Dan
No he podido dormir. La sola presencia de Ana a mi lado me ponía nervioso. Había pasado tanto tiempo y sin embargo seguía sintiendo lo mismo que siempre. Al verla por primera vez entre los alumnos hará unos meses me sentí como un completo loco cuando me empezó a martillear el corazón contra el pecho. Jamás me había sentido más feliz de encontrarme con alguien.
Bajo al recibidor del motel y el recepcionista me mira con condescendencia por detrás de las gafas, son las 6 de la mañana y apenas ha salido el sol. He dejado arriba a Ana, no sé si durmiendo o como, la cosa es que esta mejor lejos. Tengo unas ganas irremediables de abrazarla y no dejarla ir hasta que todo esto pase.
Saco un teléfono de prepago del bolsillo de mi pantalón y marco un numero de memoria, sujeto el aparato con el hombro mientras me enciendo un cigarro con pereza. Empecé a fumar días después de hacerle una visita a los que supuestamente eran mis padres biológicos. Todavía no sé si me gustaron las dos lapidas que me encontré, quizás habría preferido que siguieran vivos, para matarles yo mismo. Echo la cabeza al cielo que empieza a reflejar el tono rojizo del sol matutino en las nubes y dejo escapar el humo entre los labios. Alguien descuelga el teléfono.
- Por mucho que me empieces a caer bien, no voy a volver a permitir que me llames a estas horas cacho maricón – sonrío por el tono que usa - ¿Qué pasa que Ana te ha provocado tal erección que no has podido dormir o que?
- Ten cuidado con lo que dices Ed, te recuerdo que todavía me debes una por sacarte del truño en el que estabas metido.
- Oye macho, que a mi me metieran en la cárcel no me importó. Lo que me hizo rogar por que me sacaran fue la comida, ¡No ponían pudin de chocolate! – oigo como gime quejándose – eso es peor que cualquier infierno. – Callo mientras coloco el cigarro en mis labios y aspiro. - ¿Cómo esta Ana? – pregunta incomodo.
- Rota – susurro – Es la única que ha vuelto con su familia y creo que eso es lo que más le ha podido torturar. Saber que no podía escapar por temor a que mataran a sus padres.
- Tranquilo, Daniel. Ella sabrá adaptarse a lo que hemos construido.
- Lo se. – suspiro largamente – pero no será capaz de olvidar. Su tio se la tiene jugada.
- Y nosotros nos cargaremos a ese pedacito de mierda.
Me imagino su sonrisa lobuna augurando problemas.
- Hoy iremos a la base. Quiero que tengáis la zona vigilada, al menos un kilometro a la redonda de la entrada. Cuando estemos cerca mandad a un coche como el mío para que sirva de distracción en el caso de que alguien nos este siguiendo. – hay algunas cosas que es mejor mantenerle ocultas a Ana hasta que este a salvo.
- No hay problema. – oigo como una cadena de retrete suena por detrás
- ¿Estabas hablando conmigo mientras meabas?
- No – cuando vuelva tengo que hablar con este chico. – Estaba cagando.
- Peor todavía. – rio mientras me llevo de nuevo el cigarro a los labios.
- ¿Qué es peor todavía? – Ana aparece de repente a mi lado y empiezo a toser por el susto - ¿Desde cuándo fumas? – Enarca una ceja curiosa y de repente el pantalón me parece más apretado.
Dejo de toser y cuelgo dejando de oír el ataque de risa que le ha dado a Ed al otro lado del teléfono.
- No hace mucho... - toso una vez más por un ataque de risa. - ¿has dormido algo? – Pregunto.
Ella se acerca y niega mientras me mira a los ojos desde abajo cuando tiro la colilla al suelo.
- Eh – digo en un intento de molestarla – Estas mas bajita que antes.
- ¡¿Qué?! – ella grita indignada y me golpea con un puño en el hombro. Rio entre dientes y paso mi brazo por sus hombros acercándola a mi en un abrazo cariñoso – No es verdad – dice pasando una mano por detrás de mi cuerpo.
Giro la cabeza y aspiro su aroma. Definitivamente esta mujer me va a matar.
Mientras miramos despuntar el sol le digo.
- Hay que ponerse en marcha, pequeña.
La conduzco hacia la habitación del motel y ella se suelta de mi agarre y vuelve a pegarme sin hacer daño.
- No soy una pequeña – dice apretando los dientes.
- Y encima te has vuelto una flojucha, ni siquiera sabes pegar bien.
Ella se para y entonces noto como salta sobre mi espalda con furia. Riendo entre dientes agarro sus piernas y la llevo a caballito a dentro del edificio. El recepcionista nos mira extrañados cuando hago cosquillas a Ana en una rodilla y ella grita entre carcajadas. Tal vez le resulte rara nuestra felicidad, que aunque podría acabarse en cualquier momento, es nuestro mejor pase para el olvido.
Y eso es justo lo que Ana necesita: Olvidar.
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If I found you
RomanceMe lo arrebataron todo. Y yo me sentí perdida, no sabía quién era ni qué hacer con mi vida. Mis risas se habían quedado con Ed, mi buen humor con Eva, mis tonterías se las había quedado Lucas, mi amistan incondicional se la entregue a Maya. Y mi co...