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Cuando mi alarma indica que es momento de levantarse abro los ojos sintiendome mejor que nunca. Me estiro aún sentada entre las sabanas y veo todo con ojos diferentes, todo parece más brillante, más nítido y el aire huele mejor.

La vida es buena.

Rebusco en el armario y un conjunto en especifico resalta entre toda la ropa. Falda negra tableada, jersey a rayas, botas altas y un gorro. Lista para el trabajo. Salgo de la casa tarareando la canción que resuena en mis cascos y y camino observando todo a mi alrededor, todo parece más lindo que ayer.

Estoy tan distraida que me he chocado en el camino con una ancianita la cual insistió en despotricar contra mi por no haberla visto aun cuando me disculpé, casi choco contra un farol de luz y no me dí cuenta que la luz del semáforo cambio de rojo a verde, lo noté en los últimos minutos así que tuve que cruzar dando zancadas antes de que un coche me atropellara.

Afortunadamente llego en una sola pieza al café. La campanilla situada estratégicamente sobre la puerta anuncia mi llegada y Mandy -quien está supliendo a June ésta semana- sale de detrás de la barra con azúcar esparcida por toda la cara.

- Buenos días, Mandy - saludo dejando mi mochila sobre una mesa y acercadome a ella.

- Buenos días, señorita Vanessa -se sacude las mejillas y se ajusta los anteojos de pasta gruesa.

- Te dije que solo me llames Vanessa -digo recostandome sobre la mesa.

- Claro, lo siento -se pasa una mano por sus trenzas apenada.

Mandy es una chica risueña de 15 años familia de Elizabeth que se ofreció a tomar el puesto de June por esta semana. Siempre lleva el cabello en trenzas dobles y sobre su nariz adornan unos lentes de pasta gruesa que oculta unos hermosos ojos color verde, como los de un gato.

- ¿Hace mucho que llegaste? -doy un salto sobre la encimera y me deslizo al otro lado para quedar junto a Mandy.

- Solo quince minutos -responde sacudiendo el resto del azúcar de su ropa- estaba recargando los azucareros cuando uno se me ha caído encima.

- Eso explica mucho -tomo el delantal que esta guardado bajo la caja y lo ato al rededor de mi cuello y cintura.

- Lo limpiaré enseguida, lo juro -murmura con voz asustada.

- Tomate tu tiempo, yo limpiaré las mesas antes de abrir -voy al área de mesas y empiezo a acomodar las sillas.

Escucho la campanilla tintinear.

- Lo siento, aun no hemos...-Mandy deja la frase en el aire mientras ahoga un grito y escucho otro azucarero caer al suelo.

- ¡¿Mandy?!- voy corriendo a ver si está bien y la noto tan pálida como un papel. Ella solo señala hacia la puerta con una mano temblorosa, la cual sigo hasta el umbral de la puerta donde está 8cho parado observando a la pequeña junto a mi con notable asombro. Al reparar en mi una sonrisa aflora en sus labios.

- ¿Qué haces aquí? -me acerco a él mientras juega con su zapatilla en el suelo de azulejos.

- No lo se, desperté con ganas de verte y aquí estoy -levanta la mirada haciendo conexión con mis ojos de los cuales saltan chispas al escucharlo.

- Eso es muy lindo de tu parte -por un segundo una burbuja nos envuelve y dejo de ser consciente de la presencia de mi compañera.

- ¿Puedo quedarme? -pregunta haciendo un puchero suplicante

-Mandy, mi...amigo, ¿Puede quedarse? -me giro hacia la chica y ésta asiente frenéticamente como si su cabeza se hubiera desplegado de su cuello.

El chico de la ventana [ 8cho Fanfic] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora