C A P Í T U L O 5

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- Puedes llamarme Tayuya... -unos grotescos cuernos empezaron a surgir de su cabeza -... Y supongo que yo puedo llamarte Bloodylle, ¿cierto?

El interior del baño se inundó de un insoportable sonido, procedente de una especie de flauta que tocaba la pelirroja. El ensordecedor ruido obligó a todos en el sanitario a taparse los oídos, en un desesperado y vano intento de bloquearlo.

Sakura, gracias a su composición de chakra, era un poco más resistente, por lo que pudo activar el Byakugou y transformarse. Algo andaba muy mal. Esa mujer era diferente a los rufianes con los que estaba acostumbrada a lidiar. Tenía una extraña energía en su interior, vagamente similar a la de Mito Uzumaki, que la hizo estremecer.

Y sabía perfectamente bien qué era: chakra... Hacía ya mucho tiempo que no percibía chakra activo en otra persona.

-Tranquila, tu secreto aún se conserva -Tayuya detuvo el sonido de su instrumento-. En este momento, las pobres estúpidas no pueden pensar en otra cosa que no sea dolor.

La pelirroja comenzó a reír como desquiciada, y en su mirada se veía esa sombra demencial que poseían los más retorcidos criminales con los que había peleado Bloodylle. Sakura formó su cuerda especial hecha de sangre y envolvió a las mujeres que estaban aún en una especie de trance, con expresión aterrada en sus rostros. Por fortuna estaban muy cerca unas de otras, por lo que no fue difícil trasdarlas a un rincón apartado del sanitario. Tayuya sólo observaba en silencio, con deleite.

La superheroína no quiso hacerla esperar más tiempo y se lanzó al ataque, componiendo una serie de sellos que creyó prácticos para indagar un poco sobre las técnicas de su oponente.

Contempló cómo Tayuya también hacia sellos con las manos.

Demonios.

Se suponía que nadie además de ella debía portar chakra en su interior. Se suponía que ella era la única, en esos tiempos, capaz de realizar aquellos sellos ancestrales. Y es que dicha energía era potencialmente peligrosa en las manos equivocadas, como Tayuya.

Conocía los movimientos manuales que la pelirroja había ejecutado; se trataba de un jutsu de clonación. Ahora, Sakura peleaba contra dos Tayuyas, y no sabía cuál de ellas era la verdadera. Ambas figuras le lanzaron un kunai de un bolsillo de sus piernas, y la pelirrosa los esquivó sin problemas. Eso había sido extremadamente fácil. Para el contraataque, de nuevo hizo uso de su cuerda especial, esta vez como látigo; sus oponentes también lo esquivaron eficazmente. Peleaban prácticamente pegadas a las paredes opuestas, puesto que el espacio era reducido aunque se tratara de un baño relativamente grande.

Bloodylle trató de acertarle algún golpe con su látigo, mismo que dejaba marcas rojas al impactar contra el piso pulido. Tayuya esquivaba los latigazos con una rapidez que le recordó a los ninjas antiguos. Tsunade le había contado que los poderes que poseía, eran lo que quedaba de una época habitada por shinobis: fieros guerreros dispuestos a dar la vida en cada una de sus misiones, todo con el fin de proteger su honor y a su gente.

El siguiente movimiento de Tayuya fue utilizar de nuevo su infernal instrumento, tocó una serie de notas tan altas que Sakura juró hacerse una revisión de oído cuando acabara de pelear con la pelirroja. Sintió que algo cálido emanaba de sus orejas. Comprobó que era, como sospechaba, sangre. También reparó en que estaba hincada justo en el medio del baño, cuando hace unos segundos se encontraba en el extremo izquierdo.

-¿Q-qué demonios...- un dolor paralizante en los oídos la dejó estática. Quiso gritar, quiso llorar, quiso arrancarse las orejas ahí mismo; pero no podía mover un solo músculo de su cuerpo. La vista se le empezó a nublar, tanto que por un momento quedó completamente ciega.

B L O O D Y L L EDonde viven las historias. Descúbrelo ahora