Falacia

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Sintió unas manos ásperas recorrerle con fiereza, cómo los dedos largos delineaban cada centímetro de su abdomen por sobre la tela, arrancándole suspiros cada que los besos húmedos repasaban cierto perímetro en la piel de su ahora sensible cuello. Dio un respingo al notar que otro par de manos se unía al festival de caricias hacia su persona, éstas se sentían mucho más delicadas tal que en lugar de expresar deseo quisieran demostrarle una sensación por demás inocente, impregnando amor en cada toque a su epidermis.

Scott se removía, inquieto en las ardientes sábanas blancas, estremeciéndose cada que el tacto de los dos hombres le invadía. Un rayo iluminó la estancia, dibujando así con su luminiscencia las dos siluetas que le torturaban para poderles reconocer mejor; uno era joven, alto y fornido, de cuerpo escultural, tallado a mano por los mismísimos dioses, desentonando por completo con los risos que con su rebeldía enmarcaban su rostro angelical. El otro era un poco más menudo, pero sin perder el atractivo de los músculos trabajados, de piel morena, contrastando nítidamente con la nívea del otro chico, éste lucía mayor, dejando que la experiencia puliera en él las facciones masculinas que tanto aportaban a su portentosa personalidad.

El retumbar del trueno, consecuencia de la tormenta que azotaba tanto su mente como el cielo, le hizo fruncir los párpados, apretándolos con fuerza presa de la confusión. El manoseo se esfumó por arte de magia pero esa tranquilidad fue efímera, pronto las palmas de Sam Wilson le rasguñaban cual zarpas la ropa, dejando tras de sí las marcas de sus uñas en la zona más frágil del vientre. Su espalda se curvó, en un vago intento por ahogar un alarido, él no merecía tal sufrimiento.

¿Por qué le lastimaba de semejante manera? ¿Qué había hecho para merecer tal maltrato?

"Amarme; te enamoraste de la persona equivocada."

Las palabras de Falcon, quemaban, por la manera en la que fueron dichas, el veneno hervía en su aliento, con cada soplo hacia su piel, la barba del soldado le raspaba la mejilla, erizándose al contacto de las comisuras de sus labios elevándose para formar una sonrisa felina que le causaba temblores internos. Su alma, no, su corazón le temía.

Era altamente probable que las huellas digitales de su captor se marcaran en su piel rosada, creándole moretones, heridas de una guerra que nunca en su vida sería capaz de ganar, la del desamor.

Poco a poco el rudo trato se desvanecía, Lang se reconfortó con los círculos imaginarios que se trazaban encima suyo, estos no hacían más que tensar su cuerpo, gracias a la sensación de bálsamo que atinaban a darle. La lluvia cesó en el exterior y un halo de luz le obligó a abrir los ojos, sus orbes esmeraldas chocaron de frente con los brillantes zafiros de Maximoff.

Un simple contacto de bocas, los músculos rosas y ajenos embonaron a la perfección con los suyos. En un movimiento tan suave, no más allá de un roce, que terminó en un enlace de sentimientos que le hizo flotar. Se quedó quieto a la espera de un ataque agresivo de su parte pero a cambio obtuvo el abrazo más sincero que pudo recibir en su vida.

"¿Acaso no lo viste venir?"

Y el rebote de las gotas de agua contra el cristal en la ventana silenció la risa infantil del joven de cabellos blancos.

Fue entonces que Scott cayó...

De la cama, rodando por el suelo hasta alcanzar la puerta que obviamente estaba abierta, ésta daba al pasillo hacia la habitación de Cassie, se estaba quedando con él en su modesto apartamento. Luego de echarle un borroso vistazo, talló su rostro con sus manos, volviendo a la realidad, enfocándose la lamparilla que alumbraba sobre la cómoda el sueño de su hija. Al parecer se mantenía absorta a lo ruidoso que había sido su padre al despertar. Porque si de algo estaba absolutamente seguro era que un sonoro gemido sirvió como alarma para su persona. Abochornado se metió a la ducha, a bañarse con agua fría. Importándole poco que no faltase mucho para que amaneciera, tenía que deshacerse de "su problema" y enfriarse la cabeza, sobretodo olvidar la parte en la que Pietro le besaba.

MARVEL ONE SHOTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora