Planeando la venganza

11 0 0
                                    


Agradecía que era domingo y no tenía que ir a trabajar. Sabía que cuando  lo viera iba a querer matarlo... y no, tenía mejores planes para Edward Morphy.

 — Anímate, Sam—   decía Anna acariciándole el cabello.

  — Es qué...—  el llanto no la dejaba hablar.

— Ese maldito no te merece. Demuéstrale quien es Samantha... Yo voy—  el timbre había sonado.

Vio a su amiga salir de su habitación y se levanto. No había podido dormir bien; el día anterior fue directo a la casa de Anna y luego fueron a su departamento, y allí le contó lo que había pasado.

— Sam, un tal Wilson vino haberte. Dice que lo envió tú padre—  dijo desde la entrada.

— Genial—  rápido se coloco una bata y se dirigió a la sala.  Al llegar a la sala vio a un hombre pelinegro y de mirada sería  —Buen día.

  — Buenos días. Soy Thomas Wilson y su padre me dijo que quería verme—  dijo observando la rubia. Sin duda no se parecía en nada a su jefe, ella era idéntica a su madre.

  — Buen día, señor Wilson. Así es... pero mi padre no debe saber nada. Al menos no por ahora—  djo sonriendo.

Aquella mirada  y sonrisa la conocía. Estaba equivocado, Samantha era idéntica su padre —Así sera. ¿En que puedo ayudar?

  — Quiero que siga a un persona. Tome fotos, vídeos, lo que sea necesario para conseguir información comprometedora.

  — Entendido. En cuanto tenga algo se lo entregare ¿A quién tengo que  investigar?

  —  Edward Morphy trabaja para Richardson... Es el vicepresidente.

  No pudo evitar sonreír — No se preocupe. En cuanto tenga algo, la llamare. Su padre ya me dio sus datos—  dijo mientras le entregaba su tarjeta. 

  — Respecto a sus honorarios...

— Ya esta cubierto. Nos vemos.

Anna, quien se había mantenido en silenció, hablo — ¿Estas segura de esto? ¿Qué piensas hacer?

  — Ya lo veras. Nadie  me trata como puta y vive tranquilamente para contarlo— Sonrió satisfecha. 

Anna solo negó. Conocía a su amiga y sabía que venía algo grande tras esa venganza  —¿Qué hacemos hoy?

  — Comer litros de helados y olvidar  a Edward Morphy.


-----------------------------------------------

Después de refugiarse detrás de  litros de helados y películas de acción y ciencia ficción; tuvo que regresar al trabajo al siguiente día. No quería ir pero era su trabajo, ahora menos que nuca se dejaría vencer.

Al bajar del elevador, sintió las miradas sobre ella ¿Y cómo no? Sí vestía un "corto" vestido azul  que se entallaba perfectamente a su cuerpo, no mostraba de más pero si resaltaba su silueta y usaba unas zapatillas plateadas. Comprendía las miradas de incredulidad, pues  desde que ingreso a trabajar utilizaba pantalones negros o faldas debajo de la rodilla junto con un saco de vestir para verse profesional y hoy había cambiado su vestuario y como no hacerlo, sí tenía una cena muy importante y no le iba a dar tiempo de cambiarse.

 Comprendía las miradas de incredulidad, pues  desde que ingreso a trabajar utilizaba pantalones negros o faldas debajo de la rodilla junto con un saco de vestir para verse profesional y hoy había cambiado su vestuario y como no hacerlo, sí tenía ...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

------------------------------------

Los cuchicheo llamaron su atención al bajar del elevador. Saludo a todos en el camino y se dirigió a su oficina. Grabe error, Samantha Sullivan se veía  muy guapa en ese vestido azul  y el cabello recogido. 

Sintió que la miraban y giro  — Tiene una junta en media hora y el señor Richardson quiere que vaya a verlo en cuanto llegara. La señorita Murrai viene al medio día — informo de forma inexpresiva.

— ... —  estaba por hablar en cuento el teléfono sonó.

— Vicepresidencia Richardson... Sí, inmediatamente —  colgó  y se giró —  Es el presidente. Tiene que ir, deme su maletín —  dijo rápidamente. Tomo las cosas y entro a la oficina dejando a Edward mirando ese sensual movimiento de cadera.

-------------------

 — Gracias —  entro a la oficina del presidente — Buen día, señor Richardson.

 — Buen día Edward. Toma asiento ¿Cuántas veces tengo que decirte que me llames George?

 — Lo siento. No me acostumbro.

— ¿Cuanto tiempo llevas trabajando para mi?

— 10 años.

Rió  — Es raro que aun no te acostumbre, Edward —  Edward solo se encogió de hombros ante su risa —  Bueno no te llame para eso. Como sabes, dentro de un mes celebraremos el aniversario de la empresa.

— Así es. Su asistente ya nos notifico.

— Como veras ya estoy viejo.

 — Apenas esta rondando los 50, George. 

 — Lo sé... Pero ya estoy viejo... Por eso el día de la fiesta anunciare a mi sucesor y espero tú estés allí. Quiero que todo salga bien y confió en ti.

¿Qué significaba esas palabras? ¿Él sería el sucesor? Imposible... Bueno, no tanto. George  Richardson no tenía herederos, su esposa era estéril y nunca se pudo embarazar, y realmente dudaba que ella fue a ser la sucesora. Ella no sabía de negocios y siempre se la pasaba gastando dinero... Además de que se estaba divorciando. —¿Puedo hacerle una pregunta?

  — Claro...

— Verá desde el otro día se anda rumoreando que se esta divorciando de su esposa ¿Es verdad? 

  — ¿Ya lo saben?... Bueno si, al fin abrí los ojos. Ella llego en un buen momento.

Aquello ultimo lo murmuro pero aun así Edward pudo escucharlo. Entonces era verdad: Samantha Sullivan tenia la culpa -Ya veo...

-En unos días me dan la sentencia. Por ahora mantelo en secreto. 

  — Claro...

-------------------------------------------------

— Te saliste con la tuya, puta—  dijo al verla acomodando unos papeles en el archivero de la oficina.

— ¿Eh?—  frunció el ceño al ser llamada así.

— Debes estar feliz. Richardson se divorció por tú culpa—  dijo de forma grotesca.

Abrió los ojos completamente —¿En serio?

  — No te hagas la que no sabes nada. Sabes qué ¡Largo de mi oficina y trae un café cargado! 

------------------------------------


Entrada la noche, se despidió y abordo el elevador, pero este ya venía ocupado.

— Sullivan.

Sonrió amablemente —Buenas noches, señor Richardson.

  — ¿Lista para la cena?

— Sí, señor.

Los que salían de trabajar vieron a la sexi rubia marcharse con el señor Richardson. 




Samantha Sullivan y el secreto detrás de las rosas amarillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora