If I found you

Capitulo 5

El atardecer nos persigue mientras vamos en coche. No tengo ganas de preguntarle a Dan, el simple hecho de estar con él lejos de la muerte me hace olvidarme del resto.

- ¿Enserio estoy más bajita? – pregunto por sacar un tema de conversación.

- No – mirando su perfil recortado contra la luz anaranjada pienso que no podría haber una mandíbula más afilada y amenazante que la suya. Sonríe y añade: - aunque cuanto más pequeña mejor te puedo proteger.

Me pongo tensa.

- Espero que no sigas igual de pesado con el tema – el me mira de reojo interrogante – no soy ningún perrito perdido que necesite ayuda. – sueno molesta y lo estoy.

- Eres mi pareja – dice claro y tajante. Mi corazón vuela hasta la garganta. – no pretendas escaparte de mí, pelirroja – su mano deja el volante y alarga el brazo para agarrar mi nunca firmemente.

- Creía que ahora ya no... - digo mirando sus profundos ojos azules. Tienen un tono oscuro y profundo: La pantera.

- ¿Qué ya no te quiero? – entonces tira de mí y me acerca hasta el – eso nunca pasará – entonces muerde mi labio con rabia marcándome. O no asimilo sus palabras o su contacto me deja sin respuesta, pero solamente soy capaz de quedarme embobada mirando su rostro cuando me suelta y vuelve a poner la atención en la carretera. – duérmete. – ordena.

Y por desgracia mis ojos comienzan a cerrarse, bostezo cuando su mano deja mi nuca. El fantasma de sus dedos es lo último que siento antes de caer dormida.

- Ana – Alguien acaricia mi pelo con pesadez, me quejo en sueños por el tacto – pelirroja.

- ¿Qué coño quieres? – abro los ojos y la mano de dan se retira al ver mi cara de asco.

- Recuérdame que no te vuelva a despertar nunca. – dice saliendo del coche.

Mientras me desperezo miro por fuera del coche; estamos en una especie de garaje subterráneo con columnas.

- Lo siento Dan – abro la puerta y salgo – es la primera vez que duermo sin tener pesadillas. – le miro separados por el coche y el aprieta los labios.

- Está bien. – alarga una mano hacia mi – Ven, estamos en un lugar seguro.

Tira de mí pasando por coches exactamente igual que el que nos trajo aquí. De repente mi mente comienza a trabajar con rapidez y comienzo a entrar en pánico. Y si Dan me está mintiendo y estamos bajo el techo de otra organización como Kane. Seria demasiado bonito que estuviéramos a salvo de verdad.

- ¡Para! – mis pies se clavan en el suelo.

La mirada de Dan es de incomprensión.

- ¿Qué pasa, Ana? – sus ojos se entrecierran.

- ¿Dónde estamos? – mi voz se eleva. Estoy asustada, no se de quien fiarme y a quien temer. Estoy perdida. Con brusquedad retiro mi mano de su agarre. - ¿Qué sitio es este?

- Ana – Dan da un paso hacia mí y yo retrocedo – te he dicho que estamos a salvo. ¿Tienes miedo? – susurra.

- ¡Sí! – grito - ¡Claro que tengo miedo!

- ¿De mi?

Asiento imperceptiblemente y luego susurro un si con la vista fija en el suelo.

Cuando elevo la mirada Dan me mira dolido, tiene la tristeza pintada en el rostro.

- ¿De verdad crees que si me hubieran capturado y me hubieran dicho que te fuera a coger para traerte a una prisión lo hubiera hecho?

- No lo sé Dan. No sé de quién fiarme.

Él se me acerca con la mirada enfurecida.

- Antes de entregarte – se señala el pecho con fuerza con un dedo – habría pedido que me mataran.

Bajo a cabeza mirando al suelo a punto de llorar. La verdad es que no estoy asustada de él, tengo miedo de mí; desde que volví con mis padres no estaba bien, lo reconocía cada día. Cualquier cosa me parecía mala, no tenía una visión bonita de las cosas. Es más, era negativa y más de una vez pensé en irme. Sin salir de casa, acabar con todo en el baño con una cuchilla. ¿Qué más daba? Nadie me buscaba. Mis padres no me entendían. No tenía nada por lo que luchar.

Y ahora que tenía lo que necesitaba para volver a ser yo, no me lo creía, no lo digería.

- Dan... Yo... - le miro a los ojos. Esta relajado pero triste. Me atrae a un abrazo.

- Lo sé cariño. No pasa nada. – me conduce a una puerta del garaje. – cada vez que vuelvas a dudar de mi piensa que antes de ponerte en peligro preferiría morir mil veces.