Los seres humanos, como fieles eslabones dentro de la cadena alimenticia, nos comportamos como animales en todo sentido. Sin importar nada nos enfocamos en alcanzar nuestras más grandes pretensiones, eso que anhelamos con desespero. Aquello que cualquiera llamaría DESEOS.
La mayoría de nosotros lo escondemos en un lugar dentro del inconsciente y continuamos con nuestra vida. El problema viene cuando algo logra encenderlo, cuando el interruptor se activa sin previo aviso y todo aquello se escabulle poco a poco de nosotros sin que podamos controlarlo.
No es erróneo porque es inevitable.
Estamos propensos a que en cualquier momento llegue la persona que, sin quererlo o no, se atreva a introducirse en nuestras vidas, pensamientos y sentimientos al punto de no retroceso, a ese límite en que rogamos algo suceda.
Somos polillas acercándose a la radiante luz, corderos seducidos por el lobo, vegetarianos en constante exposición de una debilidad latente que preferimos negar: la carne.
Algo importante es que los deseos no son el problema, ese viene cuando lo que queremos es prohibido, algo fuera de nuestro alcance. Y como si fuera ley de vida lo deseamos más que antes, como si de ello dependiese nuestra existencia.
Entonces, cual veneno esparciéndose lentamente, la lujuria amenaza con matar todo lo que encuentre a su paso.
Nunca quise creer que así fuera y que los cientos de veces que escuché en la iglesia el sermón del padre acerca de los pecados capitales ahora no importara, que se me olvidaran las palabras de mi madre acerca de que por ninguna circunstancia debía confiar en un lobo.
Solo debía acatar una simple y sencilla orden: Desconfía de todos, sigue siempre el buen camino.
¡Maldito sea el día en que se apareció en mi vida! ¡Maldita la hora en que me enredé en mi propia trampa!
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Provócame en Silencio©
Romantik"Cuando la lujuria amenaza con corromper todo lo que creemos ser." Gabrielle no posee el cuerpo de una diosa pero al igual que un simple alcatraz algo en ella la hace encantadoramente atractiva ante los ojos de algunos hombres quienes m...