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Año 3014.

Norteamérica vivía en guerra con su propio gobierno, contra sus propios ideales, llegando al punto de una incansable guerra civil que no parecía tener fin. En el mismo país, en el mismo lugar donde la misma raza, se empezaron a regar cargamentos llenos de toxinas, al parecer la nueva arma que el gobierno preparaba. La guerra civil ya se había extendido 5 años y por primera vez parecía tener un fin, si no amistoso, violento. El grupo subversivo SEY había llegado a tomar por sorpresa a la casa blanca durante una reunión con los concejales.

Todos, encapuchados, con armas radioactivas y láseres a propulsión, amenazaban a los demás violentamente, desatando de vez en cuando, ondas radioactivas dirigidas a un rehén para que los demás no pretendan oponerse al SEY. Los rehenes vieron como la victima de las ondas radioactivas empezaba a convulsionar violentamente mientras su piel se tornaba de un color rojo profundo, provocándole pequeños orificios en la piel hasta quemarla absolutamente, dejando solo un esqueleto humano con pequeños restos de carne humana aferrada a el.

El olor que desprendía los restos del rehén ahora ya extinto, provoco que muchos de los presentes empezaran a vomitar. Uno de los secuestradores miembro del SEY, Gerald, se acerco y les brindo alcohol a cada uno para que se sintieran mejor. Gerald era un joven que desde niño, había sentido la ira de la pobreza y la marginación de la sociedad. Nacido en un barrio pobre y con solo una madre que velara por el, hizo lo que estaba a su alcance no para salir adelante, sino mas bien solo para sobrevivir. Al fallecer su madre a manos de unos policías que merodeaban por la zona, Gerald sintió como lo abatía la soledad, la tristeza y el fracaso, todo reunido en el. Mas de una vez intento quitarse la vida para acabar con ese sufrimiento que lo carcomía cada mañana al levantarse y mirar por la ventana, pero siempre se arrepentía, con esperanzas de que algo bueno llegaría. Fue ahí cuando llego la SEY. Gerald fue reclutado para cometer los actos terroristas con el fin de desestabilizar el estado del país. La situación de la casa blanca parecía no tener fin. Ya habían hablado con cada uno de los representantes del gobierno, a pesar de que no negociaban con terroristas, pero el SEY no llegaba a un acuerdo.

La confusión se apodero de cada uno de los secuestradores que empezaron a discutir hasta el punto de apuntarse con sus armas. Fue la confusión y la distracción de ellos que los hizo alejarse de la situación actual. Un comando especializado en estos casos ingreso por el techo aprovechando la distracción de los presentes y arremetió rápidamente contra ellos, mientras mas de su compañía accedían a la casa blanca por las ventanas.

Todos los terroristas murieron, menos Gerald, quien apenas vio que el comando había entrado, se tiro al suelo con las manos en la cabeza, pues sabía que no tenían oportunidad contra ellos. La policía ingreso y rescato a los rehenes, mientras llevaban a Gerald al cuartel. Gerald miraba con temor al que ahora estaba sentado frente a el, dispuesto a sacarle todos los detalles respecto al grupo terrorista vinculado a el. Gerald no le vio sentido el permanecer callado, y aguantar golpes de un militar claro esta, por lo que dijo con suma precaución, todo lo que sabía acerca del SEY. El militar lo miro profundamente a los ojos, mientras marcaba una sonrisa de aprobación en su rostro, ya asentía con la cabeza. "Tu pena mínima ahora". Gerald rogó al presente que lo dejase libre, que no podía ir a prisión pues lo matarían dentro por los rivales que tenia la SEY. Al militar no pareció importarle, el solo recogía los papeles y los fólderes que estaban esparcidos en la mesa, dispuesto a irse, cuando de repente la puerta se abrió y entro alguien más.

Este nuevo personaje estaba vestido informalmente, no parecía ser un militar por su escaso físico, y por el hecho que llevaba gafas. Este personaje discutió en voz baja con el comandante mientras giraba de vez en cuando a mirar a Gerald. Este último hacia lo que fuese por escuchar la conversación, pero solo pudo escuchar una frase. "...Necesitamos uno...". El comandante se giro hacia Gerald y le dijo que lo dejaría a solas con el doctor Blas, quien tenía una oferta para el. Los ojos de Gerald brillaron de la esperanza, una oferta sea cual fuese quería decir una ventaja para no ir a prisión. El doctor Blas chequeo de pies a cabeza a Gerald mientras le proponía que fuera parte de un experimento a cambio de que no vaya a prisión y se le borren los cargos contra el respecto al terrorismo, prácticamente, una nueva vida. Por un momento Gerald no podía creer lo que acababa de escuchar. ¿Podía ser algo como eso cierto? Gerald le pidió más detalles al doctor Blas mientras este se acomodaba la correa.

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