasos que enamoraban...

Sai - Pero...?

Yo - Pero me duele saber que las palabras que le dije la ultima vez que la vi fueron solo eso, palabras...

Sai - No debes sentirte mal por eso, tu hiciste todo lo posible, peleaste por estar en condiciones para adoptar a esa niña. A pesar de tener todo en contra y ningún apoyo tu hiciste un gran esfuerzo, yo soy testigo de ello.

Yo - Pero de que me sirvió? Apenas vuelvo y me entero que ya fue adoptada! No puedo aparecer de la nada frente a esa niña que de seguro a de odiarme! Ella ahora debe ser mas que feliz, conmigo no tendría lo que posiblemente disfrute ahora. Piénsalo bien Saito, mi idea era absurda, tengo 19 años, aun no termine mis estudios y no supero toda la mierda que viví en este lugar! Que podría hacer yo por ella! Pasaron casi tres años desde la ultima vez que hable con ella, le prometí que volvería a buscarla y no lo hice.

Sai- Si lo hiciste! Solo no llegaste a tiempo! Enserio Alice, ya deja de ser así contigo misma, deja de dañarte del modo que lo haces! Sabes perfectamente que todo esto te hace mal y ahora mismo no estas en condiciones de alterarte. Si las cosas se dieron así por algo será, confía un poco en ti misma. Si un chico te rechazo pues al diablo con él, no es el único sobre la tierra, de seguro hay alguien que te ama y tu aun ni te das cuenta. Lucrecia ahora debe ser feliz y aunque tu no seas testigo de su alegría ella tiene un hermoso recuerdo gracias a ti. Tu solo vez lo malo de ti ¿Porque no te das cuenta de lo feliz que haces a la gente de tu alrededor? En este mismo momento hay tres chicos en la sala de espera queriendo saber de ti, por las caras que tienen es obvio que están desesperado por saber como estas. Esos chicos están preocupados por tu salud mientras que a ti te preocupa la felicidad ajena sin darte cuenta que ellos no son felices al ver que tu estas mal. Yo me uno a ese club, me duele verte aquí dentro, me destruye cada vez que te veo en una camilla conectada a todo ese maldito cablerio. Eres mas que una paciente para mi, eres como una hija y te quiero como tal, haré todo lo que este a mi alcance para protegerte y ayudarte. - Luego de eso sentí la calidez de mis lagrimas al resbalar por mis mejillas, seguido de un abrazo. Saito acariciaba mi cabello con suavidad y me susurró "Llora, no me moveré de aquí, no te dejare sola". Palabras suficientes para llorar de una forma desgarradora, mis ojos dolían y mi garganta ardía, lo que no había llorado en tres años lo llore en un solo día. Me sentía débil, me sentía absurda, pero realmente lo necesitaba. Necesitaba ese abrazo sin segundas intenciones, necesitaba alguien que demostrara quererme de una forma especial, necesitaba sentir ese amor que desde niña me fue negado. El amor de un padre. El momento fue roto debido a la puerta que fue abierta de golpe por una niña de cabello rubio y ojos café, Jandi. Ella se tiro sobre nosotros uniéndose al abrazo, le dio un beso en la mejilla a su padre, seco mis lagrimas con sus manitas y beso mis mejillas.

No confío en mi (2da parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora